Suicidios siguen al alza y MSP fija como prioridad darle un revés a la estadística

El otro usuario empieza a escribir: “Si te ponés a estudiar se te pasa, jaja”. Pero se arrepiente antes de enviar el mensaje, borra el texto y dice:
—Vamos al parque y me contás más?

Con esa simulación, el Ministerio de Salud Pública (MSP) invita a que se hable de la salud mental. #NiSilencioNiTabú se llama la campaña que lidera la cartera, con máxima prioridad, con el objetivo de cortar la tendencia al alza de los suicidios en Uruguay.

Según datos preliminares del MSP, en los cinco primeros meses de este año hubo 349 suicidios. Creció 25% respecto al mismo periodo del año anterior y 16% en comparación al año en que el primer quinquemestre había sido récord. Y todo indica que, de continuar la tendencia, este 2022 acabará con más de 800 personas que se quitarán la vida (más de dos por día).

Esta es solo la foto de una película que inició hace tres décadas. Uruguay es desde entonces uno de los “campeones de América en cantidad de suicidios per cápita”, dice una de las autoridades sanitarias en referencia a un campeonato en que ganan los peores.

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Los académicos y los tomadores de decisión desconocen los motivos exactos (si es que los hay) por los cuales Uruguay tiene tasas tan altas de suicidios cuando su población es, genéticamente, similar a la de países europeos o sus vecinos sudamericanos, cuando su índice de desarrollo humano supera a varios Estados de la región o cuando el clima no es tan extremo.

Parte de la apuesta del MSP es encontrar esas explicaciones. Por eso se actualizó “el formulario único, ese que completan los médicos en la puerta de emergencia cuando hay un intento de autoeliminación o un suicidio consumado, con la intención de que se recopile información de calidad en el menor tiempo posible”, explicó el director departamental de Salud de Montevideo, Horacio Vignoli, quien desde ayer lidera la mesa de prevención del suicidio de la capital.

Tras una ordenanza ministerial, en cada departamento se instaló una mesa que busca coordinar todas las acciones preventivas de suicidios: desde la educación, la atención sanitaria, el trabajo posterior con los sobrevivientes de un intento o con los familiares… y sobre todo que se hable.

Existía la falsa idea de que el suicidio se contagia y que el hablar de la salud mental se potencia el problema. La nueva evidencia internacional demuestra que aquella estrategia fracasó y que ahora se recomienda visibilizar el problema: lo que no se conoce, no se puede abordar.

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Bajo esa premisa, el ministro interino de Salud, José Luis Satdjian, se puso al hombro la estrategia ministerial para darle un revés a la tendencia. En base a su formación como administrador de empresas, una de las primeras directivas que dio fue la actualización de datos en tiempo real, la atención con telemedicina para las localidades remotas y el inicio de la trazabilidad de los casos.

Ocurre que si una persona llama a la línea de atención al suicidio de ASSE (0800 0767), ese registro no va a la historia clínica del paciente ni le aparecerá ninguna advertencia a su médico de cabecera en la próxima consulta de rutina. Tampoco existe un seguimiento estricto de quien se intenta suicidar e ingresa a una puerta de emergencia.

El ministro interino explicó que parte del trabajo que está haciendo el MSP, a través de las mesas departamentales, es la formación del primer nivel de atención. Sucede que muchas veces los médicos generales o de familia, los pediatras o enfermeros no están atentos a los indicios que dan quienes tienen una ideación suicida.

“Sobre todo no le estamos prestando la suficiente atención a dos poblaciones claves: los jóvenes y los adultos mayores que son, a juzgar por las estadísticas, los que más se suicidan en el país”, explicó Vignoli.

En ese sentido, la cartera está iniciando investigaciones sobre algunos de los últimos adolescentes que se suicidaron. Esa especie de autopsia psicológica busca encontrar qué indicios dio la persona previo a concretar el fin de su vida, qué motivaciones pudieron derivar en la fatal decisión y qué atención se le dio (o no) a la persona en la previa.