Succession: cada vez más cerca del final, la serie de HBO enseña que nunca hay que tuitear en caliente

A pesar de lo cerca que está de su conclusión, si algo dejó claro esta última temporada de la serie de Jesse Armstrong es que los volantazos empresariales están a la orden del día y aparecen en cada episodio, que algunos jugadores pueden comenzar perdiendo y terminar ganando rápidamente, que las alianzas siempre son débiles y que hay que desconfiar de los suecos.

A continuación, un resumen de lo que dejó el último episodio de la temporada, el sexto, titulado Living+.

Cambios en la tabla de posiciones

Con la venta de Waystar Royco a GoJo cerrada a un precio más que ideal, todos los ejes de la compañía están apuntando a despejar lo más rápido posible el terreno y empezar a transitar los tiempos de transición, algo para lo que los miembros importantes de la empresa —en especial esa maravillosa "mesa chica" integrada por los ancianos: Karl, Frank y Gerri— parecen estar más que predispuestos. La excepción, claro, son Kendall y Roman, CEOs interinos tras la muerte de Logan, que en el viaje a Suecia para cerrar el negocio con Lukas Matsson dejaron bien claro que están muy dispuestos a ensuciar la cancha todo lo posible para evitar la venta.

Entre otras cosas, el plan incluye poner en ejecución inmediata todos los delirios expansivos del viejo régimen de Logan Roy de manera de gastar la mayor cantidad de dinero, esquema que incluye el lanzamiento de una especie de plataforma/barrio privado/geriátrico delirante que promete una suerte de "vida eterna" y que se llama Living+. La presentación en sociedad de esa nueva arista de la empresa es la que funciona como núcleo del episodio, y que tiene a Kendall como principal ganador.

Luego de inflar la proyección de los números a niveles peligrosos —y que provoca uno de los mejores contrapuntos del capítulo entre él y Karl, el pasivo/agresivo director de finanzas de la empresa— el errático hijo mayor de Logan se para en un escenario frente a los accionistas, balbucea unas palabras para su viejo y logra atravesar la tormenta de su inestabilidad para dejar la sensación de que su idea es, de hecho, una buena idea. Al menos así la vende. Entre aplausos, Kendall deja escapar la sonrisa del sociópata que lleva dentro, recibe las felicitaciones una vez más y termina el episodio en una playa, solo, al anochecer, flotando en el agua, sintiéndose el número uno. Parece poco probable que quiera dejar ir el lugar de poder al que, insultos de su padre mediante, siempre aspiró. Y que finalmente logró.

El que no sale tan bien parado es Roman, que en medio de un duelo paterno que no supera —la escena donde repite una y otra vez un video deepfake donde Logan lo insulta, únicamente para escuchar su nombre en la voz del viejo, rompe el corazón— y sin estar demasiado seguro qué rol cumple en su cargo de dirección interina, ni en el esquema de "sabotaje" de Kendall, empieza a echar gente sin motivos. Cae primero la directora de los estudios cinematográficos de Waystar tras una brevísima reunión. Cae después la fundamental Gerri, aunque enseguida se arrepiente y le pide a Kendall que arregle el lío. Roman es así. Querelo o dejalo.

Del otro lado del hilo fraterno, Shiv y Tom siguen avanzando pasos en su reconciliación. Primero, en un encuentro más privado donde él descubre el "ratito para llorar" que la única hija de Logan Roy se reserva a diario. Luego, en una fiesta donde terminan jugando a "las mordidas". Y después pasan a la cama, donde hablan de plata, de lo mucho que les gusta la plata, pero también de que es evidente que les pasa algo: que se quieren. "Vení a vivir conmigo en un trailer", le dice Tom, un poco en broma, un poco en serio. "Iría a donde fuera con vos por amor, Tom Wambsgans", contesta ella con una sonrisa irónica.

Hablando de Shiv, su coqueteo empresarial/emocional con el sueco Matsson, esta vez, además de un vínculo que cada vez se pone más raro, incluyó una mala jugada de parte del CEO de GoJo que le sirvió a Kendall en su presentación de Living+.

El personaje de Alexander Skarsgard, furioso por el despilfarro de dinero que provoca el lanzamiento de Living+ en su futuro plan de negocios, decide actuar a la manera más Elon Musk posible: con un meme barato y mal diseñado publicado en Twitter. "Doderick Macht Frei", escribe el sueco, haciéndose eco del cartel que dominaba el campo de concentración de Auschwitz, del personaje ficticio de los estudios Waystar (Doderick, una suerte de perro Mickey Mouse) y de un chiste que le dice la propia Shiv cuando Matsson la llama para preguntarle de qué se trata todo eso de Living+. "¿Qué? ¿Te referís al campo de concentración para abuelas?". 

Después del tuit, las redes explotan y el tema se convierte en carne periodística de manera inmediata: un periodista le pide una reacción en vivo a Kendall. Él sale bien parado. Matsson se arrepiente y borra el mensaje. Y aprende: no hay que tuitear en caliente.

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