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Hugo De León, Lasarte y una tarde de anécdotas con los campeones de 1988

Se cumplieron 30 años de la última Libertadores tricolor y los jugadores celebraron en la sede
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27 de octubre de 2018 a las 05:02

“Fue como sacarme un peso de decirle a todos los que me ayudaron en distintas etapas lo que significaron para mí. Me alivia algo porque se ve que lo venía guardando hace mucho, no había tenido la oportunidad de decírselo. Me dio una emoción especial y ahora me aliviana de peso. Además, uno tiene nietos y eso también lo remueve. Si tengo algo en la vida que gané, lo gané por el esfuerzo de todos ellos”, dijo el capitán de aquella gesta en pleno festejo.

El gesto adusto tradicional, la seriedad histórica de Hugo De León, una de las mayores glorias de Nacional de los últimos tiempos, dejó lugar a la emoción. Tanto fue así que más de una vez se le llenaron los ojos de lágrimas cuando hablaba de sus compañeros y de esa Copa Libertadores que el viernes cumplió 30 años.

Allí, además del presidente, se encontraban excompañeros como Martín Lasarte, Jorge Cardaccio, Tony Gómez, William Castro, Mario López, Aníbal Paz y Robert Brítez.

El Bocha Cardaccio, un volante de ida y vuelta de un equipo memorable, contó a Referí algunas anécdotas y secretos de aquel plantel.

“Después de la final me junté con mis hermanos y mis padres a tomar algo y luego con mis hijos que eran chiquitos, fuimos por 18 de Julio a entreverarnos un poco con la gente como cualquier hincha. Dimos una vuelta, dejé a mi familia en mi casa y nos fuimos al restorán de Pinocho con todo el plantel”, recordó.

Y agregó: “Una cosa muy importante de aquella copa fue la semifinal contra América de Cali, un partido con muchas dificultades, por los ruidos, no dejarnos dormir, un improvisado desfile de modelos a la hora de comer al mediodía para que nos distrajéramos y estuviéramos en otra. Después, la entrada al estadio de ellos, el que se encargaba de levantar la hinchada pechó fuertemente a Jorge (Seré). Todo eso nos jugó a favor, no en contra”.

La salida de Los Céspedes fue tremenda. “Cuando pasamos por el Hipódromo, la gente paró el ómnibus, yo iba adelante y vi cómo había personas que juntaban las manos y nos pedían por favor que ganáramos. Esas cosas te iban sumando. Todos lo sentimos eso. La llegada al estadio fue impresionante, pero entrar a la cancha, inolvidable”, sostuvo.

Recuerda que fue compañero de pieza de Felipe Revelez. “Era un roble. Me acuerdo que jugó mucho tiempo con un pinchazo en el talón y nadie sabía qué era. Resulta que los días de lluvia, los zapatos se limpiaban con cepillo de alambre y uno de los hilos de alambre, lo había atravesado y él se lo incrustó en el talón. Y él jugaba igual, con un dolor impresionante. El grupo tenía un espíritu de entrega y sacrificio impresionante”.

Resalta la trascendencia de Cono Caminatti como preparador físico y de Roberto Fleitas como entrenador, pero también que había problemas económicos.

“Bastantes problemas tuvimos y por eso hicimos una gira previa en Centroamérica para recaudar fondos para ir solventando la situación. Mirá lo que son las cosas: esa gira nos dio la posibilidad de conocernos como grupo en situaciones difíciles. Porque conocernos en situaciones que está todo bien, es fácil. Pero en situaciones difíciles, es más real, con dificultades de alimentación, por ejemplo. Estábamos en un momento de la guerrilla de El Salvador y veías a todos los guerrilleros con sus metralletas. Hacíamos viajes insólitos que pasábamos a 30 centímetros del precipicio. ¡Una cosa de locos! Pensábamos que en cualquier momento se caía el ómnibus. No sabíamos qué hacer. Todas esas cosas nos fueron fortaleciendo, uniendo y eso siguió a través de los años ya que seguimos juntos”, dijo el Bocha.

Rosa Luna y el gol en contra del Bocha Cardaccio

En la fase previa contra Newell’s –porque en esa Copa se enfrentaron antes de las finales– recuerda que se hizo un gol en contra “sin querer, en el Estadio Centenario. Al mismo tiempo jugaba Peñarol con San Lorenzo en Argentina. Ese gol dejó afuera a Peñarol. Ojo que no fue a propósito ni de gusto. Terminó el partido y con los resultados, Peñarol quedó afuera y siguió San Lorenzo.  Cuando salí del vestuario vino Rosa Luna quien era gran hincha de Nacional, me dio un abrazo grande, me palmeó la espalda y me dijo: “Bochita, este es el mejor gol que hiciste en tu vida” (se ríe).

El Chango en calzoncillos

Tony Gómez, héroe de la final Intercontinental contra PSV Eindhoven, no ocultaba su emoción por esta celebración.

“Era una copa muy dura en la cual no había la seguridad que hay ahora. Ir a jugar a Colombia era muy difícil, muy complicado, nos tiraban cohetes a la venta y no podíamos dormir. El grupo se fue haciendo muy fuerte contra todo eso y teníamos los objetivos muy claros. Era muy difícil en aquellos momentos jugar contra América de Cali porque tenían un poder muy grande y muy buen equipo. Nosotros éramos mejores y pudimos emptarles en la hora y llegar a la final”, explica.

Y añade: “Me acuerdo que en mi habitación estaba el Chango Pintos Saldaña. Ellos tiraban cohetes y el Chango salía por la ventana medio desnudo en calzoncillos y los provocaba en plena madrugada. La Policía los sacaba a las 2 de la mañana y una hora después volvían. Esa copa nos hizo famosos a todos y para mí que soy hincha y que vine de Melo a la Quinta división, haber vivido todo ese proceso y salir campeón de América y del mundo es el sueño más grande que le puede pasar a un jugador. Poder venir a la sede con la familia y ver la foto de uno y que quedé marcado en la historia, es inexplicable”, comentó Tony Gómez a Referí.

“Ponele el nombre de Revelez a una pieza”

Martín Lasarte alternó entre titular y suplente, sobre todo, luego de la llegada de Hugo De León. En aquella época, usaba bigote.

“Teníamos un equipo de una gran capacidad volitiva, de personalidad, de voluntad, con algunos rasgos de calidad muy altos como Hugo (De León), Lemos, el propio Pato Castro, pero había otros lugartenientes como Ostolaza, Cardaccio, De Lima, Vargas…”, explica el hasta no hace mucho DT albo.

Y también recuerda que “lo de Cali fue muy bravo. Era mi primera Libertadores y fue todo muy raro. No poder dormir, un ambiente raro, mujeres, el Dr. Suero cortando la llegada de bebidas porque llegaban todas destapadas y hacía traer bebidas nuevas, habíamos llevado cocinero, el partido en sí mismo. Salí a festejar el gol de Carlitos (De Lima) y nos tiraban con pilas grandes de las grandes-grandes; en aquel momento todo te rebotaba o no te importaba nada, pero después llegabas al hotel y te dolía todo y entendías por qué y era por eso. Fue un ambiente raro, pero el equipo demostró que estaba preparado”.

Consultado sobre la importancia de Roberto Fleitas, no lo duda ni un instante: “El fútbol no le ha dado el verdadero lugar que merece. Fue campeón de América un año antes con la selección y parece que nadie se acuerda. Recuerdo las charlas no había tantas imágines como ahora. Era muy inteligente para ver el juego, para marcar las pautas del equipo, tenía algo que yo adopté para mí. El fútbol no era ‘vamos a salir así y vamos a hacer esto’. No. Era ‘vamos a salir así, vamos a hacer esto, de repente regulamos determinado momento del primer tiempo, volvemos a actuar, faltando un rato les hago una seña’. Estaba en todo. Tuvo un rasgo genial en la final: todo el mundo fue a marcar a Yubert Lemos que era quien hacía la diferencia e hizo un enroque cambió a Yubert de lugar, pasó al Vasco o a Cardaccio atrás y soltó a Hugo. Extraordinario. Parece una tontería, pero no se hace habitualmente”, explicó a Referí.

Revelez jugó muchos minutos de aquella final con un tajo enorme en su pierna derecha. Martín no lo recordaba, pero dijo que fue un jugador “enorme”. Y cuenta una infidencia: “Capaz que está mal que lo cuente. Hace poco en los chalés de Los Céspedes, se le puso a cada habitación nombres de zagueros con varias fotos. Y los que armaron el compaginado, no habían puesto el nombre de Felipe. Yo les dije: “Disculpame, con todo respeto, estando yo en Nacional, Felipe tiene que tener el nombre de una habitación”. Hizo un año extraordinario y siguió, de hecho fue al Mundial de 1990. Hizo goles muy importantes y fue un complemento ideal para Hugo y para mí”.

A su vez, explica por qué usaba bigote: “Empecé a usarlo porque con 20 años, un compañero de Rentistas me dijo que con esa carita de universitario no le iba a ganar a nadie. Y me acompañó toda la carrera deportiva”.

“Fleitas fue el mejor entrenador de mi vida”

El Pato Castro también estaba muy feliz. “¿Cómo no voy a estarlo? Que el club se acuerde de uno en un momento así, es muy lindo”, indicó a Referí.

“Pasan los años y uno lo vive con otra emoción. Lo veo con mis hijos. Tengo una nieta de un año. Lo veo por la tele con ellos y me emociono. ¿Qué le cuento? Cómo llegué a Nacional, lo veloz que era y rápido que andaba. Me creen porque he tenido la oportunidad de jugar con ellos en picaditos y me ven jugar”, dice sonriendo.

Como otros excompañeros, recuerda la salida de Los Céspedes hacia el Centenario porque “fue tremenda. Nunca me imaginé que hubiera tanta gente. Una caravana gigante. Al ver ese clima a la llegada del estadio, sabías que esa copa no se podía escapar y logramos ese objetivo, especialmente para el hincha, los directivos y por nosotros”.

Según cuenta el Pato, “Roberto (Fleitas) fue uno de los mejores entrenadores que tuve en mi vida. Me enseñó muchísimo. Lo tuve en Bella Vista y me llevó a Nacional. Sacale ‘uno de los mejores’: fue el mejor entrenador en mi carrera deportiva”.

“En el empate ante América de Cali –sobre el final– cuando hizo el gol De Lima, el estadio estaba lleno y enseguida no quedó nadie, se fueron todos”, explica.

Por ahí anda una eminencia, un grado 5 en traumatología, el que le devolvió la rodilla a Pinocho Vargas. El médico de aquel grupo, el Dr. Carlos Suero, llegó a la sede con un andador. Es que no quería perderse la celebración.

Y con él, Hernán Navascués, un dirigente de todas las épocas. “Fue la última gran gesta no solo de Nacional, sino de todo el fútbol uruguayo. Nacional como pilar del fútbol uruguayo, está en la obligación de tratar de reiterar las grandes gestas. La de 1988 es la combinación de las hazañas grandes del club en el siglo pasado y esa gesta hay que recordarla siempre porque fue una de las que contribuyeron a que Nacional sea reconocido hoy como uno de los clubes de más trascendencia histórica del mundo”, dijo a Referí.

A cada uno de los campeones, el club les obsequió un pase para una butaca en la ampliación de la Tribuna José María Delgado del Gran Parque Central y piensan darle a futuro un palco en la misma.

Y Hugo De León habla del presente de Nacional.

“Al equipo lo veo bien, compacto en cómo maneja el partido, no tiene la ansiedad de otros años, maneja los 90 minutos, tiene recambio, sacó una ventaja, ojalá que en el Parque dé el paso final y se prepare para una buena semifinal”, sostuvo.

Y añadió; “Medina desde que arrancó ha sacado resultados y ha plasmado su idea dentro del campo de juego y por eso va invicto fuera de casa y no solo eso sino que muchas veces tuvo la oportunidad de ganar y ha sido superior jugando afuera. Respeto mucho al fútbol brasileño, Fluminense no es  de los grandes del momento, pero es brasileño, y en una noche inspirada te puede amargar. Todo cuidado es poco, pero habrá que concretar aquí”.

Nacional festejó 30 años y el miércoles quiere festejar el pase a semifinales de la Sudamericana.

 

NAVASCUÉS SE ENTERÓ DEL TÍTULO DOS DÍAS DESPUÉS

Hernán Navascués narró una anécdota de aquel título para Referí.

“Tuve un sueño y veía a Nacional ganando algo importante por la televisión y allí aparecía Roberto Fleitas. Me dije a mi mismo: ¿Por qué no voy a tener una premonición? ¡Vamos a ganar la Copa! El tema es que cada vez que Fleitas renunciaba, que lo hizo dos o tres veces, la premonición se me iba de la mente. Cuando Fleitas retiraba la renuncia, respiraba. Llegó a tal extremo, que en un momento pensaba no ver la final porque el sueño lo veía por televisión. Pero por circunstancias del destino, tuve que viajar al exterior y ahí me dije: ‘El sueño lo voy a cumplir en Tokio’. Y así fue, el de Tokio lo vi por televisión y se cumplió: Nacional fue campeón del mundo. Es una casualidad, pero eso señala que el ser humano en el inconsciente, tiene un deseo tan grande por su club, que es a lo que se aferra y eso le hace renovar la esperanza en el equipo que ama”.

Respecto a la final de la Libertadores, recuerda que “estaba en Barbados por una misión del Ministerio de Trabajo. Allá no había ni radio. Estábamos en una reunión en la clausura con dos salvadoreños y con un integrante de la Organización Nacional del Trabajo. Cuando calculé que había terminado el partido, pedí para ir al baño, y cuando entré, grité: ‘¡Nacional nomás!’, sin saber cómo había terminado. Festejé con la convicción de que habíamos ganado”.

Pero no pudo enterarse. “Una de las formas que había para enterarse el resultado era llamar a casa por teléfono, pero yo tenía dificultades para el inglés, entonces no llamé. Me enteré dos días después del partido en el aeropuerto de Miami”, dijo.

“Yo era abogado del Casmu, iba con un escribano de la Zona Franca que era hincha de Peñarol. Él me dijo: ‘Ahí vienen argentinos’ y yo le dije que no, que por cábala no le quería preguntar. De repente vi a un jefe de sesión del Casmu y me enteré por él”, indicó.

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