El cantante popular Víctor Jara fue asesinado por la dictadura pinochetista

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Encuentran muerto a uno de los siete ex militares condenados por el asesinato de Víctor Jara

La Corte Suprema de Justicia chilena condenó a siete exmilitares por la muerte del cantautor Víctor Jara. Cuando llegaron a su departamento del condenado Hernán Chacón para notificarlo de la sentencia, agentes de la Policía de Investigaciones lo hallaron sin vida
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29 de agosto de 2023 a las 18:12

Hernán Carlos Chacón Soto tenía 86 años y llegó al grado de brigadier de Ejército. Al llegar a notificarlo de la sentencia, los agentes lo encontraron muerto en su departamento. Se presume suicidio, el que deberá ser corroborado por la autopsia.

Chacón estaba a cargo del perímetro del Estadio Nacional de Chile, donde el cantante Víctor Jara fue recluido tras el golpe de Estado encabezado por Augusto Pinchet. Allí, a Jara le cortaron las manos antes de matarlo.

Por su grado, según el fallo, Chacón tenía “condiciones que le permitieron intervenir directamente en el desarrollo de los interrogatorios” que realizaban en los camarines del estadio, “así como en el proceso previo de clasificación de los detenidos”, decidiendo quiénes eran separados para ser llevados a interrogatorios y, finalmente, “el destino último de éstos, siendo de toda evidencia que al interior del Estadio Chile existía un orden impuesto por la estructura rígida del mando existente”.

A solo cinco días de consumado el golpe de Estado del 11 de setiembre de 1973, encabezado por el jefe del Ejército, Augusto Pinochet, el cantautor chileno Víctor Jara fue llevado a golpes hasta el Estadio Nacional de Chile donde había cientos de prisioneros. La saña de la dictadura fue tal que, antes de matarlo, le cortaron las manos, aquellas que miles de veces habían rasgado su guitarra cuando entonaba canciones de protesta y esperanza.

Pinochet encabezó la asonada que terminó con el gobierno constitucional del presidente socialista Salvador Allende, que había asumido en 1970 y tenía mandato hasta 1976. Ya habían dado alerta los militares acerca de un golpe de Estado, cosa habitual en otros países latinoamericanos pero no en Chile, que había sufrido un derrocamiento constitucional en 1930 y que resultó breve.

Sin embargo, el clima de 1970 estuvo alentado por Washington. Desde los años noventa se desclasificaron archivos que pusieron en evidencia los cables del Departamento de Estado hacia la embajada de Estados Unidos en Santiago de Chile. El propio Henry Kissinger quiso justificar la violenta y criminal asonada en el marco de la Guerra Fría.

Lo cierto es que Pinochet se mantuvo en la Casa de la Moneda hasta 1990 cuando un plebiscito convocado por él mismo dio a favor de convocar a un proceso electoral. El dictador dejó mecanismos de impunidad para evitar que se siguieran causas contra las atrocidades cometidas en esos 17 años.

Aunque la querella por el asesinato de Jara fue presentada en 1978, la causa fue sobreseída durante años. Solo se reactivó en 1998 tras la detención de Pinochet en Londres por crímenes de lesa humanidad, cuando la familia del cantautor presentó de nuevo la acusación.

Medio siglo después, la Corte Suprema chilena dictó sentencia definitiva en contra de siete exmilitares, que estaban en el Estadio Chile aquel 16 de setiembre en que mutilaron y mataron a Jara.

La Sala Penal de la Corte, en votación unánime, condenó a 15 años de cárcel por homicidio calificado y 10 años por secuestro calificado a Raúl Jofré González, Edwin Dimter Bianchi, Nelson Haase Mazzei, Ernesto Bethke Wulf, Juan Jara Quintana y al recientemente muerto Hernán Chacón Soto.

Además, el exoficial y abogado, quien era fiscal militar, Rolando Melo Silva, fue sentenciado a cinco años y un día de prisión, más otra sentencia a otros tres años y un día de cárcel, como encubridor de los homicidios y los secuestros, respectivamente.

Los condenados deberán cumplir cárcel efectiva. La causa judicial pasó por laberintos y por intentos de impunidad. En la acusación hay un octavo exmilitar, Pedro Barrientos, quien se encuentra en Estados Unidos y podría ser extraditado a Chile para ser juzgado. En julio, el juez estadounidense Roy Dalton, del Distrito Central de Florida, le retiró la ciudanía de aquel país precisamente por el crimen de Víctor Jara.

Otros tres imputados por ese asesinato murieron impunes. Uno es el coronel Mario Manríquez, que era el jefe en el Estadio Nacional de Chile, donde alojaron a alrededor de 5.000 prisioneros en los primeros días del golpe, muchos de los cuales fueron asesinados o están desaparecidos.

La mayor parte de los condenados hizo carrera dentro del Ejército, alcanzando con los años altos cargos dentro del escalafón militar. Todos están en situación de retiro y transitaron el juicio en libertad.

Raúl Aníbal Jofré González tiene 75 años y nació en Valparaíso. Llegó a brigadier del Ejército y actualmente está en retiro. Negó su participación al igual que todos los imputados, aunque está probada “su posición de mando al interior del Estadio Chile, necesariamente se hizo partícipe del encierro de las víctimas”. El fallo agrega que participó “de todas las decisiones relacionadas con los prisioneros hasta que fueron evacuados hacia el Estadio Nacional, pero actuando con libertad de acción en su interior, como dan cuenta los testimonios de los detenidos, como de los mismos imputados, haciéndose evidente el trato cruel que tenía hacia los prisioneros, participando activamente en torturas e interrogatorios”.

Edwin Armando Roger Dimter Bianchi tiene 73 años y tuvo también participación directa, acorde a los testimonios de sobrevivientes de aquel campo de concentración.

Nelson Edgardo Haase Mazzei tiene 77 años, era teniente y llegó a coronel. Según la condena “resultó acreditado que participó en calidad de autor de los delitos” y se advirtió “un despliegue directo del acusado tanto en el encierro de las víctimas como en su posterior muerte y, esta actividad corresponde precisamente a la de autor”. Hay oficiales del Ejército que lo sitúan en el interior del Estadio Chile.

Haase “se habría jactado de haber tenido participación en la ejecución de Víctor Jara, todo lo cual permite asignarle la calidad de autor de los delitos de homicidios calificados, contra el cantautor”, señala la condena.

Ernesto Luis Bethke Wulf tiene 77 años, llegó al grado de teniente coronel. Su participación se encuentra acreditada por la justicia porque estaba presente en el lugar. Bethke estuvo en el Estadio Nacional hasta que Pinochet ordenó cerrar ese recinto deportivo convertido en cárcel masiva.

El 21 de noviembre de 1973, la dictadura le había dado una condecoración por Servicios Distinguidos por la “necesidad de reconocer las Unidades y Reparticiones y a su personal, la patriótica participación en el derrocamiento del régimen marxista para hacer volver al país a su cauce de paz, tranquilidad, legalidad y democracia”.

Juan Renán Jara Quintana tiene 75 años, llegó al grado de teniente coronel. En setiembre de 1973 era teniente del regimiento Esmeralda y fue destinado en un contingente a Santiago, arribando al Estadio Chile tras el golpe. Fue reconocido tanto por otros acusados como por sobrevivientes.

Rolando Humberto Camilo Melo Silva tiene 83 años, es abogado y llegó al grado de coronel. Fue condenado por no denunciar los crímenes cometidos en el Estadio Nacional. Los testigos acreditan que Melo llegó el 13 de septiembre de 1973 al Estadio Chile y que luego ante la Justicia dijo “vi varios detenidos en el suelo”. Otros testigos afirmaron que el propio abogado era interrogador de los prisioneros, muchos de los cuales fueron asesinados.

Tal como se menciona al principio de esta crónica, el séptimo condenado resultó Hernán Carlos Chacón Soto, de 86 años al momento de la sentencia y de su inmediata muerte.

(Con información de agencias)

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