Al menos 96.000 haitianos se vieron obligados a abandonar sus hogares como consecuencia de la escalada de violencia

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Unas 100.000 personas huyeron de la capital de Haití a causa de la violencia

Es producto de los enfrentamientos entre bandas armadas que luchan por hacerse con el control de puntos estratégicos, mientras el cólera y el hambre causan estragos
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31 de octubre de 2022 a las 08:40

Mientras la comunidad internacional sigue debatiendo si avanza con la integración de una fuerza de intervención, el cólera no da respiro, el hambre afecta a 4,7 millones de personas y al menos 96.000 haitianos se vieron obligados a abandonar sus hogares como consecuencia de la escalada de violencia y terror provocados por las bandas armadas que se disputan el control de la ciudad.

Según un informe de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el número de desplazados se triplicó en apenas cinco meses y aumenta a no menos de 113.000 en toda la isla, 17.000 de ellos como consecuencia del terremoto que sacudió el sur del país en agosto del año pasado.

El informe de la agencia de la Naciones Unidas (ONU) detalla que casi ocho de cada diez desplazados viven en comunidades de acogida, mientras que el resto permanece en asentamientos habilitados en su mayoría en el área metropolitana de Puerto Príncipe, escenario de todo tipo de acciones violentas, entre ellas saqueos y secuestros, que derivaron también en un aumento de la desigualdad y en carencias de suministros y productos básicos, como alimentos, agua y medicamentos.

La ONU ha advertido en numerosas ocasiones que la situación es "alarmante", "caótica" y “catastrófica", lo que ocasiona problemas para el reparto de la ayuda humanitaria por los bloqueos que llevan a cabo, principalmente, las pandillas “Vitelhomme” y “400 Mawozo”, tan bien armadas como sangrientas, las que han transformado en un campo de batalla la comuna La Croix-des-Bouquets, en el oeste de Puerto Príncipe.

Según la ONU, de los no menos 4,7 millones de haitianos que padecen hambre, la mitad son niños menores de 14 años, particularmente vulnerables al brote de cólera que dejó hasta el momento 40 víctimas fatales y 2.000 contagiados, según informó Stéphane Dujarric, portavoz del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, cifras que las organizaciones humanitarias que trabajan en el terreno advierten que podrían ser superiores.

Ulrika Richardson, coordinadora de la ONU para Haití, aseguró que la organización trabaja "codo con codo" con las oenegés y las autoridades locales para ayudar a aliviar los problemas a los que se enfrentan las familias más vulnerables. "Miles de mujeres, niños y hombres se han visto obligados a dejar sus casas para escapar de la violencia y la destrucción", dijo Richardson.

Hasta el momento, la única resolución aprobada por la comunidad internacional es un embargo de armas decidido en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU contra los dos grupos más peligrosos, que responden a facciones políticas y combaten para hacerse con el dominio de puntos estratégicos, como la principal terminal petrolera de la isla, esto último para controlar el suministro de combustible.

En este contexto, el gobierno de Canadá anunció que el primer ministro Justin Trudeau analizaría con el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, la posibilidad de integrar una fuerza conjunta en Haití en respuesta al pedido realizado por Guterres con el objetivo de estabilizar la situación sociopolítica.

Según el comunicado, el gobierno canadiense evaluará las opciones "para apoyar al pueblo haitiano en la resolución de las crisis humanitarias y de seguridad" que enfrenta el empobrecido país y "restaurar el acceso a los bienes y servicios esenciales", en consulta con los socios regionales de la ONU y la Comunidad del Caribe (Caricom).

El pedido de Guterres fue una respuesta al reclamo de auxilio lanzado ante la crisis sanitaria, humanitaria y de seguridad por el primer ministro haitiano, Ariel Henry, designado en el cargo dos días antes del asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021, y que desde entonces se aferra al poder, a pesar que los partidos de la oposición y una parte sustancial de la sociedad civil cuestiona su legitimidad.

Sin embargo, y al igual que ocurre en el seno del Consejo de Seguridad, hasta el momento sigue sin haber unanimidad sobre el posible despliegue de la fuerza multinacional. "La comunidad internacional ha estado haciendo lo mismo durante los últimos veinticinco años y no ha dado resultados", afirmó la semana pasada Gilles Rivard, exembajador de Canadá en Haití, en declaraciones a la agencia de noticias AFP.

La lectura hace referencia a que los haitianos han visto pasar tropas estadounidenses, francesas y canadienses; además de varias misiones de la ONU, como la fuerza de paz de los Cascos Azules de 2010, tras el gran terremoto que asoló la isla e introdujo el cólera, enfermedad que devino en epidemia y dejó un saldo de más de 10.000 muertos hasta 2019.

Para algunos analistas y organizaciones, como es el caso de Caribe de International Crisis Group, “una fuerza internacional brindaría ayuda inmediata". La postura señala que la intervención permitiría establecer corredores humanitarios y desbloquear el acceso a la terminal petrolera bajo el control de una de las bandas, situación que impide conseguir combustibles y que, a su vez, imposibilita la distribución de agua potable y el abastecimiento de los hospitales.

Quienes impulsan una intervención admiten, sin embargo, que miles de haitianos tomaron las calles para oponerse a la intervención extranjera y al gobierno, y reconocen que la fuerza internacional podría "volverse fuente de más divisiones" al ser percibida como un apoyo al controvertido primer ministro. "El país es ingobernable y los haitianos son incapaces de entregar una hoja de ruta que conduzca a elecciones", se lamentó Rivard, quien ve en esa hoja de ruta un requisito previo fundamental para el envío de una fuerza eficaz.

Por lo pronto, y tras la reunión que mantuvieron Trudeau y Blinken, el gobierno de Canadá envió una delegación a Haití para evaluar la situación humanitaria y de seguridad a medida que empeora la inestabilidad política y la actividad de los grupos criminales, que en las últimas horas acribillaron a balazos en un suburbio del sur de la capital a Éric Jean Baptiste, excandidato presidencial y secretario general de Agrupación de Demócratas Nacionales Progresistas (RDNP).

Según Ricardo Nordin, vocero del espacio político fundado en 1979 por el demócrata cristiano Lelie Manigat, quien fuera brevemente presidente en 1988 antes de ser derrocado por un golpe militar, Baptiste falleció en un hospital por las heridas sufridas en el atentado, en el que también murió su custodio. Hace dos semanas, Baptiste había firmado junto con otros dirigentes políticos un llamado a un compromiso histórico para sacar a Haití de la crisis.

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