Opinión > EL PERSONAJE DE LA SEMANA - MIGUEL ARREGUI

Ni yerba de ayer

Sendic en el Limbo, mientras sus enemigos se regodean y los socios de ayer se prueban sus ropas
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05 de agosto de 2017 a las 05:00
El rápido ascenso de Raúl Fernando Sendic y su posterior ruina, casi igual de veloz, enseña sobre las enormes facilidades, los grandes enigmas y los estrechos límites de la actividad política.

En cierto momento él lo tuvo todo, y acto seguido, lo perdió todo. Tanto si renuncia a la Vicepresidencia de la República como si no, y completa su mandato en 2020, su suerte está echada. Cae al vacío, mientras sus enemigos se regodean y sus amigos y socios de ayer se prueban sus ropas.

Su principal capital no fue su experiencia en la administración de grandes empresas, pues no la tenía; ni una prodigiosa experiencia parlamentaria, pues la suya fue más bien escasa; sino su apellido. Él es uno de los hijos de la principal figura de la guerrilla del MLN-Tupamaros, que se gestó a comienzo de los años '60, inspirada en la revolución cubana de los hermanos Castro.

Para la creación de linajes políticos, como los que exhiben profusamente blancos y colorados, sólo hacen falta tiempo y cercanía al poder. La historia importa. El apellido no asegura el éxito, pero puede ser un buen capital de arranque. Como en la vieja España, a veces los muertos mandan más que los vivos.
Sendic hijo tuvo una niñez y una adolescencia difíciles, signadas por las actividades clandestinas de su padre y la precariedad de la vida junto a su madre, el exilio en Cuba y su propia militancia en el 26 de Marzo, los "seispuntistas", un grupo pequeño más bien dogmático y sectario nacido en la cárcel como escisión por izquierda del MLN. Trabajó en su diario La Juventud y fue electo diputado en 1999. Sendic ya había roto con los "seispuntistas" cuando ellos abandonaron el Frente Amplio y se integraron a Asamblea Popular.

José "Pepe" Mujica acudió a su rescate y lo empujó hasta el Directorio de Ancap, la empresa uruguaya que más factura. Fue vicepresidente en 2005, durante el primer gobierno de Tabaré Vázquez, y presidente desde 2008, tras el retiro de Daniel Martínez. En 2010 el presidente Mujica lo confirmó en el cargo. Se hizo popular gracias a cierta bonhomía y sus frecuentes apariciones en los medios.

Renunció el 15 de octubre de 2013 para competir en las elecciones internas de los partidos políticos. Dispuso de buenos respaldos y mucho dinero, y el 1º de junio de 2014 su lista resultó la más votada del Frente Amplio, con más del 20% del total.

De inmediato se propuso como candidato a la Vicepresidencia de la República. Tabaré Vázquez, quien aspiraba a un segundo mandato, rápidamente le dio su bendición, con lo que se ahorró discusiones y celos. El voto afirmativo del Plenario Nacional del Frente Amplio el domingo 15 de junio de 2014, por 158 votos y dos abstenciones, fue una mera formalidad. Ya estaba todo cocinado.

En los comicios del 26 de octubre de 2014 la fórmula Vázquez-Sendic obtuvo una clara mayoría, que luego debió confirmar en balotaje. La lista encabezada por Sendic (711, Compromiso Frenteamplista) logró unos 155.000 sufragios, el 14% de los conseguidos por el Frente Amplio. Su nombre quedó a la cabeza de la renovación de la izquierda, y de la cortísima lista de presidenciables para 2019.

Pero todo comenzó a rodar mal después que en 2015 asumió como presidente de la Asamblea General. Las cuentas de Ancap –una compañía monopólica e insumergible– eran un desastre. La sociedad fue forzada a correr en su auxilio mediante grandes transferencias y combustibles inusitadamente caros.

Sendic no cayó en desgracia por su mentira en torno a un título universitario que nunca poseyó, lo que, al fin y al cabo, fue una tontería vanidosa. Tampoco por sus gastos con dineros públicos en sus viajes, un pecado imperdonable en otras partes del mundo pero común entre los burócratas y la clase política uruguaya. Incluso no se le pueden adjudicar todos los desastres de Ancap, pues al fin dependía de un gobierno y de un equipo gerencial.

Lo que acabó con la carrera de Raúl Fernando Sendic fue la comprobación por los ciudadanos de la enorme distancia que media entre su exitosa imagen original y los vulgares hechos que fueron quedando expuestos. La caída del Frente Amplio en el favor popular, sólo en parte atribuible al caso Sendic, hizo que el respaldo de los dirigentes de la izquierda se deshilachara. Hay que soltar lastre para subir. Casi no hay amigos en política, sino intereses e instintos básicos.

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