Succession: la despedida a Logan Roy y todo lo que hay que saber para la batalla final

A una semana de que Succession ponga punto final a sus cuatro temporadas, el penúltimo episodio de la serie emitido este domingo fue una despedida por anticipado.

Porque en su casi hora y cuarto de duración resumió todo lo que ha hecho que esta serie encante a su audiencia. Porque repasó el legado y a la compleja figura de Logan Roy, el patriarca cuya sucesión era, justamente, el eje de esta historia.

Y porque seguramente fue también la última aparición de buena parte del elenco secundario, dejando solo a los jugadores pesados de cara a la masacre también conocida como “final de temporada”, que se extenderá durante 90 minutos el próximo domingo.

La tónica de esta temporada ha sido la de enfocar cada capítulo en un solo evento, y esta temporada fue el turno del velorio de Logan. Eso permitió poner el foco en otro tipo de sucesión: en la herencia humana del viejo patriarca. En el amor, distorsionado, que transmitió a su entorno, en la violencia y el daño que generó, en cómo ostentó su poder, en el mundo que dejó a su paso.

El primer tramo del capítulo, centrado en la ceremonia religiosa, ilustró esa herencia desde un costado más íntimo y familiar, reflejado en ese maravilloso momento de las dos viudas y las respectivas amantes con las que Logan las engañó, sentadas juntas, consolándose mutuamente y encontrando conexiones entre ellas, tan heridas y tan enamoradas del finado.

Tanto Marcia, la última esposa de Logan, como Caroline, la madre de los tres Roy más jóvenes, tuvieron grandes momentos en este episodio, ablandando un poco la imagen que ambas habían dejado  y mostrando una cercanía con las otras “víctimas” de Logan.

Pero la ceremonia también fue una oportunidad de revisitar el impacto del personaje de Brian Cox en el mundo a un nivel más amplio, a través de los tres discursos de despedida que dieron su hermano Ewan y sus hijos Kendall y Shiv, luego del colapso emocional de Roman, el elegido inicial para esa tarea.

Las tres alocuciones no solo fueron una muestra del increíble trabajo de guion de esta serie, sino que también funcionaron como un tríptico sobre el empresario: Ewan y una crítica que explicó los dolores y los traumas que generaron esa personalidad venenosa; Kendall y un elogio sobre cómo convirtió al dinero y al poder en herramientas de transformación social; y Shiv con un matiz al discurso de su hermano sobre el miedo que generaba, el potencial de dar cariño que tenía, y hasta un comentario con perspectiva de género sobre su paso por este mundo.

Succession no da una respuesta definitiva, pero después de este capítulo hay una respuesta más aproximada a la pregunta de quién fue Logan Roy. Como todo ser humano, era una figura contradictoria. Despiadado, asertivo, brutal, cautivante, creativo, dañado. Un Charles Foster Kane con hijos, capaz de llevarse al mundo puesto y de poner y deponer a reyes, presidentes y ejecutivos, en pos de crear un mundo a su imagen y semejanza, aunque eso implicara que fuera un mundo oscuro y violento. En definitiva, era lo más parecido a un dios. Pero también era tan complejo como solo lo son los humanos.

Y también, por contraste, quedó claro que tenía capacidades que, por más que ellos lo crean, ninguno de sus hijos tiene. Ni Shiv, ni Kendall, y mucho menos Roman, podrían alguna vez haber sido sus sucesores. Porque ninguno es digno. La serie nos lo dijo una y otra vez, Logan lo dijo una y otra vez hasta directamente antes de morirse, pero como estos tres vástagos están seguros de que van a poder calzarse esos zapatos, lo creemos y queremos ver cómo llegan hasta el final. Aunque lo probable es que terminen reventando los tres. Y ese morbo también cautiva.

De tal palo

Los velorios deben ser los eventos donde, en promedio, más chistes se realizan. Mecanismo de defensa, antídoto contra la tristeza inherente a ellos, en estas despedidas el humor suele asomar la cabeza para alivianar el golpe, algo que en Succession funciona a las mil maravillas —el “tu padre ha perdido bastante influencia durante los últimos días” de Tom a Shiv es para pararse y aplaudir—.

Son también situaciones donde los problemas de la vida se ponen en perspectiva, donde se recobra el valor de la vida y de los vínculos. Por eso fueron particularmente certeros y emotivos los cruces entre los hijos de Logan y los veteranos de la directiva como Karl y Frank, los que más lo conocieron porque el padre trabajaba todo el día e ignoraba a sus hijos, y también porque eran los que durante más tiempo estuvieron junto a él.

Pero como esto es Succession, ni siquiera la severidad y la pompa del velorio impidieron que durante la ceremonia, el entierro o la posterior reunión se hicieran chanchullos y negociados, que dejaron bien en claro la postura y el lugar en el que cada uno de los tres hijos relevantes (perdón, Connor) se encuentran de cara al final, con la posibilidad de que el trato con la empresa GoJo fracase o se concrete.

El que llega a la línea de meta con ventaja es Kendall. Su intervención en el velorio reafirmó que sabe lo que hace cuando se sube a un escenario, y supo pisarle la cabeza a su propio hermano menor para encaramarse en solitario al puesto de CEO.

Pero eso fue a costa de convertirse en todo lo que no quería ser al principio de la serie: en su padre. La transformación fue patente en este capítulo, y con el tono pasivo-agresivo que maneja Ken: el intento de contratar al viejo chofer y guardaespaldas de Logan, Colin; en su acercamiento a Hugo para captarlo como su “perro”; en el enfrentamiento por sus hijos con su exesposa Rava, que demuestra que por encima de su familia está el negocio. Pero a Kendall le falta la firmeza del padre, todavía tiene una cierta humanidad que puede pesarle.

Shiv, por su parte, está agarrada a Lukas Mattson como Rose a la puerta después que se hunde el Titanic. El sueco y el éxito de la compra por parte de GoJo de la empresa familiar es el camino que le queda para llegar a la cima, y está dispuesta incluso a sacrificar a su futuro hijo para adquirirlo. Con esa decisión de perpetuar el ciclo familiar, y su afirmación de que es “flexible” políticamente si la situación lo amerita, la menor de los Roy también se ha mimetizado parcialmente en Logan, pero su postura es mucho más tenue que la de su hermano.

Y Roman. Pobre Roman. Tan desagradable y tan vapuleado. Se subió al atril en la iglesia, quiso hacer esa transición en su padre, miró el cajón y ahí fue cuando aquella fachada del “pre-luto” se vino abajo. Como le pasó cuando murió su padre, fue estar ahí, en el lugar, mirando a la muerte a los ojos, que le cayó la ficha. Logan no va a volver. Y fue demasiado para él.

El derrumbe le costó su posición dentro del futuro de la empresa, y marca una debacle que terminó con él enfrentando a la turba que protestaba contra lo ocurrido en las elecciones presidenciales y el rol que tuvo el canal de los Roy, ATN, en decretar un resultado. Enfrentado a la muchedumbre, en busca de violencia, del daño físico que fuera eco del que ejercía su padre, y un corte a negro al final del capítulo que dejó un manto ominoso encima del posible desenlace.

Bien puede pasar que ninguno de los tres hermanos se quede con el trono. Bien puede pasar que los tres implosionen y que sigan siendo multimillonarios desgraciados, encima sin el juguete más codiciado.

Todo se resolverá en una semana. ¿Será Shiv? ¿Será Roman? ¿Será GREG? Kendall parece ser la apuesta segura, pero si hay algo que Succession nos enseñó, es que a seguro se lo llevaron preso. A una isla. Y tiraron la llave al mar. Y se la comió un tiburón.

Que empiece la batalla final. Nos veremos del otro lado.

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