Charles Manson

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¿Por qué tenemos tanta fascinación con los asesinos en serie?

En el marco de la Semana Negra, el psicólogo forense Gustavo Álvarez habló sobre los mitos y las leyendas en el género
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24 de julio de 2019 a las 05:02

Son símbolos magnéticos, productos culturales, la manifestación terrenal del mal intrínseco. Los asesinos seriales producen fascinación y horror en partes iguales, y en el último tiempo han propiciado una catarata de producciones que los tienen como eje. Desde Charles Manson a Pablo Goncálvez, estas figuras están ancladas a imaginario popular con fuerza y se retroalimentan de un morbo que no cesa y que pide más. Un morbo que el psicólogo forense uruguayo Gustavo Álvarez lleva tiempo estudiando.

Aunque en la literatura y el cine el género negro no se inscribe únicamente en torno a las acciones de estos criminales, la Semana Negra –que se está desarrollando esta semana y que incluye diversas actividades en torno al género– sí fue el marco para un taller impartido por Álvarez titulado Los asesinos múltiples seriales y la psicología forense, en el que el especialista abordó algunos de los mitos y leyendas que envuelven a estas figuras. Justamente sobre eso y sobre la influencia de los asesinos seriales en la cultura, Álvarez –que además es director nacional de la Asociación Latinoamericana de Psicología Forense– habló con El Observador.

Gustavo Álvarez

¿Por qué la crónica roja es tan popular hoy? ¿Las personas están más predispuestas a leer o ver sobre estos temas?

Sin hablar técnicamente, creo que es una cuestión filogenética. El sexo y la violencia son inherentes al ser humano y convocan históricamente. Yo diría que este interés es lo más longitudinal y consistente en el ser humano, y dentro de eso el homicidio está en el punto culminante. Es cierto que los medios de comunicación lo hacen más inmediato, y al haber mayor fluidez se tiene la sensación de que hay más interés hoy. Pero entiendo que ha sido desde siempre y que así seguirá.

Por lo tanto, la postura de que los medios incentivan a la gente a consumir estas cosas es errónea. Se podría decir que la persona lo busca de manera innata.

Acá juega la predisposición y la oferta. Si yo tengo una predisposición a ser consumidor de una sustancia de forma adictiva, está en mí. Ahora, si tengo una oferta más constante, abierta y consuetudinaria y en cada esquina hay alguien que vende eso que consumo, va a existir una potenciación de esa predisposición. Me va a generar un factor de riesgo. ¿Hay predisposición ante lo violento en el ser humano? Sí, la hay. Los medios lo que hacen es amplificar y dar más oferta, y obviamente quien está más o menos predispuesto va a terminar siendo captado. También es cierto que como especie, el cachorro humano aprende a partir de conductas imitativas. Los medios son grandes espejos y vidrieras, así que también es cierto que ofician de modelo a seguir ¿Modelo a seguir por todos? No, porque tendríamos que ser todos criminales. Ahí entra la otra variable, que es la estructura de la personalidad y el aparato psíquico que tiene cada uno. 

Para resumir, podemos decir que el morbo es histórico, universal y permanente.

Sin dudas. Lo vemos en la evolución humana y del cachorro humano. El niño es agresivo y violento, la cuestión es que está inserto en un contexto cultural que después, mediante la socialización, va haciendo que inhiba esas pautas violentas. Pasa con casi todos; en el caso de los asesinos seriales, no.

¿La figura del asesino serial está demasiado romantizada hoy?

El asesino serial, por antonomasia, es la figura que más ha captado la atención durante toda la historia de la humanidad. Y tiene su parte riesgosa. Cuando uno empieza a borronear la frontera entre lo que está bien y mal, entre comprender y justificar determinada actividad delictiva, entramos como sociedad a un terreno peligroso. La cuestión tiene que ser clara y tajante: hay cosas que están bien y cosas que están mal. Y ahí también incluyo a la psicología como una de las responsables: aquello de que una mala infancia explica la personalidad salvaje de algunos asesinos seriales no se condice con la realidad. Primero, porque no todos los asesinos seriales tuvieron una infancia calamitosa, y segundo porque hay mucha gente que sí la ha tenido y no son asesinos seriales. Ese argumento no se sostiene empíricamente. 

¿Dónde ha acertado el cine o la televisión a la hora de retratarlos?

En una serie de cursos que doy regularmente utilizo un fragmento de la serie Mindhunter donde se entrevista al asesino Ed Kemper, porque está excelentemente bien lograda. Ahí se demuestra palmariamente lo que es el mecanismo del asesino serial, del psicópata en este caso. Muestra el juego con el otro, la imposición, el sadismo de tener el poder y no tenerlo, el goce de producir horror en el otro. Es muy descriptiva y en ese sentido está muy bien hecha.

Ahí también se ve el coeficiente intelectual que tienen algunos.

Sí, pero hasta ahí. Porque ese es otro de los mitos: no todos los asesinos seriales son psicópatas y no todos son inteligentes o tienen un coeficiente por arriba de la media. Hay asesinos psicóticos que en el marco de episodios delirantes terminan haciendo una secuencia de homicidios. Richard Chase es uno. Él deliraba que los extraterrestres le pulverizaban la sangre y cada vez que caía en un episodio delirante, salía a matar gente, evisceraba mujeres y se tomaba la sangre para recuperar lo que él entendía, dentro de su delirio, que había perdido.

Entonces, ¿el problema del cine es que los ha metido a todos en la misma bolsa?

En una sola categoría diagnóstica, sí. No recuerdo haber visto ninguna película donde el asesino serial sea un loco delirante, entre comillas.

¿Puede ser peligroso tener tantos productos culturales sobre estas figuras? 

Potencialmente sí. Hay una categorización de asesinos que se denominan copycat que se dedican a copiar el modus operandi de grandes asesinos seriales de antaño. Pero de vuelta lo mismo: ¿Es peligroso? "Ni", diría yo. Para la mayoría de los aparatos psíquicos más o menos estructurados es algo inocuo o intrascendente. Ahora, para un porcentaje pequeño que ya está en la cornisa, puede ser el factor disparador.

De todas formas, el porcentaje de incidencia de los asesinos seriales en los crímenes es bajo. En Estados Unidos se dice que es del 1%.

Hay dos variables, y siempre sin ánimo de alertar injustificadamente. Por un lado, el porcentaje de asesinos seriales descubiertos, y por el otro, el porcentaje de asesinos seriales que operan. También hay una cifra negra, porque están los asesinos itinerantes, los que cambian de escenario. Pongamos el ejemplo de Uruguay: si uno no trabaja desde la psicología criminalística en conjunto con los aparatos de investigación del Estado, fácilmente se puede pasar inadvertido un asesino serial en cualquier parte del país. Hay variables que tenemos que tomar en cuenta desde la psicología criminalística: el perfil psicológico, el modus operandi, el tipo de escenario de crimen. Si tenemos confluencia de similitudes entre esas variables, tendríamos que empezar a pensar que eventualmente podría estar operando alguien que repite determinados asesinatos con un período de enfriamiento, que es lo que define, entre otras cosas, a uno de estos asesinos. 

En Uruguay tuvimos un único caso, que fue Pablo Goncálvez. ¿Eso está predispuesto por la densidad de población o por cómo está estructurada la sociedad?

Hay una definición cuantitativa del asesino serial, que es dos o más muertes hechas por el mismo individuo con un período de enfriamiento. Yo discrepo un poco con eso de cuantitativo; creo que va más por lo cualitativo, por cuál es la motivación intrínseca y subjetiva que tiene el individuo para matar. Si no, un asesino serial que realmente mató más de una vez, pero que no fue descubierto no entraría en la categoría. O si cae por otro delito tampoco lo sería. Creo que pesa más lo subjetivo que lo cuantitativo. En cuanto a por qué tenemos pocos puede ser porque no tenemos el experitise como para poder interrogarnos si hay algún otro operando o no. Había un par de enfermeros que después fueron sobreseídos, a los que todo el mundo se precipitó a llamarlos asesinos seriales y ángeles de la muerte, y después la Justicia entendió que no lo eran. Los que trabajamos en forense y criminalística tenemos que tener mucho cuidado cuando hablamos en los medios, tenemos que estar seguro de que lo que decimos está sustentado en elementos técnicos. 

¿Qué pasa cuando el asesino serial se convierte en un símbolo, como pasa con Charles Manson? ¿Cómo hay que tomar ese fenómeno?

Con preocupación. Obviamente, entre todos los seguidores que compraron las camisetas de Manson y lo sigue, el 99% puede llegar a idealizarlo pero en el momento de llegar a imitar su conducta no lo pondría en acto. De todas maneras es algo que se debería mirar con preocupación. Cuando la persona comienza a idealizar una idea o persona y eso le obnubila la capacidad crítica, a mí me pone en guardia. Pero termino con una puntualización, para demostrar lo particular de este tema: Charles Manson es hoy el mayor ícono del asesinato serial (fue condenado por conspiración para el asesinato de siete personas). Y sin embargo, Manson nunca llegó a matar a nadie. 

 

Qué hacen
Específicamente, ¿sobre qué aplica la psicología forense?
La psicología jurídica, que es la especialización madre de la forense, es una especialización dentro de la psicología, pero no es psicología clínica, no es psicoterapia, es algo diferente. Dentro hay varias sub especializaciones: la penitenciaria, la victimológica, la forense –que somos aquellos que hacemos peritajes en asesinatos o abusos sexuales, entre otras cosas– y la psicología criminalística, o aplicada a la investigación criminal. En esta última se actúa de forma más activa en la investigación policial o, eventualmente, a la judicial. Se utilizan técnicas como el perfilamiento criminal o la autopsia psicológica.
¿Qué grado de desarrollo tiene esta especialización en Uruguay?
Bajísimo. Y hay menos desarrollo aún en la psicología aplicada a la investigación criminal. No hay formación orgánica, más allá de que la Universidad Católica tiene algunos cursos y que los técnicos del Instituto Técnico Forense (ITF) tienen muy buena formación. 
 

 

La Semana Negra
Hasta el sábado 27 habrá actividades en tres puntos de la ciudad por la celebración. Estas son algunas de las destacadas.
Miércoles 24, Cinemateca: Proyección de Los Sobornados (The Big Heat, 1953)  Dir: Fritz Lang. Con Glenn Ford, Gloria Grahame, Jocelyn Brando. 89 min.
Jueves 25, Museo de Artes Visuales:  En Museo Nacional de Artes Visuales: 18 hs, diálogo de la escritora Claudia Piñeiro con Alicia Escardó; 19 hs "Casos policiales no resueltos en Uruguay", con César Bianchi y Robert Parrado; 20 hs "Cómo se cuenta una historia policial" con Florencia Etcheves sobre sus novelas y su proceso creativo.
Viernes 26, MNAV: 19 hs "Dos escritores y su mundo creativo. Con Juan Carrá (Arg) y Milton Fornaro. Modera Soledad Legaspi.
Sábado 27, MNAV: 16 hs "Literatura a prueba de balas" Rescatando autores que rompen las reglas del género. Con Renzo Rossello y Elvio Gandolfo; 20 hs presentación del libro: Semana Negra Archivos Confidenciales
 

 

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