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25 de noviembre 2025 - 17:34hs

El evento Energía Summit 2025 organizado por El Observador reunió a especialistas de distintos ámbitos para analizar el rol de la biomasa, la energía eólica y la solar en el futuro de Uruguay y de la región.

Los participantes coincidieron en que el país consolidó una primera transición energética exitosa, pero señalaron desafíos para la próxima etapa, especialmente en infraestructura, redes eléctricas, complementación de fuentes e incentivos adecuados para nuevas inversiones.

El director de SEG Ingeniería, Fernando Schaich, afirmó que Uruguay logró una primera transición energética muy rápida y eficaz, que permitió alcanzar 99,1% de energías renovables en la matriz eléctrica en 2024.

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Advirtió, sin embargo, que para continuar avanzando se necesitan inversiones importantes en infraestructura eléctrica y redes. También sostuvo que la próxima incorporación relevante debe ser solar, por costos y por complementariedad.

Sobre el costo de la energía, explicó la diferencia entre el costo de abastecimiento —que bajó significativamente con las renovables— y la tarifa final que pagan los consumidores, influida por otros factores y por el aporte de UTE a Rentas Generales.

Recordó que antes de la transición se llegó a importar energía a US$ 300 o US$ 400 MWh, mientras que las primeras licitaciones renovables se ubicaron entre US$ 80 y US$ 90, con tendencia a bajar si hubiera nuevas convocatorias. También subrayó que la discusión tarifaria debe diferenciar claramente los componentes del sistema.

El sector privado apuesta por más inversión y proyectos de largo plazo

Desde la experiencia internacional, el CEO de Solfium, Andrés Friedman, analizó el desarrollo de la generación solar distribuida en México y comparó algunos elementos con la realidad uruguaya.

Explicó que el país mexicano tiene altos niveles de radiación solar, lo que permite repagos de entre dos y tres años y un retorno elevado para los usuarios. Agregó que la matriz mexicana continúa muy basada en combustibles fósiles, lo que impulsa la demanda de energía solar por razones de costo y de descarbonización.

Friedman indicó que Uruguay, pese a tener menor expansión en ese segmento, es visto como un referente regional por la complementariedad entre fuentes y por el desarrollo de su matriz.

Para el caso uruguayo, destacó la oportunidad de impulsar nuevos modelos financieros —como créditos verdes y alianzas con bancos— y proyectos urbanos e industriales que integren sistemas solares desde el diseño. Sostuvo que la generación distribuida crecerá a nivel global a medida que bajen los costos de almacenamiento y que los usuarios se conviertan cada vez más en productores de su propia energía.

El BID destaca el potencial regional

Por su parte, la especialista sectorial de la División de Energía del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Cecilia Correa señaló que la región se encuentra en un momento de transición marcado por nuevas tecnologías y nuevas demandas regulatorias.

Explicó que los países ya no solo trabajan en metas de descarbonización, sino también en mecanismos que permitan atraer inversiones privadas, financiar proyectos y asegurar estabilidad normativa.

Correa planteó que las energías renovables están consolidadas y que el desafío pasa por integrar más capacidad a las redes, aprovechar oportunidades en hidrógeno verde y promover modelos de negocio que faciliten la adopción de tecnologías limpias. También destacó que la planificación energética requiere hoy una mirada más amplia que incluya eficiencia, movilidad y criterios ambientales.

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Investigación académica marca oportunidades en solar y almacenamiento

En tanto, el director del Laboratorio de Energía Solar de la Udelar, Rodrigo Alonso, analizó la evolución de la energía solar en Uruguay y el potencial todavía disponible. Recordó que el país incorporó generación fotovoltaica en 2017 y que la tecnología se abarató notablemente desde entonces.

Señaló que la energía solar tiene costos competitivos y es complementaria con la eólica, porque genera en momentos diferentes y ayuda a equilibrar el sistema. También indicó que los precios internacionales de los paneles y los avances en almacenamiento mejoran la viabilidad de nuevos proyectos.

Alonso resaltó que el país cuenta con recursos solares suficientes para seguir sumando instalaciones y que la estabilidad de la matriz energética facilita la llegada de inversiones.

La industria ve espacio para ampliar la biomasa y mejorar eficiencia

Por su parte, el presidente de CIR Industria y Energía, Rodrigo del Campo, destacó la relevancia estratégica de la biomasa en la matriz energética uruguaya. Aunque con menos visibilidad que la solar o la eólica, la biomasa resulta esencial a nivel industrial porque permite generar calor, vapor y energía eléctrica para procesos que otras renovables no pueden cubrir. Además, se posiciona como una alternativa limpia frente a los combustibles fósiles.

Del Campo subrayó que la biomasa ofrece una producción estable y previsible, a diferencia de la estacionalidad de la hidráulica, la eólica o la solar.

A nivel residencial también ha crecido, especialmente tras la introducción de pellets y equipos más eficientes, aunque las bombas de calor han ganado terreno.

En lo industrial, afirmó que aún existe amplio potencial de expansión, tanto por su aporte energético como por su capacidad de resolver problemas ambientales al valorizar residuos. Puso como ejemplo calderas que utilizan cáscara de arroz o subproductos frigoríficos, demostrando su versatilidad y su aporte en la transición energética.

Todos los expositores destacaron que Uruguay parte de una posición sólida, pero que la segunda transición energética exigirá planificación, coordinación público-privada y una visión estratégica capaz de integrar nuevas tecnologías.

Temas:

Uruguay energía solar energía eólica Biomasa en Uruguay energía

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