Son las 12.30 del mediodía. Un adolescente camina enchufado con sus auriculares por el centro de Buenos Aires. Cuando llega a su restaurante favorito se detiene. Entra dispuesto a comerse una ensalada que se publicita en las redes sociales como una opción fresca, natural y 100% con tarjeta. En ningún momento necesita quitárselos audífonos ni usar efectivo. Cuando regresa a su trabajo se prepara para devorar su almuerzo no sin antes tomarle una foto, subirla a Instagram, y chequear en una aplicación en su celular cuántas calorías va a consumir.
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