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29 de agosto 2024 - 21:01hs

Un dolor oscuro y espeso lo nubló los ojos. El mismo ruido, el mismo movimiento y la misma sensación de seis años atrás. Era 28 de octubre de 2023 y Constanza Barrandeguy estaba tendida en el campo de juego en pleno partido de Las Cimarronas contra Trinidad y Tobago, por el hockey sobre césped de los Juegos Panamericanos de Santiago 2023. Ya sabía que se había roto los ligamentos de la rodilla, aunque la noticia se confirmó varias horas después.

Los "¿por qué otra vez?", los "qué bajón" y los "no puede volver a pasarme esto a mí", quedaron rápidamente atrás. Barrandeguy, de 28 años, tiene una frase de cabecera que es "sé una de esas personas raras que no sabe cómo rendirse”.

Por eso, desde el minuto cero se enfocó en su recuperación. Jamás se le pasó por la cabeza dejar el deporte, un deporte donde no gana dinero porque en realidad percibe a cambios cosas mucho más importantes: compromiso, compañerismo, amor, pasión, adrenalina, esfuerzo, sueños y conquistas.

El pasado sábado, por la 20ª fecha del Campeonato Uruguayo de hockey sobre césped, su equipo, Woodlands, perdió 2-0 contra Old Girls. Y ahí estuvo nuevamente Barrandeguy junto a sus hermanas Manuela y Josefina en cancha, con su esposo José y sus padres afuera.

"Fue un momento que esperé mucho, la felicidad no puedo ponerla en palabras, estuve todo el día muy emocionada, preparé mi uniforme de mañana y no paré de mirarlo en todo el día. Desde que me rompí, me imaginé siempre el día en que volvería a jugar un partido. No me sentí al 100%, pero no era mi objetivo y quería disfrutar de estar adentro de la cancha nuevamente", cuenta Barrandeguy a Referí.

En su proceso de recuperación pasó por una montaña rusa de sensaciones. "Las evoca ahora y me emociono un poco", confiesa.

"Pasé por momentos de mucha motivación, momentos duros, donde veía todo muy lejos, pero hoy miro para atrás y estoy orgullosa de como sobrellevé todo. Había dos cosas grandes que me hacían ver que valía la pena: mis dos equipos, Woodlands y Cimarronas, y haberme convencido de que iba a volver más fuerte que antes, en todo sentido", explica.

Donde más tuvo que trabajar fue de la cabeza: "En los Juegos Panamericano estuve con Maru (María Eugenia Berneche), nuestra psicóloga, que fue una ayuda enorme. En pleno torneo, en donde nos quedaba el partido más importante por jugar, me ayudó a no perder el foco principal que era el equipo. Entendí que mi lesión en ese momento tenia que pasar a un segundo plano y mi único objetivo tenía que ser estar bien para ellas. Cuando volví de los Panamericanos, trabajé con Verónica Tutte, mi psicóloga desde hace muchos años, que sin duda fue uno de los pilares fundamentales para que abrazara todo lo que me trajo esta lesión: los momentos malos, los de frustración, los de motivación y lo principal, que me festejara cada pequeño logro que tuviera".

"¡Nunca!" grita cuando se la consulta si no pensó bajarse del barco del deporte. "Es más, desde el momento cero me propuse que era un desafío más que me ponía la vida, no solo para aprender de por qué nos pasan las cosas, sino que era una oportunidad para volver más fuerte, no solo a nivel deportivo sino también en lo personal. Tuve muy claro mi objetivo siempre y sabía que cada momento iba a valer la pena. Hoy miro para atrás y esta lesión me dejó una gran enseñanza".

A la hora de señalar a aquellas personas que la acompañaron en su proceso de recuperación expresa: "Mi marido en primer lugar, era mi principal motor que me recordaba todo el tiempo mi objetivo. Mi familia, mis amigas del club y mis amigas de toda la vida que siempre tenían mensajitos motivadores. Las Cimarronas, que ya son como mi familia, ellas me empujaron muchísimo a dar mi máximo y a querer tanto volver a estar de nuevo. Y todo el equipo de fisioterapeutas que trabajaron conmigo en estos meses, porque me hacían tener paciencia cuando la ansiedad empezaba aparecer: Juan Brito y Marquitos Sosa, el 'viejito', como le digo yo".

"Sentí exactamente lo mismo que en 2017, cuando rompí la otra rodilla", comenta sobre la lesión en un partido que Uruguay ganó 11 a 0.

En Georgetown 2017 se lesionó en el Panamericano de hockey sala y estuvo nueve meses para volver a las canchas. Esta vez, la espera demoró 10 meses.

"Recuerdo mucha incertidumbre porque jugamos de mañana, pero el resultado me lo dieron como a medianoche y estuve todo el día pendiente de eso, pero lo que más me acuerdo fue ese abrazo con Las Cimarronas cuando volví a la villa panamericana después de la resonancia. Ese abrazo no me lo olvido más. Ahí fue cuando me propuse que mi lesión esos días pasaba a un segundo plano y que mi prioridad tenía que ser sacar mi mejor versión para ellas, pero de la línea para afuera".

Todas las jugadoras lesionadas de Las Cimarronas usaron por años las muletas que Barrandeguy se trajo de Georgetown en 2017. Sin embargo, ella le cambió el destino hace un tiempo: "Se las regalé a un señor hace unos años que le amputaron una pierna y sentí que tenía que dárselas .No te voy a negar que me costó y dolió entregarlas, pero sentí que esa persona las necesitaba más que yo".

"Ahora pienso en disfrutar, fueron meses de mucho desgaste mental y físico, quiero disfrutar de estar de vuelta, extrañé muchísimo todas mis rutinas, así que ahora mi único objetivo es el disfrute", cuenta.

Hace unas semanas atrás ya viajó a Buenos Aires con Las Cimarronas para entrenar con el argentino Rolando Rivero quien este año se hizo cargo de la dirección técnica de las celestes.

"A Rolo lo conocí en los Panamericanos y la verdad que fue otra persona fundamental para mi motivación en esta recuperación. Desde el momento en que me rompí, me dijo que iba a volver mejor que antes. A la semana de ser operada ya estaba haciendo Zoom con Rolo y entrenando parada, con palo y bocha, sin moverme, solo haciendo ejercicios de muñeca y de a poco iba haciendo más cosas. A medida que los médicos y fisios me iban dejando, hacíamos Zoom y me mandaba ejercicios para fortalecer la muñeca y mejorar la técnica individual. Sentía que era una buena oportunidad para dedicarle tiempo a esas cosas que tengo para mejorar como jugadora que a veces estando a full no tenés el tiempo para entrenarlas. Creo que Rolo tiene mucho para aportarnos".

Con Coti Barrandeguy en cancha, Woodlands se ilusiona con meterse en la pelea por entrar a los playoffs del Uruguay mientras que Las Cimarronas recuperan a una de sus capitanas y símbolos pensando en el largo plazo: la disputa en setiembre de 2025 de la Copa América en Uruguay.

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