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De la ilusión a la desesperación: este no es el Uruguay que prometían

El VAR y Maxi Gómez rescataron a los celestes de la sensación de desencanto, frente al televisor, de la nueva selección
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08 de octubre de 2020 a las 23:31

Ilusiona con los nombres. Con la estrategia. Con la apuesta al fútbol en esta nueva versión tras la renovación que llegó desde el semillero del Complejo de la AUF con volantes de una calidad técnica como hacía décadas no tenía la celeste. Genera expectativas. Entusiasma. Realmente entusiasma. Los vaticinios previos pronostican goleada, incluso cuando en el inicio de las Eliminatorias no puede haber margen para ello. Pero, ¡termina como siempre! Se desinfla ese globo de las fantasías que se desprenden de los nombres y el fútbol le devuelve a Uruguay una bofetada futbolística.

El gol de Maxi Gómez en los descuentos rescata de los pelos a la selección cuando caía por el tobogán y el empate era un gran premio por la forma que cerraba el partido. Por esa razón, con el 2-1 ante Chile en el estreno del clasificatorio para Catar 2022 se apunta una victoria que comienza a abonar el camino para llegar al Mundial. Sin embargo, es muy poco para todo lo que prometía.

Hacía 11 meses que Uruguay no jugaba. Ese no es un detalle menor. Que se suma a otros asuntos del fútbol en la pandemia: jugar sin público, llegar a Montevideo a dos días de los partidos, estar en pleno inicio de una temporada europea tan singular como nunca se vio, con un receso por el covid-19, un cierre de la temporada 2019-2020 en un mes y medio, licencias más corta y la vuelta a la competencia. Además, en el caso de los históricos de esta selección (Cáceres, Godín y Suárez), que comienzan a sufrir el paso de los años y el declive futbolístico. Porque ya no son aquellos dioses futbolísticos, aunque puedan seguir expresando cada tanto destellos de aquellos días gloriosos, y que ahora tienen la responsabilidad histórica de acompañar el proceso natural de renovación, para poner la espalda ancha que tienen para sostener la consolidación de los jóvenes.

De la ilusión a la desesperación frente a la TV

Tabárez se estrenó en las Eliminatorias con una nueva expresión futbolística, que viene moldeando desde el quiebre en 2017, cuando debutó Federico Valverde.

Ese equipo que se defiende con la pelota genera ilusión, y ese 4-1-4-1 a la hora de defender o 4-2-3-1 que parecía dibujar en el campo cuando atacaba, plasmó en la cancha una expresión de juego que a través del televisor devolvía frescura.

Bentancur, el péndulo de este equipo en la mitad de la cancha, en ese 1 atrás de los cuatro volantes, dotó a la formación celeste de un equilibrio que no estaba patentado por la celeste en ese formato de fútbol.

Con el de Juventus atrás de la línea de volantes, Valverde unos metros adelante, tres delanteros veloces (Brian Rodríguez, De la Cruz y De Arrascaeta) a las espaldas de Suárez formaban un buen ejército para atacar el arco visitante.

Así avanzaron en el campo durante 20 minutos. Con la pelota. Con convicción. Tomando riesgos. También este escenario lleva a aprender a convivir con el riesgo defensivo, y aceptar los sustos por los fallos como parte del precio que hay que pagar por la exquisitez en otros aspectos del juego.

Son apuestas que devuelven otras sensaciones y que se transforma en juego en la cancha del rival. En ese remate de Valverde, a los 9 minutos, cuando se llenó el zapato y dejó vibrando el arco de Chile con el tiro en el travesaño quedó dibujado lo mejor de este Uruguay, por la forma en que diseñaron la jugada.

A Uruguay le costó sostener ese ritmo. Se empezó a apagar poco después de los 20 minutos y cuando el partido empezaba a cambiar, el VAR le devolvió a Uruguay la paz que había perdido en la Copa América de Brasil 2019, con aquella posición adelantada de ocho centímetros de Cavani que dejó a la celeste fuera de carrera del torneo continental. Suárez transformó en gol su penal y extendió su registro histórico con la selección.

De ahí en más, Uruguay se apagó. Y cuando un equipo que juega con la pelota se apaga comienza a correr riesgos que en la vieja versión de la selección no sucedía. Porque aquel equipo de los dientes apretados, nunca se apagaba. De todas formas, es imposible imaginar a este Uruguay jugando como la selección de hace una década. No tiene jugadores para ello. Y está bien todo eso que quiere expresar con la pelota.

Cuando un equipo se empieza a deshilachar quedan dos caminos: el técnico cambia, o se hunde en su fantasía.

¿Qué sucedió? A Tabárez se le empezó a apagar el equipo en el segundo tiempo y se demoró en agilizar los trámites para cambiar el fútbol que se desmoronaba ante el dominio de Chile.

El nuevo escenario de fútbol en tiempos de covid-19 exige otro movimiento del equipo.

Los cinco cambios que votó FIFA son una carta en la manga para situaciones como las que sufrió Uruguay. Sin embargo, el DT se demoró en las variantes, y el espectador se desesperó frente al televisor cuando vio la forma en que Bentancur siguió siete minutos más en cancha después de cometer una falta para segunda amarilla y expulsión.

No es nueva la lentitud de Tabárez para hacer cambios. Forma parte de su estilo. El DT suele dejar largo tiempo en cancha, sin retoques, al equipo por el que apuesta para cada partido, incluso cuando la tribuna pide cambios. Ahora no tiene a nadie que le grite por los cambios. No se apura a modificar. Confía en su plan. Así dirigió siempre en la selección, y obtuvo muy buenos resultados. Así que no va a cambiar. Pero, este nuevo escenario de fútbol con cinco cambios le permite esa alternativa que el entrenador desperdició en este estreno.

Se guardó los cambios. Realizó el primero a los 55 (Nandez por De la Cruz), dos a falta de 14 minutos para el final, cuando Uruguay parecía ahogado y el equipo se le había desfigurado por completo (Arambarri por Bentancur y Jonathan Rodríguez por De Arrascaeta), a Maxi Gómez lo mandó a la cancha faltando cuatro y se guardó una variante.

Fue así como con desesperación, porque a través del televisor se veía cómo un equipo que salió como protagonista se había desfigurado, con una cuota de fortuna y la capacidad goleadora de Maxi Gómez Uruguay firmó el triunfo. Sumó tres, pero arrancó muy lejos de lo que prometía en su propuesta.

Es cierto que al Mundial se clasifica sumando puntos, pero esta selección tiene suficientes valores como para que esos puntos lleguen acompañados de una buena expresión futbolística. Este jueves tuvo la justificación de 11 meses sin jugar y que los jugadores llegaron dos días antes del partido, pero no los libera para el futuro de la responsabilidad de elevar su nivel y regalar el juego de los primeros 20 minutos, durante todo el partido.

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