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En Idlib, los habitantes se preparan para lo peor

El gobierno de Siria dio plazo hasta el lunes 10 antes del ataque final
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08 de septiembre de 2018 a las 05:00

Abu Jaled dejó su casa por una tienda de campaña en un campamento de refugiados de la provincia de Idlib. Piensa que tener cerca a militares turcos desplegados como observadores los protege de un asalto del régimen sirio.

Como él, habitantes y responsables de los servicios médicos de este último bastión rebelde se preparan para una ofensiva de las fuerzas del presidente Bashar al-Ásad y su aliado ruso.

Esta semana, la ONU advirtió que el ataque podría provocar una “catástrofe humanitaria”.

En estas horas, diplomáticos intentan evitar esa “catástrofe humanitaria” si se concreta en unos pocos días el ataque final del Ejército sirio contra el último bastión de contradictores de Al-Ásad. Tienen tiempo hasta el próximo lunes 10 para evitar, o al menos mitigar la batalla por Idlib. 

Es que Al-Ásad dio la orden: si no se llega a un acuerdo hasta esa fecha, el Ejército sirio atacará la ciudad de 3 millones de habitantes, en el oeste del país. El objtetivo de la ofensiva a gran escala es derribar el último bastión rebelde.

Se estima que en Idlib hay entre 10 mil y 30 mil combatientes. Además, alrededor de 1,5 millones de civiles aún viven allí. Según Irán, aliado de Al-Ásad, “los rebeldes usan a muchos civiles rehenes como escudos humanos”.

Una circunstancia que podría convertir la batalla de Idleb en un terrible baño de sangre. 

El presidente estadounidense Donald Trump advirtió a Al-Ásad de no atacar a Idlib sin reflexionar, agregando que “los rusos e iraníes cometerían un grave error humanitario si participaran en esta posible tragedia humana”.

“Una ofensiva militar a gran escala en Idleb pondría en riesgo la vida de más de 3 millones de civiles, incluidos 1 millón de niños”, dijo Olof Skoog, embajador sueco ante la ONU

Por su parte, el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, que ayer se reunió con sus pares Vladímir Putin (Rusia) y Hasán Rohaní (Irán) para hablar sobre la guerra en Siria, había advertido también que un ataque en Idlib provocaría una masacre.

Ayer mismo hubo nuevos bombardeos rusos contra posiciones rebeldes y yihadistas en el suroeste de la provincia , según una oenegé siria.

Los líderes de esos tres países discutieron sobre una “estabilización gradual” en la provincia siria de Idlib, con la posibilidad de un acuerdo con algunos grupos rebeldes, declaró Putin.

El encuentro en Teherán tuvo lugar solo unas horas antes de una reunión sobre la situación en Idlib convocada por Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Los países europeos del Consejo de Seguridad pidieron el jueves 6 a los garantes del alto el fuego vigente en partes de Siria, especialmente a Rusia e Irán, que frenen la ofensiva contra Idleb.

“Una ofensiva militar a gran escala en Idlib pondría en riesgo la vida de más de 3 millones de civiles, incluidos 1 millón de niños”, señaló el embajador sueco ante la ONU, Olof Skoog.

Escapar de los bombardeos

El régimen de Asad y Rusia bombardean desde hace varios días sectores del sur de Idlib, entre ellos el pueblo donde vivían Abu Jaled, de 68 años, y su familia. 

“Hubo bombardeos (...), entonces fuimos a instalarnos cerca de un puesto (militar) turco”, explica el patriarca Abu Jaled, con una chilaba blanca y una kufiya roja. “Es para protegernos”, asegura, delante de la tienda que le sirve ahora de casa, en la región de Sarman.

Tras un acuerdo concluido en 2017, Rusia e Irán, aliados del régimen, y Turquía, apoyo de los rebeldes, establecieron zonas de “distensión” en el conflicto. Una de ellas estaba en Idlib, y por eso fueron desplegados en la provincia soldados turcos, en calidad de observadores.

Como la de Abu Jaled, otras familias buscan la protección de los observadores turcos. Han construido precarios cobijos, con palos y coloridas telas.

Los niños corren descalzos, mientras una mujer vigila una olla sobre una pequeña lumbre.

Plan de urgencia

En total, unos 3 millones de personas viven en la provincia de Idlib y los reductos rebeldes de las provincias vecinas de Hama, Alepo y Latakia, según la ONU.

Una ofensiva podría causar hasta 800 mil desplazados, que podrían dirigirse hacia otros territorios rebeldes en la frontera turca, o incluso a Turquía.

En previsión de un flujo masivo, Yusef Nur está haciendo inventario del material del que dispone un centro de acogida temporal de desplazados de la provincia de Alepo, como viejos colchones de espuma o alfombras de yute.

“Hemos creado un plan para hacer frente a cualquier movimiento de población urgente”, explica Nur.

En el exterior, bajo un sol abrasador, están instaladas grandes carpas blancas. Por el momento, solo se ven algunos hombres estirados a la sombra de estas precarias tiendas.

“Actualmente hay 700 personas, todavía podemos recibir a entre 1.800 y 2.000 personas”, precisa.

Escasez en los hospitales

Uno de los principales dramas es que muchos hospitales en esta provincia ya fueron destruidos o no tienen suficientes medicinas.

“Cada uno debe tener un plan de urgencia especial”, advierte Mustafá Al Eido, subdirector de la autoridad sanitaria provincial.

Las 50 ambulancias de sus servicios trabajarán en cooperación con otras organizaciones, como los Cascos Blancos, los socorristas de la zona rebelde.

Reconoce sin embargo que hay “importantes carencias” de medicinas, productos anestésicos, además de mascarillas o tratamientos para pacientes en caso de ataque químico.

La posibilidad de un ataque químico está en la mente de todos, después del que mató a más de 80 personas en 2017 en la provincia, en Jan Sheijun, y el de Guta Oriental en abril.

Tras el ataque en Jan Sheijun, el personal médico de una decena de hospitales siguió en Turquía una serie de cursos específicos con la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Pero en caso de ofensiva, los hospitales y las clínicas se verán rápidamente desbordados.

“Menos de la mitad de las instalaciones médicas están operativas en sectores que podrían ver rápidamente un recrudecimiento de la violencia”, advirtió hace poco la OMS en un informe. 

El apoyo de Israel a grupos rebeldes

En los últimos años Israel financió y armó al menos a una docena de grupos rebeldes en el sur de Siria para mantener a las milicias respaldadas por Irán y los combatientes del Estado Islámico alejados de la frontera de Israel, informó el jueves 6 la revista Foreign Policy . 

La periodista Elizabeth Tsurkov, firmante del artículo de la revista estadounidense, dijo que el apoyo discreto de Israel a grupos rebeldes tuvo por objetivo evitar que Irán fortalezca su posición en Siria.

La transferencia de armas, según Foreign Policy, incluyó rifles de asalto, ametralladoras, lanzadores de mortero y vehículos de transporte, todos entregados a través de los cruces fronterizos.

Además de armamentos, Israel pagó a cada rebelde aproximadamente US$ 75 por mes, con transferencias adicionales de dinero para que los grupos compren más instrumentos de fuego, asegura el informe.

La autora precisa que la cantidad de armas y dinero que Israel transfirió a los grupos rebeldes es pequeña en comparación con las cantidades proporcionadas por otros países involucrados en la guerra en Siria.

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