Uruguay hizo un primer tiempo acorde a lo esperado: esperando con un 4-4-1-1, con Arévalo como tapón atrás y con Tata González pegado a él, con función de seguir a Messi cuando se moviera de la punta al sector derecho de su ataque. Cebolla y Rolan hacían la primera línea de defensa, buscando cortar a los laterales o a los extremos de Argentina, Messi o Di María.
Y lo pudieron hacer: Argentina no tuvo casi ninguna jugada de esos jugadores apilando. Sin embargo, esta Argentina tiene muchos recursos. Sin esas asociaciones en corto buscaron pases con un poco más de velocidad y distancia, y lo lograron.
Con el correr de los minutos Argentina descubrió dónde hacer daño: en el espacio entre los volantes y los defensas. Allí recibieron pases Agüero, Di María o Pastore, y probaron peligrosos tiros de afuera.
Uruguay buscó corregir eso recostándose sobre su zaga. Pero claro, retrocedió mucho, y la única forma de responder al tener la pelota era con pelotazos, porque no podía salir con pases desde allí. Fue el peor momento de Uruguay, sufriendo y mostrando a Muslera como figura.
Sobre el final Uruguay pudo adelantarse. Primero con alguna pelota quieta, y luego presionando arriba ante un equipo que se cansó y empezó a probar pelotazos, y el equipo de Tabárez pudo ganar la primera pelota para cortar cualquier contra argentina.
En el segundo tiempo Uruguay volvió a retroceder. Y aunque tuvo más efectividad en los pases, volvió a quedar contra la cornisa. Lo aprovechó Argentina, en la primera que la zaga no pudo ganar: pase de Pastore a Di María, centro y gol de Agüero.
Con el gol Tabárez mandó cambios: Sánchez por Cebolla y Abel Hernández por Lodeiro. Fue a buscaron, y Argentina se cerró, a diferencia del partido ante Paraguay. Rolan tuvo la más clara solo con el arco libre, y Abel otra en el final.
Al final Uruguay quemó las naves, lo fue a buscar y lo pudo tener, pero Argentina defendió bien. La celeste se acordó tarde de atacar.