Martín Seefeld
Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > ENTREVISTA

Martín Seefeld: "Cuando hacés llorar a alguien parece que fueras el mejor actor del mundo y cuando lo hacés reír no"

El actor argentino habló sobre Holter, la obra que presentará en Punta del Este este enero, sobre la vuelta de Los Simuladores y sobre el humor
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23 de diciembre de 2022 a las 05:03

Nació de una necesidad. De las ganas de contar qué pasa en el momento de plantarse ante las situaciones límite que nos hacen sentir endebles. Cuando aparecen los miedos, ocupan toda la cabeza y aunque de esos miedos solo ocurra el 2%, el otro 98% sigue dando vueltas y la vida puede irse pensando en esas preocupaciones. De darse cuenta de que en algún sentido, la vida se pasó en esos pensamientos y ahora la estamos corriendo de atrás.

Martín Seefeld lo sintió y de ahí, de su cabeza, nació Holter, la obra que confeccionó junto a sus habituales colaboradores, Sol Levington y Sebastián Meschengieser, y que entre el 7 y el 22 de enero presentará en la Sala Cantegril de Punta del Este. Más que obra, aclara, es un espectáculo. “Es una suerte de music hall, con escenas, monólogos, música, escenas que terminan en baile, otras no”, describe el actor argentino de 62 años. 

Además de ser uno de sus creadores, Seefeld es también el protagonista de Holter, en la que acompañado por la argentina Luly Drozdek y el uruguayo Gastón Torello, crea una historia que sigue durante 24 horas a un hombre que transita su vida cotidiana portando el instrumento médico del título, esa herramienta utilizada para monitorear el funcionamiento cardíaco y sus reacciones a distintas situaciones. El vínculo con su esposa, con sus hijos adolescentes, con el trabajo, con la propia existencia argentina pasarán por ese monitor en una obra que, advierte Seefeld, es muy autorreferencial y catártica.

Sobre ella, sobre lo que busca al actuar y hasta sobre la futura vuelta de Los Simuladores, la serie que sigue siendo su papel más conocido, el actor argentino conversó con El Observador.

¿Cuál fue el click personal que lo llevó a crear Holter?

Darte cuenta de lo que perdiste. Tiene que ver con los miedos que nos produce la finitud, y las preguntas que nos lleva a hacer. El espectáculo es catártico y creo que tiene que ver con la profundidad de poder analizar la elección de vida, la relación con los hijos adolescentes, que tienen otra estructura y vos te tenés que, como se dice, deconstruir, con todo lo que eso implica. Ellos son un vendaval, que van a una velocidad que vos no tenés. Y por otro lado lo que es el matrimonio de 33 años, porque hoy las alternativas son miles y la realidad es que el verdadero desafío para mí es quedarse. La relación con los viejos, con los que no están, o con el que los tiene. Creo que hay algo que a uno lo formó, y de lo que no se puede prescindir, ni tampoco olvidar. Entonces, creo que el espectáculo navega entre lo que es la descripción de la realidad y la profundidad y la emoción, el humor. La mejor manera de abordar cualquiera de estos temas es el humor y la alegría. La alegría que tiene la música, el baile, que en mi vida son una parte muy presente.

¿Cómo es su vínculo con el baile?

Muy fuerte, una de las cosas que más amo en la vida es bailar. Me encanta. 

¿Es buen bailarín?

Sí, la verdad es que bailo. Por lo menos es lo que me dicen todos. Tenía una madre madrileña, y abuela también, y los domingos se bailaba en casa. Entonces eran 20, 25, 30 personas, con amigos, tíos, primos, y todos bailando, los grandes con los chicos. Recuerdo esa etapa como algo muy feliz. Por supuesto que también tengo otros recuerdos no tan buenos, pero ese para mí es un recuerdo muy vívido, siempre. La fiesta, el festejo. La vida hay que festejarla.

¿Holter es una obra autobiográfica o autorreferencial?

Tiene mucho de autorreferencial, tiene mucho de catártico y tiene mucho de años de terapia. Pero tiene un alto nivel de identificación, creo que en esa obra hay muchos padres como yo, hay muchos adolescentes hijos, muchos abuelos, muchas mujeres, muchos matrimonios. Creo que seguramente la obra te agarre por algún lugar y te lleve a decir “me estoy riendo, no sé muy bien de qué”. Sin ir a un pozo ciego, porque me parece que no tiene mucho que ver con lo que yo quiero de la vida y del espectáculo. Tiene que ver con ir a ese lugar en el que no te podés hacer el boludo, algo que me parece que está bueno poder transitar, que tiene que ver con esto de un universo propio y la metáfora del holter, o esa metáfora de las 24 horas que en realidad son la vida de los personajes. 

Seefeld con el elenco de Holter

¿Tomó al humor como herramienta para confrontar miedos?

Para mí el humor fue algo salvador. En situaciones muy graves y límites fue salvador. El sentido del humor, que para mí está muy ligado a la inteligencia, fue salvador. Creo en el humor inteligente, en el humor sano, no me gusta reírme de, me gusta reírme con la gente, o en conjunto y sobre todo reírme primero de mí mismo. Creo que de eso se trata. Cuando podés reírte de vos mismo ya después no hay nada. Creo que como mensaje está bueno apostar al humor, porque somos muy dramáticos en general, el ser humano a veces se regodea mucho en el tango, en el drama, y creo que hay que salir un poco de ahí. En definitiva, después te terminás dando cuenta de que más allá de lo que padecés, siempre hay una parte que te redime.

¿Qué lo hace reír?

Tengo un humor muy a flor de piel. Me hacen reír ciertas ironías, me hacen reír mucho los bloopers, no lo puedo evitar. Me mata. Un día se cayó mi abuela en la calle y no la pude levantar. No es una cosa de maldad, es que me causa gracia. Hay situaciones que me vuelan la peluca. Después, me gusta el humor inteligente, sutil. Por eso creo que también hay que entender cuando conocés a alguien, que cosas le hacen reír, sobre todo porque si hay algo que no lo hace reír, no tenés que hacerlo. No me gusta el humor chabacano para los espectáculos, no me gusta la puteada por la puteada en sí misma, me gusta cuando entra bien. Con razón de ser, cuando estás hablando de tu viejo y decís “pero mirá este pedazo de hijo de puta”. La puteada chabacana, la grosería per se, no me gusta.

Se suele decir que hacer humor es más difícil que hacer drama, ¿qué le indica su experiencia?

Para mí es más difícil hacer humor que drama. Creo que el humor es un género bastante bastardeado en general, cuando hacés llorar a alguien parece que fueras el mejor actor del mundo y cuando lo hacés reír no. Pero creo que lo que hay que buscar no es solo hacer reír o llorar, sino la verdad. Es esto que decía Mamet, no busques la lágrima, contame la verdad. Después lo que surja de esa verdad te puede hacer reír o llorar. Yo trato de buscar la verdad en cada cosa, en cada situación, en cada escena, para que cuando veas la obra la veas de verdad, transites esa emoción. Ahora, si ese tránsito resulta gracioso, bienvenido sea, y si resulta emocionante, bienvenido sea. Pero no busco con artilugios, busco la verdad. Mi verdad. Y que te llegue al corazón. Después, por ahí eso lo logro o no y tengo que aceptar mis limitaciones. Pero lo que busco es eso. Siempre. Reconozco que a un montón de actores buscando lo otro les ha ido fantástico, y me parece que es su realidad y su objetivo, y te juro que los recontra respeto. Pero aprendí de grandes actores, mirándolos y laburando con ellos, a trabajar de verdad. Sin ir más lejos, Los Simuladores, es un programa en el que no hacemos ni una mueca y vos te cagas de risa. Porque sale de la nada, de la verdad de la situación. ¿Por qué? Porque está bien escrita. Cuando hay un buen texto, vos no necesitás hacerte el gracioso, porque vos estás contando lo que te pasa de verdad. Puede ser graciosa tu forma de contar, pero estás contando la verdad que te pasa y creo que ahí está todo. Después a cada uno con esa verdad le pasan cosas distintas. Cuando la obra está en la calle ya soltás, uno te va a aplaudir, a otro no le va a mover un pelo y está bien así. 

Al momento de hacer un monólogo, ¿en el teatro es un desafío mayor porque recae todo sobre el actor, mientras que en cine y televisión influye quizás también el trabajo del director o un técnico?

Siento que monologar es muy difícil, tanto en cine, como en teatro o en televisión. Porque cuando lo hacés siempre estás solo. Si tenés una escena donde vos llevás el texto y hacés todo el monólogo pero con alguien más, te ayuda, pero cuando estás solo es más complejo. Por eso lo que intento hacer es tomar contacto con lo que me pasa mientras te estoy contando lo que me pasa. Tomo contacto conmigo para contarte lo que me pasa, no tomar contacto con vos para que te rías o llores con lo que me pasa. Trato de transitarlo yo. Ir hacia adentro para sacar. Es un loop raro. Transitarlo para llegar a esa verdad y contarlo con esa verdad. 

¿Vivir en Argentina es un riesgo cardíaco adicional?

Creo que Argentina es claramente un holter. No hay ninguna posibilidad de vivir en Argentina y tener una vida tranquila. Porque cuando vos no tenés seguridad jurídica, de arranque, donde las reglas de juego te cambian a diario y todo el tiempo tenés que estar acostumbrándote a nuevas reglas, y adaptándote, y sintiéndote enormemente avasallado, es muy difícil. Es difícil acostumbrarse a trabajar, saber que todos los días las cosas van a tener un precio distinto, que todos los días van a cambiar las cosas. Es un holter muy complejo, y por cómo nosotros vivimos las cosas... Somos muy vívidos, muy fuertes. Lo ves ahora con el Mundial. Y creo que además se suma que necesitábamos festejar algo. Ustedes viven con una calma que se las envidio de verdad.

¿En qué etapa de producción está el regreso de Los Simuladores?

Estamos trabajando fuerte y con ganas en la vuelta de Los Simuladores, en vías de empezar a filmar el próximo año. En eso estamos, es el deseo, y para lo que estamos laburando. Se está trabajando en el guion, está todo bajo siete llaves. Así que ojalá llegue y que sea un hermoso retorno.

¿Cómo fue el momento que supieron que se concretaba esa vuelta?

Trabajamos mucho nosotros para que suceda, y cuando lo terminamos de concretar fue muy emocionante para todos, porque es un proyecto que es un hijo nuestro, nosotros somos familia, y al ser familia cambian las cosas. Es casi un hecho familiar, como la palabra lo indica. 

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