Hal & Harper, la pequeña serie independiente a la que le alcanza media hora para conquistarte el corazón
Cooper Raiff, realizador y hombre orquesta, protagoniza esta serie con Mark Ruffalo y Lili Reinhart sobre los vínculos familiares, y que se puede ver en Mubi
En su libro de breves ensayos literarios / autobiográficos ¿Hay alguien ahí?, el autor estadounidense Peter Orner dice algo parecido a esto: hay historias que tocan una fibra tan sensible en nuestro interior que solo pueden ser contadas de a fragmentos, como si las amarras y el peso se liberaran de a poco, en suspiros prolongados a través del tiempo. “No puedes hablar de ello, pero tienes que hablar de ello”, dice Orner sobre cómo afrontar esas narraciones. El aforismo funciona perfecto para pensar, ver y hablar sobre Hal & Harper, una miniserie de ocho episodios de media hora que la plataforma Mubi estrenó hace algunas semanas, y de la que pone a disposición un capítulo por domingo.
La producción es pequeña, casi artesanal. Su creador absoluto es Cooper Raiff, una especie de nuevo wonder boy del cine independiente y nombre incipiente del ecosistema Sundance, que sonó bastante con sus primeras películas. En 2020, a sus 23 años, estrenó la simpática Shit House, su ópera prima, que escribió, dirigió, produjo, montó y protagonizó. Dos años más tarde repitió la fórmula de trabajo con Cha Cha Real Smooth, con la que compartió escena con Dakota Johnson. Ahora, a sus 28 años, Raiff repite en todos los roles pero en su proyecto más ambicioso y de larga data: viene arrastrando y reescribiendo la serie Hal & Harper desde que está en la universidad.
La producción lo tiene, por supuesto, como Hal, el protagonista, pero esta vez a su lado está Lili Reinhart (Riverdale), que interpreta a su hermana Harper. Ambos personifican a dos hermanos de Los Ángeles muy unidos, peculiares y codependientes el uno del otro que enfrentan los bemoles de la primera adultez como pueden. Relaciones que vienen y van, malos entendidos contemporáneos, fiestas, perspectivas laborales difusas, extrañamiento juvenil que da paso a cierta angustia de la madurez. Al mismo tiempo, ambos lidian con problemas de fondo, en especial el vacío que les dejó su madre, que los abandonó en la infancia, y también lo que esto provocó en su padre —Mark Ruffalo, en otro de esos papeles entre patéticos y entrañables que le quedan tan bien— y en la relación de él con ellos y con su nueva esposa, interpretada por Betty Gilpin (Glow).
Como en sus dos películas anteriores, las historias de Cooper Raiff transitan un tono entre amable, simpático y ligero que se tiñe con frecuencia por la resaca de un trauma no curado. Sus personajes, en general hiperactivos y emocionalmente poco funcionales, son un espejo que documenta lo que la generación de su creador vive en carne propia: la ansiedad crónica de la era digital, la aparición de vínculos frágiles a los que se le pide demasiado, los pozos emocionales en los que tropieza la sociedad occidental contemporánea persiguiendo la ilusión de la felicidad. Y lo que se pierde en el camino.
Pero sobre todo, Hal & Harperes una nueva y muy fresca exploración de las enredaderas que atan a las familias, y como desenredar esas lianas y raíces torneadas es, a veces, un trabajo conjunto que cuesta lágrimas, charlas, empatía y corazón. Un trabajo que, como dice Orner, solo se puede hacer de forma fragmentaria, juntando las piezas de a poco, viendo la forma en la que encajan (o no).
Corazón no le faltan, por otro lado, a los cuatro episodios de la serie que están disponibles en Mubi hasta el momento. Son realmente buenos, en especial el tercero. Raiff demuestra haber madurado a la hora de retratar los nudos de sus personajes —es más sutil acá que en sus películas, al menos— y su sensibilidad está desprovista, valga la redundancia, de sentimentalismo. En ese sentido, recuerda a algunas producciones de los hermanos Duplass, con decisiones estrambóticas y ridículas que, sin embargo y sorpresivamente, funcionan —Raiff y Reinhart, por ejemplo, interpretan a sus propios yoes de 9 años—.
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De hecho, a Raiff y a los Duplass también los une haber sido “paridos” en el seno del festival de Sundance, hogar del cine independiente estadounidense. Luego de penar con el guión de su serie por varios estudios —tenía arreglado un episodio piloto con FX y se cayó; luego consiguió financiación de Lionsgate para filmarlo, pero nadie quiso comprarlo—, el realizador lo llevó al evento de Park City creado por Robert Redford y conquistó a los emisarios de Mubi. Y Hal & Harper sucedió. Por suerte para Raiff y también para los que se dejen encantar por esta producción, una caricia audiovisual con la que uno se puede comprometer sin miedo y el corazón abierto.