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13 de mayo 2025 - 19:21hs

Aunque la vida de José Mujica se apagó este martes 13 de mayo tras 89 intensísimos años, la “fuerza que el Pepe” construyó hace rato que mueve buena parte de los hilos del Frente Amplio. Pero esta vez su responsabilidad en la gestión que llevará adelante el presidente Yamandú Orsi en los próximos cinco años no tendrá antecedentes.

Es verdad que el Movimiento de Participación Popular (MPP) tuvo un momento cumbre cuando su líder llegó a la Presidencia en 2010, pero lo hizo en una circunstancia en la cual el poder en la izquierda estaba más repartido, tanto que se habló de la existencia de dos equipos económicos: el que llevaba adelante Fernando Lorenzo desde esa cartera con el respaldo del vicepresidente Danilo Astori, y el que impulsaba el mujiquismo desde la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) en manos de Gabriel Frugoni.

Con Mujica afectado por un cáncer y casi recluido en su chacra de Rincón del Cerro, el MPP no solo logró colocar a un hombre de su cerno en la Torre Ejecutiva, sino que ocupa algunos de los principales lugares del Estado y le marcará los límites al ministro de Economía, Gabriel Oddone, cada vez que haga falta.

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Unos 435 mil votos recogió el MPP en las elecciones de octubre y se quedó con 9 de las 16 bancas del Frente Amplio en el Senado y con 36 de las 48 en Diputados. En las elecciones de 2019, el MPP había obtenido 282 mil votos. Su votación más alta ocurrió en 2009 con 364 mil sufragios cuando Mujica llegó a la presidencia.

Por su lado, los sectores “moderados” -que supieron ser mayoría en 1994 al influjo de la figura de Danilo Astori- votaron por debajo de los comicios de 2019 (163.000) arañando los 89 mil sufragios. Los grupos más radicales como el Partido Comunista y el Partido Socialista también disminuyeron su caudal. El PCU mantuvo sus dos lugares en el Senado pero pasó de siete a cinco bancas en Diputados, mientras que los socialistas se quedaron con un lugar en el Senado y desaparecieron de la Cámara Baja (tenían tres integrantes).

“Somos conscientes de que tenemos una responsabilidad colosal”, había dicho la senadora Lucía Topolansky a La Diaria tras la primera vuelta al evaluar el aluvión de votos recibido. Luego de la victoria en el balotaje, esa responsabilidad se multiplicó vaya a saber cuántas veces.

Topolansky, viuda de Mujica, es otra de las dirigentes que está de salida, en tanto que la “nueva barra” del sector con el secretario de la Presidencia, Alejandro Sánchez, a la cabeza será la que marcará el ritmo del gobierno de Orsi. Allí están, entre otros, los senadores Daniel Caggiani y Sebastián Sabini, el presidente de la Cámara de Diputados, Sebastián Valdomir, el dirigente Camilo Cejas y la ministra Lucía Etcheverry (Transporte).

Sánchez es un hombre de diálogo, nunca anduvo a los pechazos con sus adversarios cuando fue parlamentario. Y nadie espera que lo haga desde la Torre Ejecutiva. Pero no hay duda de que será una pieza básica en el engranaje del poder.

Por lo pronto, fue Sánchez quien en los días previos a la asunción de la nueva administración volvió a ponerle límites al ministro de Economía, Gabriel Oddone cuando este habló de la posibilidad de desindexar salarios.

El economista independiente Oddone no es Astori. Es decir, no tiene detrás el respaldo de un sector como Asamblea Uruguay que fue el nombre de la siempre influyente ala moderada del Frente Amplio. Incluso, como ministro de Economía, Astori amenazó con renunciar durante el primer período de Tabaré Vázquez (2005-2010) cuando sectores de la izquierda pedían más recursos para la educación. Astori ganó la cuereada y, hasta su muerte, fue un referente de la socialdemocracia uruguaya.

La barra

Pero las cosas han cambiado. Ahora, el MPP atraviesa su circunstancia de mayor poderío. Más de 35 años han transcurrido desde su fundación. Es posible que muchos de sus votantes no recuerden siquiera que nació como una extensión del Movimiento de Liberación Nacional (MLN-Tupamaros), si no fuera porque la derecha cada tanto le tiraba a Mujica con su pasado guerrillero. Algunos de sus dirigentes más importantes pertenecen al MLN pese a que no participaron de aquella aventura violenta de los 60 y 70.

Los tupamaros siempre fueron un grupo heterodoxo de la izquierda en oposición a la ortodoxia marxista de, por ejemplo, el Partido Comunista. También el MPP es un sector flexible y demostró que su estrategia electoral era la indicada aunque le dejara un mal sabor de boca. “Habrá que tragarse sapos y culebras”, había advertido Mujica. Y prontamente le abrieron la puerta a blancos y colorados disgustados con su partido o buscando un lugar donde acomodar el cuerpo.

El MPP se insertó en los barrios más pobres ocupando el lugar que antes era propicio para el Partido Colorado y más que nada para el pachequismo. En esas zonas donde más que la ideología suele prender la personalidad del candidato, Mujica se convirtió en una figura casi de culto.

En las elecciones de octubre, el MPP descolló en el norte pobre de Montevideo y en algunos barrios se quedó con más del 60% de los votos del FA.

En el sector aseguran que no le aplicarán la aplanadora a sus compañeros del Frente Amplio. De hecho, Orsi se ha mostrado generoso en la conformación del gabinete y le ha cedido a los otros sectores ministerios importantes como el de Trabajo para el comunista Juan Castillo, el de Desarrollo Social para el socialista Gonzalo Civila, y el de Educación, para el astorista José Carlos Mahía.

Pero cuando se pase raya a la gestión de este gobierno, el ojo estará puesto en Orsi y en la fuerza que Mujica construyó y que se ha convertido en un frente dentro del Frente. Mujica dijo adiós cuando el MPP vive su mejor primavera.

(La versión original de esta columna fue publicada el 9 de marzo y actualizada tras la muerte de José Mujica)

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