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10 de septiembre 2025 - 5:00hs

Poco antes de que acabe este 2025 se graduarán del bachillerato los primeros alumnos que estudiaron (al menos el último año) bajo los nuevos planes que impuso la llamada reforma educativa. Según las proyecciones de Secundaria serán más de 12.000 estudiantes. ¿En qué condiciones entrarán muchos de ellos a la universidad? ¿Podrán hacer frente a una carrera cuando perdieron horas de las ciencias más exactas? ¿Son necesarias las pruebas de diagnóstico? Estas son algunas de las preguntas que inquietan a la Universidad de la República y a cuya toma de decisiones —parcial, porque es un proceso aún en discusión— tuvo acceso El Observador.

La Facultad de Química, uno de los primeros servicios en marcar la preocupación sobre qué pasará con la “nueva generación” de estudiantes, ya inició cambios. Su consejo estableció que para entrar a la carrera de grado se tiene que haber cursado el bachillerato Ciencia y Tecnología (pero específicamente el que incluya la asignatura de Química como unidad curricular y no el de Historia del Arte), o bien el bachillerato Ciencias de la Vida.

Las dudas que había planteado esta Facultad, que fue la que abrió el debate más generalizado meses después, venían acompañadas de quejas sobre la quita de horas en las ciencias más exactas, la necesidad de hacerle a los estudiantes pruebas diagnóstico y poner todos los apoyos universitarios al servicio de que los nuevos alumnos no desistan en su intento de avanzar en la carrera.

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Las preocupaciones de Química son bastante compartidas con otras carreras “clásicas” y que siguen teniendo requisitos de ingreso: como Ingeniería, Medicina, Arquitectura, Veterinaria, Economía (no así Contaduría porque hubo cambio de plan) u Odontología.

A la inversa, las carreras del área más social (como Artes, Ciencias Sociales, Comunicación, Humanidades y otras) son las que menos reparos plantearon y las que menos cambios prevén hacer.

El siguiente cuadro muestra una síntesis de cuáles carreras hicieron, harán o no harán cambios en las condiciones de ingreso de la generación made in “reforma educativa”. Es un trabajo que elaboró el Prorrectorado de Enseñanza de la Udelar luego de la consulta a cada servicio.

Prueba

Las decisiones de algunas carreras clásicas, harán que, como ya venía sucediendo, muchos estudiantes queden sin las opciones de elegir con más libertad la carrera que quieren cursar al término de la enseñanza obligatoria.

Para decirlo en número. De los 12.275 estudiantes que Secundaria estima que egresarán este año bajo el nuevo plan de estudios, menos de la mitad se podría inscribir a Química aunque quisiera. Y solo la sexta parte podría hacerlo a Ingeniería que solo acepta las culminaciones del bachillerato Ciencia y Tecnología.

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Ingeniería, de hecho, planteó que “en el nuevo plan se aprecia una reducción significativa en horas por semana de Matemática en los últimos dos años, pasando de 10 y 12 horas semanales a 8 y 9 en la nueva edición. La Facultad viene constatando una baja del nivel y aumento en la disparidad en las estudiantes de ingreso en los últimos años. Esta disminución de horas hará que la disparidad aumente, afectando diferencialmente a las estudiantes de contextos socio-económicos desfavorecidos que no pueden compensar esas falencias”.

Arquitectura, por la falta en el énfasis de Física y Matemática, negó el ingreso a los estudiantes que cursaron el bachillerato Creativo Artístico, cuando se supone que es una carrera que incluye parte de ese perfil en sus estudios.

Y casi ningún servicio de los que plantearon reparos hizo referencia al bachillerato general, el que se supone que iba a ser el buque insignia de la reforma, dado que el 65% de carreras no ponen requisitos de ingreso y la educación es obligatoria hasta el término del bachillerato.

Lo curioso es que, por una disposición del régimen de grado de la Udelar, si cualquier estudiante consigue los créditos cursando la carrera que sea en la Universidad, puede cambiarse a otra y no tiene problemas de ingreso.

El tiempo está después

Secundaria era parte de la Universidad de la República. De hecho, el filósofo Carlos Vaz Ferreira fue “decano de Secundaria”. Y fue él uno de los promotores de la separación y de darle énfasis a que la enseñanza obligatoria no debía estar al servicio de quienes seguirán una carrera universitaria, sino de qué tipo de ciudadanos como mínimo acuerdo se propone una sociedad.

Hasta llegó a decir: “los exámenes desnaturalizan el sentido educativo de la enseñanza obligatoria”. ¿Por qué? Porque crean filtros, selectividad, en lugar de intentar acompañar a que cada estudiantes elija su propia aventura y sea acompañado en su formación.

La ley de Educación, varias décadas después, fijó la obligatoriedad de la enseñanza hasta el término del bachillerato. Y, en ese sentido, el director de Políticas Educativas de la ANEP, Antonio Romano, planteó: “La Universidad y las Facultades no están teniendo en cuenta la ley: el objetivo es la formación integral de un ciudadano del siglo XXI, el bachillerato no un propedéutico para ir a la universidad… la Udelar tiene que tomar a los estudiantes como vienen, hacerse cargo y ver cómo nivelar según sus intereses”.

Los bachilleratos suelen ser la parte más conservadora de los sistemas educativos obligatorios. Y en los distintos países suele discutirse cómo congeniar esa independencia de la etapa obligatoria con los requisitos universitarios. Argentina hace ciclos básicos, otros países no tienen diversificación de bachilleratos y apelan a sistemas de cursos propedéuticos o tutorías y así…

De hecho, en su primer decanato en Ingeniería, la exministra de Educación, María Simón, había sido enfática en que una vez que los estudiantes llegan a la universidad, la responsabilidad de cómo mejorar es de las universidades y no se trata de “adjudicar responsabilidades” sobre cómo vienen formados desde antes.

Facultad de Ciencias, que es un servicio más nuevo y por ende con menos peso de aquella vieja idea del bachillerato como preuniversitario, planteó: “Creemos que una solución más acorde sería la implementación de mecanismos de nivelación o adaptaciones curriculares”. En lugar de “castigar” a los estudiantes con decisiones que hayan tomado en su época de enseñanza obligatoria.

En Psicología, cuya idea general es similar a Ciencias, sí manifestaron algunas preocupaciones extras: el control de asistencia, los exámenes que son menos frecuentes y cómo se conjuga con lo que pide la Udelar en las evaluaciones, o que la generación que ingresará pasó parte de la educación media en la pandemia.

Pese a lo que Romano insisten en definir como un “desajuste de posicionamientos de algunas facultades que piensan que lo preuniversitario sea la base”, desde el Prorrectorado de Enseñanza se afirma que los cambios no son dramáticos y que el objetivo será acompañar a los estudiantes.

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