“Llegué un día antes, fue bastante engorroso llegar porque son vuelos internos y solamente tenemos un vuelo por día, entonces tuvimos como ocho o nueve horas en el aeropuerto esperando para volar a Arica. Pero bueno, todo es parte del viaje y de la previa a un Panamericano”.
Vidart llegó con “las mejores” expectativas al Panamericano. “Todavía tengo ese espíritu competitivo, me gusta ir a competir”.
Con respecto a las condiciones de la carrera, señaló el clima del desierto de Atacama, muy cerca de la frontera de Bolivia y Perú. “Es totalmente seco y el terreno es muy árido, sumamente árido, arenoso y con mucha piedra”.
Jorge Vidart con la celeste en el desierto de Atacama
Jorge Vidart con la celeste en el desierto de Atacama
Uno de los aspectos que destacó fue el trazado del circuito, el que consideró “espectacular”. “No había chance de perderte o de equivocarte. Estaba marcado el 100% del circuito. Hubo un trabajo previo de muchos meses, porque estaba señalizado como pocas veces vi”.
Nivel Panamericano y bajadas “calienta frenos”
El ciclista uruguayo destacó que en la competencia se hicieron presentes 11 países con competidores de todas las categorías.
“Al ser UCI, todos los corredores profesionales, inclusive corredores latinos que están en equipos europeos, viajan para este Panamericano para competir por un tema de los puntos, que son muy importantes, tanto para ellos como para el equipo con el que corren. Así que el nivel de competición fue muy alto”, señaló.
La carrera tuvo un recorrido de 82 kilómetros con 2.100 metros de altitud acumulados, en una terreno muy arenoso y con mucha piedra. “Un clima sumamente seco, no te olvides que Atacama es el desierto más seco del planeta. A mí ese tipo de terreno también me va muy bien, me gusta, lo disfruto. Creo que cuanto más sufrido, mejor voy. El terreno me caía muy bien. No fue una dificultad el terreno, ni el terreno ni el clima”.
Jorge Vidart con la celeste en el desierto de Atacama
Jorge Vidart con la celeste en el desierto de Atacama
Los que plantearon dificultades fueron los descensos muy vertiginosos del recorrido. “Teníamos tres pasajes muy técnicos, de bajadas sumamente peligrosas, de las cuales no pude hacer ninguna, una sola pude hacer andando, una que se llamaba la calienta frenos. Después, las otras dos me tuve que bajar porque realmente eran criminales. No las podía hacer”.
En ese sentido, Vidart consideró que el circuito fue preparado para que los chilenos aprovecharan su localía. “Creo que estuvo un poco también armado, que estoy totalmente de acuerdo, para la gente de la zona, para los chilenos. Pues la última bajada estaba a dos kilómetros y medio de la llegada, en el cual yo sabía que tenía que llegar primero a esa bajada, que era donde me podían hacer una pequeña diferencia”.
“Al kilómetro 18 quedé cortado adelante y las dos primeras bajadas muy técnicas las hice solo y en la última bajada me pasa un chileno andando. ¡Algo de locos! Yo venía luchando con la bicicleta al costado para no caerme y el tipo pasó andando. Y ahí me hace una diferencia de 300 metros, lo corrí a fondo hasta el final y llegó 30 metros adelante. No lo pude manotear, ya que el nivel del chileno era muy bueno, ya había salido un par de veces campeón sudamericano y tenía como tres Panamericanos encima”, repasó.
Pese a eso, valoró su logro. “Quedé feliz porque el nivel de todas las categorías eran fue muy bueno”, señaló. “De hecho, quedé séptimo en la general, o sea, para que veas el nivel de la competencia y el nivel de los corredores. El lugar mío en el Panamericano fue séptimo en la general. O sea que imaginate, otra que feliz”.
Jorge Vidart con la celeste en el desierto de Atacama
Jorge Vidart con la celeste en el desierto de Atacama
Las diferencias en las bicicletas y el movimiento de un Panamericano
En esta nueva experiencia internacional, a Vidart le llamó la atención el impactante nivel de las bicicletas de los competidores y reconoció que actualmente Uruguay ha quedado lejos en ese aspecto.
“A nivel de bicicletas, decía ‘no, no, estamos lejos, estamos muy bien’. Este año, otra de las sorpresas que me llevé es que realmente estamos lejos. Lo único que veía eran las últimas bicicletas, las tope de gama, o sea, las que todavía no han entrado en Uruguay, la doble suspensión, la última, de todas las marcas, bueno las ruedas que vi fueron algo de locos, ruedas que nunca había visto, que no sabía que existían... El equipo argentino está corriendo con ruedas con rayos de hilo, ¡de hilo! No de acero, de hilo. Entonces, claro, el par de ruedas pesa un kilo, es de locos. Y ahí me di cuenta de que sí, que ahora quedamos un poquito lejos en el nivel de de bicicletas”, señaló.
Jorge Vidart con la celeste en el desierto de Atacama
Jorge Vidart en lo alto del podio de la Arica Race
Tras el Panamericano, el domingo largó la Arica Race, que tuvo 153 kilómetros con 3.500 m de altimetría.
“Eso fue una masacre porque venías con el palo del Panamericano del día anterior”, comentó.
“Por suerte pude descansar bien. Conectamos con un muchacho que también era de acá de Uruguay, de Paysandú. Nos llevó unas botas, nos masajeó, nos puso un estén. O sea, pudimos recuperar un poco más rápido lo normal. Y creo que ahí se vieron los resultados al otro día”.
Ese día, con la sumatoria de los dos días, del Panamericano y de la segunda etapa, quedó primero en la carrera que también es avalada por la UCI.
“Ahí quedó medalla de oro en la Arica Race y el chileno que salió oro en el Panamericano quedó segundo”, contó.
“Así que creo que fue a un nivel espectacular, porque la verdad que obtener una medalla de plata en un Panamericano y venirte con un oro en la Arica Race de dos días, habla muy bien de la preparación con la que fui y del resultado”.
Otro de los aprendizajes que le dejó el fin de semana de competencias en Chile fue la convocatoria de público que tuvo el evento, lo que le genera la interrogante de por qué no se puede replicar en Uruguay.
Jorge Vidart con sus medallas
Jorge Vidart con sus medallas tras competir en Chile
“La conclusión que saco es que no puedo entender cómo es posible que acá en Uruguay no podamos hacer un evento de esos”, señaló. “El movimiento que genera un Panamericano en la ciudad en la que se hace es brutal. O sea, la gente de Colombia, de Paraguay, de Bolivia, de Perú, fueron en autos con familias, fue gente a acompañar, en tramos veías montones de personas gritando, en la llegada, a mitad de camino, en el medio de la nada, de repente veías y se juntaba un grupo de 60, 70, 80 personas al costado del circuito gritándote, alentándote”, dijo.
“No sé por qué acá acabamos de hacer un Panamericano (de ruta) en la rambla de Punta del Este, dándole esa chance a otros países que nos pasen por arriba. No tener chance de pelear un Panamericano, ¿entendés? Acá en Chile lo hacen para que quede en casa, porque esas bajadas técnicas, los chilenos estuvieron tres meses yendo a entrenar a esa parte para poder bajar lo que nosotros no pudimos. Entonces, no sé, sigo sin entender cómo no estamos todavía capacitados para hacer un evento de esa índole con todo lo que genera el mountain bike”, agregó.
Vidart dijo estar “súper feliz” con sus logros en Chile. “Venir con una plata a nivel Sudamericano no es poca cosa. Venir con un oro de la Arica Race tampoco”.
Eso lo motiva para pensar en un nuevo desafío en 2026: “Ahora, como objetivo, sin duda que me gustaría estar en el mundial el año que viene, que es el Campeonato Mundial de XCM en Italia. Lo más probable que, si no pasa nada, me encantaría estar ahí y también medirme a nivel mundial, estar con los mejores de todas las categorías, viviendo, conviviendo, como estuvimos en el hotel en Chile, que era un ambiente de mucha camaradería, todo muy solidario. ‘Che, te falta algo, precisás esto, tengo esto, tengo una llave, una herramienta’. O sea, eso es muy lindo compartirlo, porque ves que hay una pasión que se comparte. Como experiencia fue maravillosa”.