Boca Juniors se despidió en la noche del martes de su hinchada en Buenos Aires con un banderazo mientras el ómnibus del equipo, que avanzaba empujado por los propios aficionados y con ultras presentes, salía al aeropuerto para ir a Madrid a jugar la final de la Copa Libertadores contra River Plate.
Los jugadores y el cuerpo técnico de Boca Juniors salieron desde los alrededores de la Bombonera y a la salida del barrio de La Boca les esperaba su afición, entre las que se encontraban miembros de la barra brava relacionada al club, "La 12", que escoltaron al autobús entre cánticos y bengalas.
Uno de los barras presentes fue Rafael Di Zeo, una de las personas más conocidas de la barra brava de Boca, que se situó a pocos metros al frente del ómnibus y caminó abriendo paso al equipo.
Alrededor de 500 aficionados ajenos a la barra quisieron despedir a su equipo y permanecieron durante toda la tarde hasta que, pasadas las 23.00 horas, apareció el ómnibus, con Darío Benedetto y Fernando Gago en las primeras filas para acompañar las canciones de los hinchas.
Carolina Fignioni, aficionada xeneize, dijo a Efe que se emociona tan solo de poder ver a los jugadores antes de la final para decirles adiós, mientras Tania Valdés insistió en que le habría gustado que este superclásico se jugase en Argentina.
"Pero si no se puede y si no queda otra ya está, la ganaremos allá", aseguró.
Con cánticos de apoyo y burlas para sus clásicos rivales, la afición 'xeneize' se citó en la tarde del martes en el Parque Lezama de la capital argentina, próxima a la mítica Bombonera en el barrio de La Boca, para desplegar su pasión por los colores azul y oro.
Fue la última expresión de apoyo en suelo natal para el plantel de Boca.
Una marea de banderas con los colores del club inundó el monumento central del Parque Lezama y una enorme réplica de la Copa Libertadores pasó de mano en mano en medio de los cánticos. "En España cueste lo que cueste, en España tenemos que ganar", cantaron.
Familias enteras se entregaron al frenesí 'xeneize' donde no faltaron alusiones a River Plate y su fatídico paso por la segunda división tras descender en 2011.
"River decime que se siente haber jugado en la B, 'gallina' esa mancha no se borra más", cantaban como parte del folclore de la clásica rivalidad.
Boca parte entonado por la victoria (1-0) del domingo ante Independiente por la Superliga argentina.
Envueltos en el humo azul y amarillo de las bengalas los hinchas de Boca se ilusionan con que el equipo que conduce Guillermo Barros Schelotto obtenga su séptima Copa Libertadores, para de esa manera alcanzar a Independiente como los máximos ganadores del torneo que se disputa de 1960.
También el martes por la tarde una falsa denuncia de bomba obligó a desalojar la Bombonera y el episodio amenazó con empañar la despedida, que finalmente pudo concretarse sin incidentes.
Boca Juniors despegó desde el aeropuerto de Ezeiza con destino Adolfo Suárez-Madrid Barajas alrededor de la una de la madrugada del martes al miércoles hora local.
Por otra parte, sus rivales de River Plate salían hacia Madrid el miércoles por la mañana.
La Conmebol cambió la sede del encuentro después de que el partido original, que se iba a disputar en el Monumental, se suspendiera después de que hinchas de River lanzaran piedras sobre el autocar que transportaba a los futbolistas y el cuerpo técnico de Boca, lo que provocó heridas a varios jugadores.
Así, el choque que consagrará al campeón de la Copa Libertadores 2018 se jugará en el Santiago Bernabéu el próximo domingo a las 16:30.
Con base en EFE y AFP
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