Pau Delgado Iglesias en la entrada de la sala 3 del MNAV

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"Estar igual que el resto": la muestra que apagó las luces del museo

Pau Delgado Iglesias invita a reflexionar sobre el poder del ojo hegemónico a través de la experiencia de personas ciegas de nacimiento
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17 de agosto de 2019 a las 05:02

La expresión de los trazos, la intensidad de los colores, la inminente belleza, el estilo bien marcado de los genios. Valoraciones que pueden despertarse –o no– tras apreciar una pieza de arte. Y el 2019 tuvo mucho de eso. Picasso, La Bauhaus, Alfredo Ghierra, Costigliolo, Figari y varios artistas y escuelas más fueron anunciados a todo trapo por parte de museos que celebraron tener sobre sus paredes y vitrinas, obras con procedencias exquisitas. Pero entre toda esa algarabía, un rincón íntimo, oscuro y peleador –en el mejor de los sentidos– se abrió el paso en el Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV) y propuso algo diametralmente opuesto. Pau Delgado Iglesias creó Estar igual que el resto

La muestra es fruto de cinco años de investigación y de conversaciones con personas no videntes de nacimiento de distintas ciudades del mundo como Montevideo, Lima, La Habana, Santiago de Chile, Buenos Aires, Hereford, Asunción y Berna. Delgado Iglesias, que se considera a sí misma una obsesiva del discurso, unió frases de distintas individualidades que en su montaje final reproducen un discurso bien potente y cargado de sentido.

Al entrar a la sala 3 del MNAV podrá sentir una sensación de vértigo o incertidumbre que, la seguridad de las imágenes y luminosidad del resto del museo, seguro no le generan. Pero después, toda esa incertidumbre, fruto de la oscuridad, será ínfima al lado de túnel introspectivo que puede llegar a transitar si se adentra en las perplejidades del discurso que allí se compone. Un sillón, tres pantallas, la proyección de distintas voces en videos que marcan apenas algunas siluetas y un fondo musical que acompaña sin atormentar, son las herramientas de las que se vale esta muestra. 

Gabi Rechsteiner de Suiza.

En un mundo signado por la percepción visual como vía directa a una verdad universal que determina relaciones humanas, que construye identidades y que fabrica estereotipos de belleza, Delgado Iglesias invita a reflexionar, primero, ¿qué pasa con las personas que son ciegas de nacimiento? ¿Qué significa toda esa información para ellos y cómo la construyen? A raíz de eso, su apuesta interpela aún más: ¿Qué dicen las experiencias de las personas no videntes sobre el peso del poder de la mirada hegemónica?

Delgado –artista visual, docente, economista y columnista en el semanario Búsqueda– viene incursionando activamente en el terreno de las artes visuales desde hace casi dos décadas. Su trabajo parte desde una militancia feminista y desde un acto político en sí mismo, que escarba y cuestiona la estructura que moldea el ojo. Así, por ejemplo, en su última muestra individual Cómo sos tan lindo  –que fue en 2010–, fotografió y conversó con cientos de hombres de distintos lugares del mundo para indagar en la construcción de las masculinidades y abordar cómo se relaciona el hombre con la belleza física.

“Siempre trabajé desde distintas obras el tema de los estereotipos, de cómo lo cultural mediático nos deviene y cómo nos vamos formando en función de todas estas imágenes”, contó Delgado Iglesias que hace unos cinco años comenzó a reflexionar cómo sería todo si no se pudiera ver, si no se tuviera toda la información visual.

Como no conocía a nadie cercano con ceguera, la artista se acercó a la Unión Nacional de Ciegos del Uruguay desde donde la ayudaron a establecer los primeros contactos. Su idea era acercarse a personas que fueran no videntes de nacimiento para abordar cómo vivían la construcción de sus identidades, principalmente la sexual y la de género. “Empecé inocentemente y me encontré con que todo lo que yo pensaba que no permeaba en ellos, lo hacía mucho más de lo que se me hubiera ocurrido al principio. Fui entendiendo que toda esta dimensión construida de la mirada que tenemos es a tal punto montada que incluso cuando nunca viste, tenés la misma construcción”, afirmó.

“¡Qué boludo!, ¿cómo me fijaba en que sea una rubia de ojos celestes? ¿Y a mí qué carajo me importa que tenga ojos celestes? Pero bueno, es lo que culturalmente me imponía la sociedad. Pero no es algo que nos atañe solo a las personas que no vemos; creo que todo el mundo está muy pendiente de lo superficial”, dice durante la proyección Hernán, un argentino que contó que cuando era más chico, afirmaba que le gustaban las mujeres con esas características. Y la invasión de los preceptos del mundo visual sobre las personas que no ven se manifiesta de varios modos más. Otra de las mujeres consultadas cuenta que siempre le gustó vestirse a la moda y hay quienes cuentan que suben selfies a las redes sociales, por ejemplo. 

“Si seguimos creyendo que tenemos una libertad de elegir o gustos reales propios, hay algo que nos estamos perdiendo. Evidentemente esas cosas están operando en alguna capa”, reflexionó Delgado.

Los discursos recogidos por la docente cuestionan un montón de aspectos normalizados que están fuertemente ligados a la superficialidad que signa los vínculos humanos. Una chica se pregunta qué significa tener una “cara linda” y otro muchacho no entiende por qué sus amigos le decían que la chica con la que salía antes era “gordita” y la encasillaban en ese lugar. También hay quienes critican el lugar cosificado que ocupan las mujeres en los discursos de los hombres.

Tras adentrarse en el universo de Estar igual que el resto las preguntas intrínsecas caen como baldazo de agua fría ¿Qué de todo lo que vemos nos pertenece? ¿Hay algo que se ubique dentro de nuestra percepción visual que no esté contaminado por el poder hegemónico de la mirada? ¿Hasta dónde tenemos determinada la mirada?

Para la artista y docente, trabajar con personas ciegas de nacimiento nunca supuso posicionarse desde un afuera. Todo lo contrario. “Me resultaba interesante ese diálogo y lo que nos dicen las experiencias de esas personas a los que sí vemos y que creemos que estamos en un lugar de privilegio porque tenemos la vista”, aseveró.

Porque a priori, una persona que escuche al pasar sobre esta muestra podría suponer que se trata de la exposición de una realidad ajena, que no le pertenece. Error. Estar igual que el resto habla de la sociedad y remueve conceptos universales.
 

Laila Grillo de Berna.

La sexualidad

Otra de las cuestiones que aborda Delgado Iglesias es cómo viven su sexualidad los no videntes. Una de las uruguayas entrevistadas, le agradeció a la artista: “¿Te das cuenta de que incluiste a una mujer ciega hablando de masturbación femenina? Ya con eso te ganaste el cielo”. La docente problematizó el hecho de que los discursos sean siempre contados por los mismos. De hecho, históricamente, la construcción de la sexualidad se realizó desde un lugar machista, cosificador de la mujer, donde el placer es el placer del hombre.

Delgado se mostró contraria a la idea que se repite una y otra vez de que los hombres se excitan a través de las imágenes, más que las mujeres. “¿Y un hombre que nunca vio?”, cuestionó.

La artista contó que a través del diálogo con las personas ciegas pudo ver a la excitación sexual desde un lugar menos impuesto o, al menos, con una vuelta más auténtica en relación a aquellos que sí ven. Un hombre, por ejemplo, describió lo atraído que se sentía por el roce del pelo de una mujer, un estímulo que en personas videntes quizá resulte corriente.

“Yo pienso que cada persona tiene como una especie de campo magnético. Las personas que ven, en su mayoría no se fijan en eso; eso no lo sienten, porque van a lo superficial”, enseña en la proyección que está en el MNAV Geudis, un hombre cubano.

¿Quién soy?

“El verse a través de lo que el otro dice, cuando vos no te podés ver a vos mismo, es muy difícil, porque tu visión de vos en verdad no es la tuya; es la que te hicieron tener a través de los ojos del otro”, dice Sofía (uruguaya de 19 años) en una frase tan potente que precisa de una masticación bien lenta.

¿Solo las personas no videntes, como Sofía, necesitan del otro para verse a sí mismos?¿Qué tanto de la forma en la que uno se ve a sí mismo está determinada por los ojos ajenos? Porque nadie nació identificándose como lindo, feo, flaco, gordo, morocho o narigón.

En ese sentido, Delgado subrayó que las personas se van construyendo a través de los ojos del otro, y además, todo el tiempo necesitando de la aprobación de ese otro.

Y eso no pasa solo con la construcción de identidades propias. También cuando se habla o se piensa a otra persona es muy difícil que lo visual no aparezca. La artista dijo, “si pensás en una persona que conocés, lo primero que se te viene a la cabeza es una foto de ella. Tenemos muy tomada la forma de sentir a otros a través de lo visual”.

La zanahoria universal

Estar igual que el resto podría evocar un título inclusivo. También podría corresponderse con una mirada romántica y naif que persigue una sociedad más justa e igualitaria. Pero no es más que una evocación a la ridiculez humana.

El nombre que eligió Pau Delgado Iglesias para su muestra es una patada en el pecho, porque esconde una crítica bien dura. La mayoría de las personas –determinadas por un ojo entendido como propio– buscan estar iguales a la mayoría para sentirse parte. Y esa zanahoria imaginaria que todos persiguen, no es más que el miedo a ser diferente.

“Estamos todo el tiempo haciéndonos los especiales, con esos mensajes que te fomenta el sistema de que cada uno es distinto. Pero estamos todos queriendo ser iguales al resto”, concluyó la artista.

Parte del equipo
Algunos datos de Estar igual que el resto que se podrá visitar hasta el primer domingo de setiembre, de martes a domingo de 13 a 20 horas:
  • La curaduría es de Andrea Giunta
  • La música se grabó en Londres por Nick McCarthy (exguitarrista de Franz Ferdinand) y Sebastian Kellig
  • La edición estuvo a cargo de María Inés Arrillaga y Agustina Willat
  • De la posproducción de sonido se encargó Daniel Yafalián

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