Este lunes se presentó la película en competición La fiebre de Petrov, del ruso Kirill Serebrennikov.
El cineasta, considerado uno de los realizadores rusos más audaces de su generación, no pudo asistir a la gala porque tiene prohibido salir de Rusia por una condena penal, una situación que ya se produjo en 2017, cuando compitió con Leto.
Serebrennikov, de 51 años, fue condenado en junio del año pasado a tres años de cárcel con libertad condicional y una multa por un caso de fraude y desvío de fondos públicos. El realizador había sido detenido en 2017 y condenado previamente a prisión domiciliaria por un año y medio, acusado de haber desviado más de 130 millones de rublos (aproximadamente 2 millones de dólares) entre los años 2011 y 2014.
Pero la opinión pública rusa, y sobre todo quienes apoyan al director de cine, sostienen que la pena responde más a su obra cinematográfica que al delito. Las películas Serebrennikov en general son historias osadas, que se basan en un cóctel con alto contenido de sexualidad, política y religión que usualmente van en contra de los dictámenes "morales" del Kremlin.
Las últimas noticias de su condena provocaron una ola de apoyo en su favor en Rusia y en el resto de la comunidad cinéfila, y eso en la alfombra roja de Cannes de este lunes se notó: los intérpretes de La fiebre de Petrov portaban un pin con la imagen del director, y en el interior de la sala, una butaca vacía con su nombre ponía de manifiesto su ausencia.
"Querría dar las gracias a todos los que están ahí. Es la primera vez que muestro mi filme. Estoy encantado evidentemente y celebro este siglo XXI que, gracias a las nuevas tecnologías, nos permite estar juntos", reaccionó Serebrennikov al final de la proyección a través de una breve videollamada.
Poco antes, los actores de la película le habían expresado su agradecimiento. "Quiero decirle a Kirill 'te quiero'", declaró el actor Yuri Borisov a su llegada a la gala. "Estoy orgullosa de salir en tu película", dijo por su parte la actriz Chulpan Khamatova.
Durante el rodaje de La fiebre de Petrov, el director tuvo que pasar sus días en un tribunal moscovita y grabar por la noche.
El resultado es una película que narra el largo periplo de Petrov, enfermo y ebrio, en una ciudad golpeada por una epidemia de gripe. Con una puesta en escena vertiginosa, con saltos en el tiempo y una potente banda sonora, el filme muestra una sociedad socavada por la violencia y el alcohol.
El Observador y AFP
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