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Primero cede el frío. Después aparecen los brotes verdes en los árboles. Con esas dos señales, esos dos mensajes de advertencia, los escalofríos empiezan a llegar. Quienes lo padecen lo saben: ella está cada vez más cerca. Inexorable. Imposible de saltar. Imposible hacer de cuenta que no empezará a poblar todos los rincones de la calle, a caer sobre el pelo, a meterse por el agujero de la nariz, a obstruir los canales respiratorios, a ser una pesadilla que llega cada año con puntualidad inglesa pero que es tan montevideana que duele. La pelusa de los plátanos es la principal enemiga pública durante los meses de primavera. Es molesta, hace estornudar y pone las alergias a flor de piel.

El origen de esta "plaga primaveral" que la capital del país sufre cada año tiene sus raíces bien plantadas en la historia de la zona. La especie del árbol que la genera –cuyo nombre científico es Platanus x acerifolia– es un híbrido entre el Platanus orientalis, que tiene origen euroasíatico, y el Platanus occidentalis, que se encuentra sobre todo en los bosques de América del Norte. Estos dos tipos fueron "cruzados" probablemente en la España o Francia del siglo XVII, y luego desembarcaron en el nuevo mundo, sobre todo, por sus cualidades estéticas.

Así lo explica, por ejemplo, un artículo de la web del Jardín Botánico de Montevideo a cargo de la técnica jardinera Eloísa Figueredo que se titula El plátano, un extranjero muy montevideano: "Desde el continente (europeo), el híbrido habría sido llevado a Inglaterra. Pocos árboles pudieron resistir el hollín de las ciudades industriales como lo hizo este plátano cuyo destino se unió de tal modo al de la capital imperial, que su nombre en inglés es London plane, plátano de Londres. Pero el destino urbano del plátano híbrido no se definió en Londres sino en los bulevares parisinos, inspiración de otras ciudades europeas como Madrid y Barcelona y también de nuestra Montevideo. La elección de la especie no fue únicamente una cuestión de tendencias o de imitación caprichosa, el plátano se ganó su lugar en las veredas gracias a una combinación de rusticidad y belleza que no son fáciles de encontrar entre los árboles cultivados."

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Así las cosas, su figura, la rapidez con la que crecen y la sombra que producen fueron motivos determinantes para que la ciudad quedara abarrotada de estos ejemplares. En 2017, por ejemplo, la oficina encargada del arbolado de Montevideo aseguró a El Observador que existían alrededor de 23 mil plátanos en la ciudad, poco más de la mitad de los que había en 1913. Los barrios en los que se concentra la mayor cantidad son Centro, Aguada, Cordón y Pocitos. En 18 de Julio, sin embargo, los plátanos de la molesta pelusa fueron sustituidos por su primo de Norteamérica.

La pelusa

Si las calles en esta época empiezan a teñirse de el polvo amarillo de los plátanos, no es porque sí. Así como sucede con muchas otras plantas, la polinización de este árbol que, recordemos, es un híbrido, se produce con el transporte de su polen a través del viento. Y aunque es uno de los principales responsables de las alegrías que hacen estornudar a la ciudad, hay que tener en cuenta que muchas veces los culpamos de más, dado que no es la única fuente de polinización que existe en el ambiente en esta época.

"La llamada 'pelusa', por su parte, es el fruto volador de los plátanos. Contiene la semilla y se desprende del árbol por la acción del viento, sobre todo en primavera y en otoño. Los pequeños frutitos que forman las típicas 'pelotitas' de los plátanos, se sirven de un penacho de pelos rubios para volar. Son estos frutos los que pueden causar irritaciones y tal vez más molestias que el propio polen. Coinciden en el plátano las épocas de dispersión de frutos y de polinización. Mientras la última es relativamente corta, los frutos muchas veces permanecen en las calles, capaces de renovar su poder irritante cada vez que una racha primaveral vuelve a elevarlos por los aires", indica el artículo.

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Los principales perjudicados por la pelusa del plátano son aquellas personas que padecen cualquier tipo de afección respiratoria, y puede llegar a ocasionar problemas severos en quienes padecen asma, ya que pueden disparar crisis asmáticas. Además, los especialistas aseguran que también pueden desencadenar otro tipo de situaciones en cualquier otro organismo, como infecciones en la garganta o sinusitis. También puede ser peligroso si la pelusa ingresa a los ojos, ya que puede generar algún inconveniente oftalmológico. La mayoría de la gente, sin embargo, reacciona de manera similar ante estos cuerpos extraños: estornudando sin parar.

"Los pacientes respiratorios crónicos en general, portadores de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), de asma, de rinitis alérgicas, son los pacientes que en esta época son más propensos a tener empujes infecciosos de su enfermedad. La prevención parte desde tener un correcto diagnóstico, una correcta evaluación y sobre todo un tratamiento acorde", explica el neumólogo Juan Pablo Salisbury, presidente de la Sociedad Uruguaya de Neumología.

¿Qué se puede hacer ante la pelusa? Poca cosa además de evitarla, pero Salisbury asegura que la pandemia trajo un aliado impensado para todos aquellos quienes sufren de alergia que, en otros años, no estaba tan difundido: el tapabocas.

"Hemos aprendido en este ultimo año que el uso de tapabocas, sobre todo en la primavera que es cuando hay una mayor aerosolización de los alergenos por el viento típico de la estación, obviamente impacta de forma positiva en la prevención de la descompensación. En Montevideo, en una ciudad cargada históricamente de alergenos, el uso de tapabocas llegó para quedarse".

*Este artículo fue publicado originalmente el 22 de setiembre de 2020

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