La inspección, de Panos Cosmatos

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Una ensalada de terror preparada por Guillermo del Toro y Netflix: lo mejor y lo peor de la serie El gabinete de curiosidades

La serie antológica se estrenó hace algunos días y tiene algunos episodios descartables y otros para aplaudir
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04 de noviembre de 2022 a las 05:01

Deberíamos llegar a un consenso: a Guillermo del Toro ya podemos nombrarlo como un embajador del terror. O, en realidad, de la fantasía más oscura, aquella que retuerce los cuentos de hadas, arrastra a sus monstruos de un lado al otro en la línea del mal, que suele sumergirse en atmósferas enrarecidas y que oscila entre las historias de fantasmas, las criaturas infernales y las huellas de los horrores humanos que se mantienen a lo largo del tiempo. Con películas como El laberinto del fauno, La cumbre escarlata, El espinazo del diablo o, como productor, El orfanato e Historias de miedo para contar en la oscuridad, el director mexicano se ha hecho un lugar entre los nombres a seguir.

Pero Del Toro no solo es un creador de historias. También es una especie de yonqui del horror y su miscelánea. En su casa californiana, por ejemplo, el cineasta de 58 años tiene una especie de museo privado en donde conserva toda clase de artículos vinculados a sus historias, a las ajenas y a diferentes ramas del ocultismo. Parte de esa colección se exhibió temporalmente en Guadalajara, su ciudad natal, en 2019, en una muestra titulada En casa con mis monstruos. La exposición incluía más de 900 piezas.

Guillermo del Toro

Por eso, tiene sentido que la última producción de Netflix que lleva el nombre del ganador del Oscar —la colaboración entre el director y la plataforma ya tiene varios años y proyectos encima— sea este Gabinete de curiosidades que se estrenó hace algunos días: una caja de sorpresas delirantes en la que Del Toro nos introduce a algunos de sus directores favoritos del momento que, a cargo de un episodio cada uno, despliegan un amplio abanico de abordajes al terror.

Así, a través de ocho capítulos se desglosa esta serie antológica, que incluye siempre una pequeña introducción a cargo del mexicano, que oficia como maestro de ceremonias, reflexiona sobre lo que viene y, al mejor estilo de La dimensión desconocida, Alfred Hitchcock presenta o Los cuentos de la cripta, abre la puerta a universos que tienen poco que ver el uno del otro en términos narrativos, pero que en espíritu siguen una línea: la del amor por el terror.

De menos a más

Como toda antología, los relatos de El Gabinete de curiosidades de Guillermo del Toro son bastante irregulares y hay un par de episodios que usted, lector, si no tiene demasiado tiempo libre, puede ir descartando sin problemas: se trata de Ratas de cementerio (el segundo episodio) y Sueños en la casa de la bruja (el sexto). No se pierde de nada.

Ratas de cementerio

Después, hay matices. Lote 36 funciona como una buena puerta de entrada a la serie: sigue a un hombre bastante repulsivo que se dedica a comprar containers rematados por deudas, y que en su última compra se encuentra con un hallazgo macabro. Es oscuro, algo inquietante y tiene un gran trabajo de Tim Blake Nelson en el protagónico. 

Por fuera, el cuarto episodio, es uno de los que más prometía en la previa —está dirigido por Ana Lily Amirpour, directora de la espectacular A girl walks home alone at night—, pero resulta algo denso y le cuesta llegar al final. La idea es de las más originales, pero el resultado no termina siendo el mejor. 

Por fuera

Algo similar le sucede a El modelo, una de las dos adaptaciones de la obra de H. P. Lovecraft que presenta la serie —la otra es Sueños en la casa de la bruja—. Las tribulaciones de un artista y su vínculo con un retorcido pintor que produce obras de arte bestiales y peligrosas no termina de cerrar demasiado, aunque tiene uno de los finales menos amables para con sus personajes y una gran interpretación a cargo de Crispin Glover. 

El modelo

Después, todo mejora. La autopsia, de David Prior, es un relato agobiante que une horror, una trama policial y ciencia ficción. Hay un gran trabajo en la creación de las atmósferas y se permite jugar con gusto con el gore, una idea delirante y el impecable trabajo de F. Murray Abraham, que interpreta a un forense que se encuentra con un cadáver más peculiar de lo imaginado. 

Los dos últimos episodios de la serie, La inspección y El murmullo, se despegan del resto por varias cabezas.

La inspección

El primero es un viaje delirante a la mente de Panos Cosmatos, uno de los cineastas más interesantes de los últimos años dentro de las fronteras más extremas del género. Director de Mandy, una belleza que se estrenó en 2018 y que tiene a un Nicholas Cage pasadísimo de rosca, Cosmatos introduce en La inspección todas sus obsesiones y las hace confluir en 55 minutos de pura maestría visual y narrativa. Cinco extraños convocados por un millonario misterioso, una mansión infernal sacada del sueño psicodélico de algún nostálgico de los sintetizadores y los neones, varios minutos de diálogos deliciosos adobados con grandes cantidades de cocaína adulterada y, al final, un monstruo críptico, asqueroso y fascinante que se lleva todo por delante. La inspección es una fiesta para los sentidos y para quienes tengan el estómago fuerte.

El murmullo, de Jennifer Kent

El canto de cisne de la primera entrega de este Gabinete es El murmullo, a cargo de Jennifer Kent. Ella es australiana y la responsable de una de las películas que apuntaló al terror de la década de 2010: The Babadook. Si en esa película abordaba la maternidad y sus penurias a partir de un monstruo salido de los cuentos infantiles, en su episodio de la serie de Del Toro Kent propone una historia de duelo y fantasmas que tiene a un matrimonio de ornitólogos, que acaban de perder a una hija, en medio de una investigación que los lleva a pasar algunas noches en una casona aislada en medio de una isla. Como en otros clásicos del gótico, el horror en este caso se tamiza con la exploración de la pérdida y por cómo las almas en pena que parecen habitar en la casa son, en cierto sentido, un reflejo del propio dolor de estos padres. Así, Kent despide la serie con un cierre bellísimo, conmovedor y que, además de varios sustos, puede arrancar alguna que otra lágrima. Y eso está muy bien. 

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