El propósito de esta nota es describir sintéticamente de dónde viene la economía global, cuál ha sido a la fecha el impacto del corona virus y-finalmente- imaginar un eventual escenario de salida de la severa crisis actual. A este respecto, pueden distinguirse las siguientes etapas:
En este primer ciclo, se dió una expansión sostenida a una tasa promedio anual del 3,0%. La solidez de este crecimiento vino dado por la existencia de positivos “fundamentos” macroeconómicos” que superaron en peso relativo a factores geopolíticos negativos; siendo los principales entre ellos: Brexit, guerra comercial China/EE UU y creciente proteccionismo comercial.
Sin embargo, a partir del segundo semestre de 2019, a los factores negativos mencionados se le fue sumando el agravamiento de otros ya existentes y la aparición de nuevos desequilibrios; entre otros: surgimiento de partidos xenófobos , antisistema y de extrema derecha; guerras civiles en Yemen y Siria y numerosos problemas a nivel global, tales como: actividades terroristas y una serie de conflictos regionales cada vez más intensos (Arabia Saudita/Irán; ocupación de Crimea por parte de Rusia; encontronazos fronterizos India/Pakistán/China; crecientes resquemores entre Corea del Norte y Corea del Sur; etc
Este complicado escenario cambió la situación del ciclo anterior, comenzando los factores geopolíticos negativos a superar el peso relativo de los “fundamentos” macroeconómicos.
Como lógica consecuencia, y debido a la mayor incertidumbre e inestabilidad global generadas, rápidamente comenzaron a desacelerarse los niveles de actividad; temiéndose, incluso, la posibilidad de que la economía global cayera en recesión.
Afortunadamente la reacción fue rápida. En efecto, de manera gradual, la mayoría de las economías comenzaron a implementar políticas monetarias y fiscales de estímulo. De esta manera, se logró evitar la temida recesión; llegándose “sólo” a una desaceleración del crecimiento del PBI global, con una disminución de la tasa de crecimiento del 3,8% del 2018 a una del 3,0% en 2019.
Fue tal el resultado positivo de las políticas de estímulo mencionadas que, a principios del 2020, el FMI estimaba una “recuperación ordenada” que llevaría en 2021 el producto global a un crecimiento no menor al 3,5% anual.Sin embargo, la aparición en enero del “cisne negro” (“hecho no previsible”) dado por la eclosión del virus COVID 19 cambió radicalmente el escenario. El mundo tuvo (y todavía tiene) que enfrentar una severa crisis inédita por sus características: rápida expansión geográfica e inexistencia de vacunas para combatirla.
En efecto, la única solución que -al menos hasta ahora- se encontró fue el ya conocido confinamiento social y el cierre de actividades económicas consideradas “no esenciales”.
Este “remedio” - que a la fecha, al menos, ha logrado mayoritariamente ir aplanando o suavizando la curva de contagios- ha tenido un claro y grave costo económico: brusca y rápida disminución del producto global. En efecto, las estimaciones actuales del FMI para este primer semestre indican una caída no menor al 8%.
Cabe destacar que los graves impactos mencionados hubieran sido significativamente mayores si las economías en general no hubieran profundizado, de manera fenomenal y coordinada, las políticas fiscales y monetarias de estímulo comenzadas a partir de la mencionada desaceleración del segundo semestre del 2019. En efecto, dichas medidas han sido muy superiores a las tomadas en la crisis 2008-2009, estimándose -a la fecha- que, hacia fin de año, el valor de los programas en cuestión llegaría en las principales economías a un valor promedio no menor al 8% del PBI ; lo cual, obviamente, implicaría un fuerte incremento de las respectivas deudas públicas.
Si -tal como se espera- continuara la tendencia de la actual control de la pandemia, se aumentara sostenidamente la apertura de las actividades económicas y del confinamiento social; sumado a que se mantuvieran e incluso, de ser necesario, se profundizaran las políticas de estímulo, el escenario base para el segundo semestre de este año sería el comienzo de una lenta y gradual mejora de en los niveles de actividad que –según el FMI- podría disminuir la caída del producto global para todo el año actual de un mínimo de 8% del primer semestre a una tasa no mayor al 5% y dar lugar, asimismo, a una recuperación en 2021, la cual podría llegar a un crecimiento del orden del 5%.
Este escenario base, por cierto con un alto grado de incertidumbre, está en función –nuevamente- del peso relativo de factores negativos (los geopolíticos pre existentes y la posibilidad de un segundo brote) versus los positivos (reciente aparición de indicadores macro positivos, tendencia declinante de la virulencia de la epidemia, sostenida apertura del confinamiento y esperanza de la pronta aparición de vacunas).
En efecto, por ejemplo, de producirse durante el segundo semestre el tan temido rebrote, no sólo no se daría la esperada recuperación sino que, por el contrario, se llegaría una profundización de la caída producida en la primera mitad de este año;con todas las consecuencias negativas que ello implicaría en términos de desempleo y pobreza l
(*) Economista argentino
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