Más de 222 vuelos fueron cancelados en Alemania durante todo 2017, según confirmó el gobierno de Angela Merkel. Y ni los salarios ni las condiciones de trabajo lo explican. Hay una sola razón para ello: los pilotos se niegan a despegar llevando a bordo inmigrantes cuya solicitud de asilo ha sido rechazada.
Esta movida de los pilotos de la aerolínea Lufthansa (y su filial de bajo costo Euronwings), que se niegan a trasladar a personas rechazadas en su país, intenta denunciar, según aseguran, la "hipocresía" de un país en el que progresivamente va aumentando el peso político de la extrema derecha racista.
Según los pilotos, Alemania considera a países como Afganistán "seguros" y por esto no otorga asilo a quienes provienen de allí. Sin embargo, al mismo tiempo desaconseja a sus ciudadanos viajar a ese territorio, aduciendo razones de seguridad.
El aeropuerto más afectado, según consigna La Nación, es el de Frankfurt, con 140 suspensiones de vuelos comerciales.
"Eso prueba que hay una corriente de rechazo cada vez más grande a esas reconducciones forzadas", afirma Birgitta Cos, militante de una organización de ayuda a los migrantes.Solo durante este año, el ministerio del Interior alemán examinó la misma cantidad de pedidos de asilo que todo el resto de la Unión Europea 388.201. Sin embargo el gobierno de Merkel, aún cercado por la falta de consensos politicos, ha tenido que dar algunos pasos atrás en su intención de recibir a la mayor cantidad posible de refugiados.
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