Es suficiente apretar un botón para ver el momento en el que casi alcanzó un sueño. Allí está, grabado en un videocasete en un armario atiborrado de recuerdos de una vida dedicada específicamente a hacer reír a los demás: el instante en el que, mientras creía que lo lograría, empezaba a perderlo.
Es 1976 en el estudio de la cadena CBS y Déborah Vance aparece debajo de un largo cabello rubio y un vestido llamativamente rosado. “No ajusten sus televisores. Esto es Late Night, y sí: soy una mujer. Sé que es muy confuso, mi contador no sabía qué poner en mis declaraciones de impuestos, así que simplemente escribió ‘bocona’“, dice en un piloto que nunca llegó al aire.
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Irónicamente el chiste con el que decidió romper el hielo de su prueba como conductora seguiría siendo vigente si lo dijera en 2024. Hasta ahora, ninguna mujer ha sido la encargada de conducir un late night show. Y a pesar de la amplitud de las redes sociales y las plataformas de streaming, los formatos nocturnos siguen siendo una regla con la que medir el éxito de un humorista en los Estados Unidos.
Un apunte: mientras los escritores trabajaban en una nueva temporada de Hacks la humorista Chelsea Handler desplegó una campaña para reemplazar a Trevor Noah en The Daily Show. Finalmente, la silla del conductor se la quedó (otra vez) Jon Stewart.
Hacks es una comedia sobre la comedia. Una sátira del mundo del espectáculo que se ríe de la hipocresía de la industria, un juego de palabras filosas y observaciones hilarantes. Pero es, por sobre todas las cosas, un retrato de la relación entre dos mujeres. Un vínculo de madre e hija, profesora y alumna, empleada y patrona. Un choque intergeneracional. Es, prácticamente, el campo fértil de una batalla cultural.
Deborah Vance (la amada Jean Smart): diva legendaria de la comedia stand-up de más con 30 mil chistes escritos en más de 70 años. No trabaja con escritores, y se aferra para mantenerse vigente mientras el casino que la contrata la va haciendo a un costado. Fiel defensora de la cirugía estética, la melena platinada y los remates al estilo de la vieja escuela.
Ava Daniels (la sorprendente Hannah Einbinder): escritora, bisexual y embajadora de todas las causas propias de la Generación Z. Cancelada por publicar un tweet polémico, siente que lo que era una carrera prometedora se ha convertido en una pesadilla en la que apenas espera sobrevivir profesionalmente a sus 25 años. Siempre usa Doc Martens y, según Deborah, tiene las manos inusualmente grandes.
Dos parias del mundo del espectáculo (aunque parezca improcedente llamarle paria a una mujer que tiene una casa lo suficientemente grande como para alojar un pequeño pueblo, un contrato millonario con QVC y una residencia en uno de los hoteles de lujo de Las Vegas). Una pésima entrevista de trabajo organizada por Jimmy, el mánager de ambas, las encuentra en una de las salas de la “leyenda” del standup ante la lamentable sospecha de que se necesitan mutuamente.
Hacks se emitió por primera vez en HBO Max –ahora solo Max– en 2021. La química entre las actrices se volvió innegable y el ingenio de Lucia Aniello, Paul W. Downs y Jen Statsky, creadores de la serie, también.
Desde el primer momento el personaje de Jean Smart fue comparado con la humorista Joan Rivers aunque, según quienes la escribieron, es un reflejo de una época y está inspirado en algunos nombres de la comedia norteamericana.
"Ella comenzó como un acto teatral con su entonces pareja, algo así como Nichols y May. Entonces ahí está Elaine May. Tuvo una comedia de situación famosa y luego un divorcio muy público, no muy diferente a Lucille Ball. También incluimos a Phyllis Diller, Joan Rivers, Elayne Boosler, Rita Rudner y Paula Poundstone. Tantos monólogos femeninos que no obtuvieron el reconocimiento que obtuvieron algunos de sus homólogos masculinos blancos. Y obviamente Jean también aportó mucho de sí misma al papel. Así que realmente se convirtió en algo muy distinto”, dijo Downs a The Wrap. Deborah Vance, en algún punto, viene a reparar un deuda de la televisión.
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Pero volvamos al argumento: bajo el entendido de que tenía que acercarse a una audiencia más joven, Vance se rinde a la idea de tener a una escritora a su lado. O varios pasos detrás. Pero la relación entre las dos se irá descomponiendo en momentos de tiranía e intimidad.
Durante las dos primeras temporadas las vimos odiarse. Los creadores de la serie enfrentaron boomer y Gen Z para explotar la brecha generacional con conversaciones en idiomas aparentemente diferentes que fueron el vehículo de cierta transferencia mutua. Porque, aunque Ava se regodea en una aparnte superioridad moral, los dos no son tan diferentes, por más de que no lo reconozcan.
A pesar de vivir en una especie de síndrome de Estocolmo, será Ava quien la empuje a mostrarse vulnerable en un escenario y arrojarse a la manada de hienas del siglo XXI con algunos chistes nuevos y algunas verdades incómodas que los hagan retorcerse en el asiento.
A fin de cuentas Deborah es una comediante que vivió el pico de su carrera como símbolo feminista e ícono de la comunidad LGBT que ve cómo se corren los parámetros mientras es convertida en un personaje conservador y escenográfico que ocupa cada vez menos marquesinas. O una mujer que debió adaptarse al mundo de los hombres para tocar el techo de cristal (y no dudó en pisar algunas cabezas en la subida).
"No me dejes"
La tercera temporada de Hacks las encuentra en las antípodas de lo que eran cuando todo comenzó. Un año después de un exitosísimo especial de comedia Deborah es un rostro popular a través de las generaciones, tiene (mucho) sexo y hace (mucha más) plata. Ava convive con una actriz que tiene un protagónico en una película de superhéroes en una casa hermosa en las colinas de California y tiene un trabajo codiciado como escritora en On the contrary un programa de humor político al estilo de Last Week Tonight with John Oliver.
Pero les falta algo que solo tienen juntas. Mientras a Deborah nadie le dice la verdad en la cara, en Ava se han acumulado meses de resentimiento después de que su jefa terminara su relación laboral para darle libertad creativa y nunca la volviera a llamar.
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"Fue emocionante para mí ver a Ava redimiéndose y encarrilando su vida de una manera que obviamente comienza el programa temiendo que nunca será posible –dijo Einbinder a Deadline. Y lo que fue, por supuesto, lo más emocionante fue ¿cómo van a volver a estar juntos y qué están persiguiendo? ¿Cuál es su nuevo desafío?".
En los nueve episodios de la temporada la serie profundiza en la complejidad de las relaciones humanas y todo se despliega alrededor de una segunda oportunidad. Quizás la última, porque Vance es completamente consciente de la fragilidad de la vida cuando se enfrenta a la última posibilidad de alcanzar su sueño.
La silla del conductor del Late Show vuelve a estar vacante y el nombre de Deborah Vance suena como una seria competidora. Será entonces que su escritora favorita decida desarmar toda su vida para volver a estar bajo (la mayoría de) sus reglas. A fin de cuentas, conseguir ese trabajo significaría que finalmente es tan buena como cualquiera de sus colegas.
Pero también será la temporada en la que Deborah deje de lado su ego y finalmente logre pedir perdón al enfrentarse a los errores del ayer: a la relación con su hermana y el hecho de que le negó la posibilidad de llorar apropiadamente a sus padres, a sus rutinas del pasado y las repercusiones que tiene en las nuevas generaciones, a sus pasos en falso y las veces que se dejó manipular por su propio reflejo.
Es que Hacks se consolida en su tercera temporada como una de las series de comedia del momento, pero también deja ver su costado más dramático cuando se reposa en sus silencios o en sus conversaciones más humanas.
Para la joven escritora será aún más transformadora. Hacia el final de la última temporada Hacks se deja tomar por la potencia dramática de sus actrices para lograr una de las escenas más sólidas y cargadas del proyecto que marcará el tono de la próxima temporada.
Ava Daniels aprendió una o dos lecciones de la gran Deborah Vance.