Manuel García Rosa sentía que no crecía, que un año le iba bien y que al año siguiente perdía la mitad de lo que ganaba. Contrataba empleados, pero no les podía pagar. Eran muchos dolores de cabeza para mantener un trabajo combinado con una pasión y en 2016 vendió su academia de golf. Con esos ahorros, García Rosa, su esposa y sus dos hijos vivieron durante cuatro años por el mundo, pero tras la pandemia del coronavirus y el nacimiento de la tercera hija el matrimonio piensa –como miles de argentinos– en Uruguay como destino permanente.
Esta nota es exclusiva para suscriptores.
Accedé ahora y sin límites a toda la información.
¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá