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Vehículos incendiados y más de 150 policías heridos empañan cumbre del G20

La primera dama estadounidense Melania Trump permaneció retenida por horas por razones de seguridad
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07 de julio de 2017 a las 18:27

▶️VIDEO: Repartidor de pizzas se abre paso entre los disturbios de #G20 y se lleva la ovación https://t.co/pGbf4Oy5h3 pic.twitter.com/0K5deKcQjw

Los disturbios empañaron el viernes, por segundo día consecutivo, la cumbre del G20 en Hamburgo, una cita que el anfitrión alemán y la ciudad que la acoge deseaban que fuera impecable.

Vehículos ardiendo, 159 policías heridos, jóvenes encapuchados enfrentándose a vehículos antidisturbios, lanzamiento de cócteles molotov y agentes tratando de dispersar a los alborotadores eran las imágenes del día, en contraste con el correcto primer cara a cara del presidente estadounidense, Donald Trump, y el ruso, Vladimir Putin.

A lo largo de la jornada se había informado que Melania Trump estaba retenida en la residencia donde se aloja, por razones de seguridad, y de que había habido lanzamiento de objetos contra la policía que custodia el hotel donde se hospeda el líder del Kremlim.

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En las redes sociales se difundieron fotos de tres blindados patrullando por Hamburgo, pero la Policía negó que se planteara ningún tipo de apoyo militar.

Por su parte, el semanario "Der Spiegel" afirmó, citando fuentes policiales, que las autoridades de esta ciudad del norte de Alemania han pedido refuerzos al contingente actual, formado por unos 19.000 efectivos.

La violencia en contra de la cumbre del G20 es "inaceptables", condenó la canciller alemana, Angela Merkel, en una comparecencia al término de las reuniones plenarias y lamentó las agresiones sufridas por agentes policiales.

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"Las manifestaciones violentas ponen en peligro vidas humanas", añadió, en su calidad de anfitriona de la reunión de los líderes de las principales potencias industriales y países emergentes.

En sentido parecido se pronunció el presidente del país, el socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier, quien como Merkel agradeció la labor desarrollada por los agentes.

La canciller reiteró su "comprensión" hacia las marchas de signo pacífico que se desarrollan estos días en Hamburgo.

Desde su gobierno se insiste en que la crítica al G20 es "bienvenida" siempre que sea pacífica, en un claro mensaje de normalidad democrática en un país donde se garantiza la libertad de expresión, frente a la situación de otros miembros del grupo.

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A falta de lo que ocurra hasta el final de la cumbre, el sábado, el balance deja dudas acerca de la oportunidad de elegir el centro de una ciudad como Hamburgo, con 1,7 millones de habitantes y barrios conflictivos o con tradición de combativos, como St Pauli, para acoger la cita de los más poderosos.

Estaba claro que la cumbre suponía un desafío logístico y policial, con invitados incómodos para la izquierda radical como Trump y una veintena de actos de protesta de distinto orden, desde imaginativas acciones en formato artístico o festivo a la posible presencia de hasta 8.000 extremistas o antisistema.

Ya el martes la Policía empleó cañones de agua a presión contra jóvenes que pretendían pernoctar en una "acampada anticapitalista", lo que, a juicio de sus organizadores, fue una reacción desproporcionada.

El miércoles la situación empeoró, al detectarse la presencia de un millar de encapuchados en la manifestación bautizada como "Welcome to hell", ante los que se actuó con contundencia.

"La presencia de personas enmascaradas está prohibida. No es un capricho. Son razones de seguridad, también para el resto de manifestantes. Los rostros de quienes están ahí deben ser reconocibles", comentó a Efe Timo Zuill, portavoz policial.

Los altercados se prolongaron hasta pasada la medianoche del jueves y se reprodujeron a primera hora de la mañana de este viernes.

Grupos de entre 200 y 600 manifestantes prosiguieron durante todo el día con sentadas para tratar de bloquear los accesos al centro de congresos donde tiene lugar la cumbre.

Las fuerzas policiales bloquearon varias estaciones de metro, en unos momentos en los que la circulación por un amplio perímetro está reservada a vehículos autorizados, delegaciones o Policía.

El momento de práctico colapso coincidió con la llegada a la Elbphilharmonie, la recién inaugurada filarmónica de la ciudad, de la caravana de los líderes para el concierto que Merkel y su esposo, el catedrático Joachim Sauer, ofrecían a sus invitados.

El cielo de Hamburgo era un avispero de helicópteros, mientras barcas policiales y submarinistas controlaban que no se infiltraran intrusos desde el puerto a esa parte del Elba, en uno de cuyos depósitos se levanta ahora la Filarmónica, el más costoso proyecto cultural de Alemania y la nueva señal de identidad para Hamburgo.

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