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29 de octubre 2025 - 12:58hs

Quien gusta del terror, lo cultiva todo el año. Octubre, Halloween, víspera de Todos los Santos: da igual. Pero algo es cierto y es que en estos días la predisposición al miedo está en el aire. Por eso, desde este espacio se propondrá una película de terror al día, hasta llegar al viernes 31, día marcado por la Bestia, la tradición celta y el reciclaje del capitalismo exacerbado que inunda las vidrieras y nos hace tan felices.

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La película de este miércoles es un clásico: La masacre de Texas (The Texas Chainsaw Massacre, 1974), de Tobe Hooper. Se puede ver en Amazon Prime Video y en Mubi.

Cenar con caníbales sale mal

Hay películas que se te inoculan como un veneno y quedan para siempre bajo la piel, como una protuberancia insidiosa que te recuerda un terror anterior cada vez que la detectás. Eso es La masacre de Texas, la película que en 1974 estrenó Tobe Hooper y que, cincuenta años después, permanece como una de las más radicales e insoportables formas de abordar el viejo y querido "miedo al otro".

En el caso de esta película, el "otro" es lo que Flannery O'Connor llamaba la buena gente del campo, que acá no es tan buena y que básicamente es la que abre las puertas del infierno y empuja dentro a un grupo de hippies idealistas de ciudad que deciden embarcarse en una aventura rutera que sale muy mal. Terminan, luego de levantar a un hombre andrajoso que hace dedo en la carretera, como huéspedes de la granja de una peculiar familia de caníbales. Caníbales con hambre y muy enojados con lo mal que les están yendo las cosas.

Captura de pantalla 2025-10-28 181944

Lo que custodia la familia, además, es quizás uno de los mayores monstruos que ha dado el cine en su historia: Leatherface, o "cara de cuero", uno de los vástagos del clan, hiperdesarrollado físicamente pero un paso más allá de lo que hoy indicamos como "neurodivergencia", que se ocupa de ser el brazo ejecutor de los crímenes más atroces de su familia. Leatherface, con su máscara de piel humana y su baile al amanecer con la motosierra, es una pesadilla escabrosa y humana, un tótem del terror que se inspiró en asesinos seriales infames como Ed Gein o John Wayne Gacy, y que a su vez inspiró a otros monstruos legendarios como Michael Myers.

El encanto de La masacre de Texas radica en su economía. Filmada con un presupuesto de guerrilla y una cámara nerviosa que eleva el ritmo en escena a cotas insospechadas, la película parece un documento real sobre lo que sucede en un agujero oscuro en medio de las planicies tejanas. De hecho, mucha gente al momento de su estreno la confundió con eso: un archivo del verdadero horror terrenal. Que los actores hayan transpirado los calores del sur de Estados Unidos durante días sin cambiarse la ropa colabora con el tono tremebundo que sostiene la producción de Hooper a lo largo de su casi hora y veinte de duración.

Hora y veinte que parece poco, pero que resultan casi insoportables por la tensión construida desde el minuto uno.

Por otro lado, La masacre de Texas ha sobrevivido y se apuntaló como una de las mejores películas de terror de la historia porque tiene sustancia en las dos dimensiones que importan en el género: lo que sucede en la superficie y lo que comenta por detrás. Como bien elabora Stephen King en su ensayo Danza Macabra, una buena película de terror habla de nuestros miedos, nuestros traumas y comenta el mundo que vivimos desde un subtexto evidente, pero en la superficie también es un ejercicio de entretenimiento que se apoya en escenas efectistas y grandes momentos que te deberían poner la piel de gallina.

Embed - The Texas Chain Saw Massacre Exclusive Trailer - 50th Anniversary (2024)

La masacre de Texas cumple con ambas: por un lado es un amargo comentario sobre la distancia entre el progreso del campo y la ciudad, sobre la pobreza de los cinturones white trash estadounidenses y su desconexión con el avance de las grandes urbes, pero también es una película donde un grupo de caníbales quiere descuartizar a cinco jóvenes para comerlos y, los que no terminen siendo parte de la cena, venderlos como embutidos. Y eso mismo es lo que buscamos quienes vemos estas películas que, para algunos, son atroces: sustancia y superficie. Cerebro y diversión. Significado y visceralidad. Reflexión y pavor absoluto.

Si encima viene con una bestia antropófaga de dos metros que revolea una motosierra y no parece querer parar de perseguirte hasta transformarte en asado con cuero humano, mejor aún.

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Halloween La masacre de texas

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