Silvia Amodio al retomar los entrenamientos con su dedo operado

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Tras perder un dedo por congelamiento, la uruguaya Silvia Amodio prepara su próximo desafío: “Es lo que alimenta mi alma”

La ultramaratonista uruguaya Silvia Amodio tuvo que pasar por el quirófano luego de que se le congelara un dedo de la mano en la carrera del “infierno de hielo” y contó qué le pasó y cómo lo va superando
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12 de junio de 2022 a las 05:02

La uruguaya Silvia Amodio estaba muy emocionada tras haber logrado su tan esperado reto de superar el “infierno de hielo”, la carrera Arrowhead 135, con 217 kilómetros y temperaturas de entre -30°C y -40°C en Minnessota, Estados Unidos.

Pero su alegría contrastaba con la de los locales, a quienes les cambió la cara cuando la ultramaratonista de 60 años se sacó los dos pares de guantes que llevaba, como requería el reglamento, y le vieron el estado de sus manos.

La corredora, que fue récord nacional en 100K, había completado la prueba de 217K en modalidad corrida en un tiempo de 53 horas con 25 minutos, en formato de autosuficiencia, llevando un trineo con todos los materiales obligatorios. Fue en International Falls, Minnesota, en febrero, al mismo tiempo en que en ese estado se jugó el partido de futbol más frío de la historia entre Estados Unidos y Honduras.

Con su objetivo cumplido, la uruguaya logró la triple corona de carreras de 135 millas, con la BR 135 que hizo en Brasil en 2019 y la Bad Water, en el calor del Valle de la Muerte de California, también en ese año, siendo la tercera mujer del mundo en completar esas tres carreras y la décima entre corredores de ambos sexos.

Silvia tras completar la carrera Arrowhead

Pero la emoción y la alegría del momento, fue cambiando en el ambiente.

Desde España, donde reside, cuatro meses después del hecho y tras haber pasado por el quirófano, Silvia contó a Referí qué le pasó.

“Sufrí congelaciones superficiales en ambas manos”, señaló. “El ultimo día, cuando quedaban 40 kilómetros y salíamos hacia la meta, empieza a amanecer y había -25° C. Llevaba dos botellines blandos térmicos y los había cargado en el último puesto de control, y cuando voy a agarrar uno de los botellines estaba totalmente congelado”.

En ese momento estaba amaneciendo. “Tuve la idea, como había mucho sol, de llevar el botellín con mi mano, porque pensaba que con el braceo, al tenerlo en mi mano y con el sol, el líquido se iba a derretir. Y así estuvo como dos horas con el botellín en la mano, pero al final de cuentas no se derritió nada”.

Al ver que el líquido seguía congelado, dejó el botellín en el trineo. “Pero, ¿qué había pasado? Yo llevaba guantes térmicos y mitones”, contó. “Y me doy cuenta cuando dejo el botellín que los dedos se enderezan, pero el meñique no, queda agarrotado y con la forma del botellín, duro, con la primera y segunda falange doblada. Intento enderezarlo y me es imposible”.

Silvia tomó un gel calentador y lo puso en su mano, y ahí sí comenzó a aflojar el dedo y tomar su forma normal.

Esa etapa, la última, la completó en seis horas. “Al momento de llegar, con la emoción de finalizar, al sacarse los abrigos, los saludos con la gente, empezar a comer, veo que mis manos estaban moradas y mi dedo meñique más. Pero no sentía nada, pensaba que era algo del frío”, contó.

“Pero la gente de ahí, que sabe de congelaciones, se da cuenta de que algo pasaba con mis manos”, agregó.

El kit para Arrowhead

Inmediatamente llamaron a los médicos, que la observaron y le trajeron un recipiente con agua a 38° C para empezar a recuperar sus manos. Al ver que no mejoraba, fue llevada de urgencia a un hospital para seguir los tratamientos.

“El médico me da las indicaciones y me dice que con suerte me cortarían la primera falange”, contó la corredora, récord uruguayo en 100K femeninos, que explicó lo que le pasó. “En ese tiempo con el dedo doblado, la sangre no circuló hacia la primera falange y el dedo murió al quedarse sin oxígeno. Entonces me vine de Estados Unidos con toda seguridad de que iba a perder la primera falange”.

No tomaba conciencia

“Yo no tomaba conciencia, veía a la gente que me rodeaba que estaba más asustada que yo”, dijo Silvia al recordar su llegada en la carrera. “Estaba tan eufórica de lo que había logrado, había deseado tanto estar en esa carrera, que había estado dos años sin poder estar ahí por la pandemia, y había sido una experiencia tan buena, que no asumía realmente la magnitud de lo que me iba a pasar”.

Al regresar a España llamó a su médico, quien la vio y le dijo que no era experto en ese tipo de casos, ya que en ese país no son habituales los congelamientos de extremidades.

Silvia en la carrera Arrowhead

Amodio localizó en Zaragoza a un médico que sí sabía del tema. “El doctor Arregui, quien ha acompañado expediciones del Everest y que lo llaman “al filo del imposible”, y que atendió, por ejemplo, a la alpinista española Edurne Pasaban, la primera mujer en todo el mundo en conseguir coronar los 14 ochomiles, y que perdió dos dedos”.

Fue a verlo y el especialista le confirmó que tenía muerta la primera falange de su dedo meñique y que debían esperar unos días para que se delimitara el tejido muerto. “Esperamos 20 días, hasta que el 22, del 2, del año 2022, un día que no voy a olvidar en la vida, fue la operación. Y perdí la primera y la segunda falange”, contó Silvia.

“Lo que más preocupaba, porque en Estados Unidos me dijeron que tenía que tener cuidado con el frío, era ese tema, de las bajas temperaturas. Le pregunté al doctor Arregui y me dijo que todos vuelven al frío, porque ya saben lo que no pueden hacer. Aunque voy a tener que esperar un año y medio porque mis manos estaban muy sensibles”.

“Me emociono al recordarlo”

“Pasar por el quirófano era la única opción, era lo único que me quedaba”, contó Silvia, quien luego comenzó una recuperación que tuvo varias fases, a nivel físico y mental.

“Pasé por varias etapas, mentalmente. Los primeros 10 días fueron muy dolorosos, porque también se cortó el hueso. Fue terrible, me despertaba del dolor. Hasta que el dolor empezó a mermar”, dijo.

“Y psicológicamente como que no estaba afectada, porque no me lo veía, tenía el dedo vendado”, agregó.

El primer shock fue cuando tuvo que ir al médico a sacarse el vendaje, a los 10 días de la intervención, porque le iban a sacar los puntos.

Fue cuando vio por primera vez su dedo. “Me emociono al recordarlo. Sentí un afloje en el cuerpo y recuerdo que el médico me abrazó”, contó. “Porque ahí tomé conciencia realmente de que me faltaba un pedacito de mí, aunque sea un dedo meñique”, agregó con la voz notoriamente entrecortada.

El trineo con el kit para Arrowhead

“Tuve unos días de bajón y después me he ido acostumbrando y a superarlo. Es muy reciente y llevo siempre el dedo vendado. No tengo vergüenza de decirlo, pero me cuesta mirarlo”, agregó. “Pero psicológicamente lo fui superando y creo que ya ahora ya estoy bien”, sostuvo, ya con su voz más firme.

Estaba dentro de las posibilidades

Consultada sobre qué aprendizaje le dejaba lo que le había pasado, la corredora explicó que es parte de su deporte, al que no piensa abandonar.

“Sé que hago un deporte totalmente extremo, con terrenos y temperaturas muy complicadas, y sé que estoy expuesta, sé a lo que voy y lo que está dentro de las posibilidades de que te pueda pasar”, expresó.

Antes de cada carrera de estas características los organizadores dan una charla a los participantes en la que informan todos los detalles, el reglamento, fotos de la situaciones que pueden llegar a pasar y las prevenciones que deben tener. Además, los corredores deben presentar un completísimo kit con todos los elementos de seguridad obligatorios.  

“Esto fue en un desierto de hielo. También fui al desierto de arena, en ambos con temperaturas extremas, en los que te puede pasar cualquier cosa y el rescate puede demorar horas en venir. Tenes que estar sumamente preparado”, agregó.

Silvia Amodio al retomar los entrenamientos con su dedo operado

Silvia dijo que estaba “tranquila” porque llevaba todo el material y equipación. “No sentí frío en los pies ni en el cuerpo porque iba preparada”, comentó. “Me pasó la fatalidad que me pasó porque tomé el botellín con la mano, que no tendría que haberlo agarrado, y me dejo de circular la sangre en ese dedo, me pasó… Pero la próxima no lo haré”.

Pese a todo lo que pasó, la corredora ya piensa en la “próxima”, su siguiente carrera para la que ya empezó a entrenar.

“Como dice mi entrenador, que no sé si será verdad: ‘tenes una gran capacidad de resiliencia’. Puede ser, porque estas situaciones las supero muy rápido”, señaló.

“Me gusta tanto lo que hago, amo tanto lo que hago y siento tanta pasión y adrenalina cuando supero una situación así, que pesa más a que me falte un dedo. Honestamente lo digo. Estamos expuestos a esto, pero es lo que elijo hacer, es lo que alimenta mi alma y nací para esto”, señaló.

Su próximo desafío será a fin de año, pero por el momento no quiere dar detalles ya que debe completar la confirmación.

“Lo que pasó, pasó. Ya se superó y a seguir para adelante. Lo bueno de todo esto es que puedo volver al frío y volveré, seguro que volveré”, dijo la ultramaratonista uruguaya.

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