El club Las Novias se ubica en la ficción en Tenerife y Romeo es el proxeneta

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Sky Rojo: el último éxito de Netflix y el debate por la estilización de la explotación sexual

La serie de Netflix intenta ser una hazaña tarantinesca de tres mujeres escapando de su proxeneta, aunque deja por el camino el problema de fondo: la explotación sexual
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11 de abril de 2021 a las 05:10

"No ganamos en siderurgia, no ganamos en minería, ganamos en putas". Con esta frase Romeo (Asier Etxeandia) le da la bienvenida al espectador al club Las Novias, el glamuroso escenario de Sky Rojo, el último éxito de Netflix. Él es el proxeneta de uno de los prostíbulos más requeridos de Tenerife, un club nocturno en el medio de la nada.

Una noche, Gina (Yany Prado), una mujer que reclutaron en Cuba en su red de tráfico de personas, intenta comprar su libertad. "¿Me da mi pasaporte por favor?", le pide a Romeo al tiempo que deja un rollo con billetes sobre su escritorio. Pero el hombre abre una libreta y suma gastos: condones, lubricante, peluquería y maquillaje, lencería. El resultado es una deuda eterna. En ese momento comienza el enfrentamiento que desata la acción: tres mujeres huyen para salvar sus vidas y la serie se transforma en algo parecido a una road movie en tacos bañada de brillantina y luces de neón. 

Son tres mujeres en situación de explotación sexual, que llegan de contextos diferentes. Wendy (Lali Espósito) es una argentina en situación de pobreza y vulnerabilidad que decide prostituirse, y junto a ella y Gina también está Coral (Verónica Sánchez), que lleva las riendas de la narración y abre la serie presentando su currículum en el club: “Soy la puta favorita de un proxeneta. Antes era ama de casa y antes de eso bióloga”. Con esas palabras comienza la historia. 

Wendy, Coral y Gina

Hasta ahora definimos dos puntos: la acción se desata en torno a una situación de trata y la voz que narra la historia es la de Coral. Tenemos el contenido y la forma, ¿no? En realidad, las decisiones estéticas de la serie luego toman otros rumbos. Y eso sucede porque el guion está centrado en la denuncia de explotación sexual, pero lo hace desde una mirada que la estetiza al punto de naturalizarla. Se elige un punto de vista diferente, desde donde se muestran y sexualizan los cuerpos de las protagonistas, incluso hasta llegar a una escena en la que uno de los proxenetas le pone un arma en la boca al personaje de Lali Epósito, desde un plano que sería el mismo si se tratara de un video erótico.

Todo en ocho capítulos de menos de 30 minutos.

¿Hay límites para la ficción?

Sky Rojo hace una representación caricaturesca. Tiene una estética del color y del brillo que se asocia más al cómic, hace uso casi indiscriminado de un lenguaje procaz como queriendo provocar un efecto, más que una visión honda del asunto. Si se tomara como referencia de la representación de la prostitución y la trata en la ficción sería muy injusto”, considera Rosario Sánchez Vilela, investigadora y coordinadora del Observatorio Latinoamericano de Ficción Televisiva (OBITEL) en Uruguay. 

Todos los temas pueden ser tratados por la ficción, pero una cosa es eso y otra cosa es plantear que Sky Rojo es representativo de cómo la ficción trata el tema de la prostitución”, sostiene la especialista, y señala que la serie no pretende ser una narración realista por más que incorpore temas que tienen que ver con dramas presentes en la sociedad. “Pretende llegar al estilo Tarantino de Kill Bill, y también parece ser una copia bastante mala de Thelma y Louise. Está a kilómetros de distancia en términos de profundidad narrativa”. 

Sky Rojo está producida por Álex Pina y Esther Martínez Lobato, los mismos creadores de La Casa de Papel. En una entrevista con el sitio especializado SensaCine los productores explicaron que eligieron la comedia negra y la acción para para tratar el tema “porque parecen que son los grandes superficiales de los géneros”. “Creemos que es el género acertado para contar algo que normalmente se cuentan en dramas sociales o documentales, y esa era la gran apuesta de cómo entretener al espectador que se esté riendo en el sofá y que se le congele la sonrisa de pronto porque le has pegado un puñetazo”. El problema, en esta serie, es que el puñetazo nunca llega. 

La serie llegó a ser la más vista de Uruguay en Netflix y desde entonces se ha mantenido en el top 10, según los datos que aporta la plataforma

En cuanto al género elegido, Sánchez sostiene que no está ahí el inconveniente. “Desde una comedia negra podés hacer mucha denuncia, podes ser muy reflexivo desde el humor, muy urticante. No es que sea una comedia negra lo que lo impide, sino que tiene una lógica de caricatura con escasos rezagos, sumado a acciones muy previsibles que apenas son amortiguadas con referencias al pasado de los personajes”, indica. En ese sentido, la caricatura aleja al espectador de cualquier perspectiva realista.

La prostitución ha sido ampliamente retratada en la historia de la literatura y el cine, desde la bíblica María Magdalena, pasando por Delgadina de Memorias de mis putas tristes, una de las últimas obras de Gabriel García Márquez, hasta Julia Roberts en Mujer bonita o la Alanís de Sofía Gala. 

Cuando se habla de su representación en la ficción televisiva, Sánchez sugiere referenciar a ficciones como The Deuce, la serie de David Simon para HBO, que hace un tratamiento narrativo del mundo de la prostitución y su vinculación con la pornografía en el Nueva York de la década de 1980 y que “puede trasladarse a una comprensión más honda de la prostitución y las relaciones en torno a ella”. También señala el caso de otra ficción de HBO, El Negocio, ”donde aparece otra perspectiva alineada a la idea de la prostitución como un trabajo” o La Promesa, una telenovela colombiana que pone como eje el tema de la trata de personas con fines de explotación sexual.

En la ficción nacional, la referencia obligada es En la puta vida, la película uruguaya más taquillera de todos los tiempos, dirigida por Beatriz Flores Silva y estrenada en 2001. Más cerca encontramos el ejemplo de Tan frágil como un segundo, dirigida por Santiago Ventura y escrita junto a Belén Baptista. Esta es una historia con dos líneas argumentales que sigue a dos jóvenes de 16 años con pasados muy diferentes pero destinos similares, vinculados a redes de trata con fines de explotación sexual.

“La película habla de si estas personas tienen la posibilidad de ser libres, en este sistema y esta sociedad, y la película es bastante pesimista en ese sentido. Una y otra vez estoy más convencido de ese final, que no tiene nada que ver con la serie de Netflix que obviamente es una serie de entretenimiento, una especie de Almodóvar-Tarantino que retrata una realidad que no es esa que se muestra”, sostiene Ventura. Aunque el director reconoce que la serie puede llegar para despertar un debate sobre el tema, considera que “peca de lo que critica en la manera en la que está filmada".

"Se muestran los cuerpos de una manera muy pornográfica, los personajes principales son modelos que también están sexualizadas continuamente y lo veo como una herramienta más para vender que para criticar”, sostiene. 

"Cuando te metés en un tema social serio tenés que tener mínimamente un respeto de base, mucha investigación y no tomar elementos aislados en un servicio romántico o en tu línea de entretenimiento argumental"

Justamente, Ventura se refirió al uso que hace Sky Rojo de los cuerpos en cámara. "Una de las cosas que Tan Frágil no tiene es desnudos. Estamos haciendo una película que trata este tema, el cuerpo de las mujeres como objeto vendible se podría retratar y revender. Esta serie de repente tiene un plano de una cola que, si lo sacás de contexto, puede ser hasta un video semi erótico".

Otra de las particularidades de la película uruguaya es que una de las líneas argumentales se basa en parte en la experiencia de Sandra Ferrini, quien también actuó como la madame. "El resto de las actrices tenían actuando junto a ellas a una víctima de trata, y para mi era importante que ella estuviera ahí. Como cineasta uno tiene que hacerse a un lado, respetar y de alguna manera pasar la posta a los que tienen que hablar de esto", considera.

"La serie le da más prioridad a la manera en que se filma, la forma en que se narra, que al tema, y el tema debería ser mucho más importante que la forma. Porque incluso lo estás haciendo de un forma que todos sabemos que es para entretener", agrega Ventura.

"Si uno le pone un montón de artificios a esto, tu objetivo está siendo vender, y con algo tan complejo hay un tema ético de fondo. ¿Por qué elegís el tema de la trata? ¿Te potencia comercialmente?", se pregunta el realizador.

"Me he escapado" 

En el segundo episodio de la serie Gina llama a su madre en Cuba.

-“Yo no he estado de camarera, he estado de puta pero me escapado y ahora ellos pueden ir por ustedes”

-“Yo ya lo sabía, pero ellos pagan muy bien por eso", responde su madre y le pide que regrese. 

Gina cuelga el teléfono y desde ese momento hasta que se resuelve el conflicto solo pasan pasan 58 segundos. Una frase de Coral lo remata: “Tu  mamá te vendió pero hay que mirar hacia adelante, vamos a tener una nueva vida”. Listo, a otra cosa. 

La serie, estrenada a fines de marzo, llegó a ser la más vista de Uruguay en Netflix y desde entonces se ha mantenido en el top 10, según los datos que aporta la plataforma

¿Qué pasa en Uruguay? La trata con fines de explotación sexual está presente en todos los departamentos de nuestro país, tanto a nivel interno como internacional, con personas migrantes de distintos países de origen, principalmente de Centroamérica. Así lo explica Sandra Perroni, de la organización civil El Paso: “Uruguay en la década de los 90 era un país de origen para mujeres involucradas en la trata con fines de explotación sexual y que llegaban tanto a Italia como a España, pero en los últimos años Uruguay se configura como un escenario de origen, tránsito y destino”. 

“Lo que hace esta serie con ese ritmo de tanta acción, violencia y sexo, es que se genere un consumo masivo. Como se consumen los cuerpos de las mujeres, se consume también este tipo de entretenimiento”, sostiene, y considera que refuerza estereotipos vinculados a la explotación y no esboza la complejidad que implican esas situaciones. “El objetivo de mantener un ritmo de entretenimiento y de acción que no es de denuncia ni de preocupación por la problemática social que viven estas mujeres”, apunta. 

Las tres mujeres intentan escapar de Las Novias en ocho episodios y Netflix ya anunció una segunda temporada

"Todos los relatos que hacen son en base a trata con fines de explotación sexual, ninguna era libre de hacer lo que estaba haciendo ni de irse cuando quisiera", subraya en este sentido Karina Núñez, presidenta de la Organización de Trabajadoras Sexuales, que confiesa que no pudo ver más de tres capítulos de la serie.

"Ninguna mujer traficada le dice proxeneta a su fiolo, es una terminología específica de libretos abolicionistas", indica Núñez, y lamenta que "pudiendo tener la posibilidad de una gran producción, Netflix lo haya desperdiciado al poner tanta fantasía en algo tan dolorosamente real". 

En ese sentido, las mujeres de Las Novias son “perfectas”, están todas dentro de la norma. “Es otro estereotipo, el que dice que las víctimas de trata son todas lindas y fantásticas. La realidad es que encontramos de todo tipo de mujeres en esa situación”, apunta Perroni. 

Otro de los aspectos que se señala es la ubicación del club: perdido en medio de una isla dedicada al turismo, aunque tenga un cartel de neón en la puerta. “Hace que la trata ocurra en determinados lugares y la aleja de donde sucede realmente. La trata ocurre acá en Montevideo pero también en Durazno, en Cerro Largo, en Tacuarembó. Ocurre en las distintas ciudades y territorios, como ocurre también en Madrid, Roma o Milán”, señala. "Se pone lo geográfico como una variable excepcional, lo aleja del mundo cotidiano del espectador. No se plantea dentro de un barrio o una ciudad cualquiera donde nos podamos sentir identificados”.

"Los espacios de explotación sexual no son todos como estos, también son las cantinas, prostíbulos de mala muerte en los poblados, las whiskerías. Eso es un error. La serie no es cuidadosa con las mujeres, que es quienes son afectadas por la problemática", concluye Perroni. 

La "frivolización del tema"

Pina y Martínez Lobato insistieron en que no se trata de un documental. Está claro. Están al tanto de que se exponían a que los acusaran de frivolizar una realidad tan compleja. “Es un género arriesgado, muy complicado. De un funambulismo en el que la utilización de la comedia y la acción ya era para que nos dijeran: ‘mire usted, está frivolizando el tema’. Bueno, es nuestra apuesta para contar algo muy sórdido, muy dramático de una forma que llega a la mayor cantidad de espectadores posibles, y si un minuto se lo dedica a reflexionar sobre lo que está pasando en el otro lado de la carretera gracias a esta serie, pues creo que hemos conseguido el propósito", dijeron. 

La ficción puede ayudarnos a ver que nos acerquen a comprender un problema. ¿Pero dónde te coloca Sky Rojo? ¿En el lugar de la protagonista o del consumidor?

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