El economista de CPA Ferrere Nicolás Cichevski afirmó que el plan fiscal del gobierno, incluido en el proyecto de ley de Presupuesto, introduce un ajuste “significativo” pero “gradual”, que, por su timing y sus riesgos, “no termina de despejar” el riesgo fiscal a corto plazo.
Durante una reunión para clientes, explicó que para estabilizar la deuda en el 58% del PIB registrado en 2024 (según estimaciones del Consejo Fiscal Asesor), la corrección debería comenzar inmediatamente y acumular un ajuste de 3% del PIB en el período.
En ese sentido, apuntó que un camino gradual, con un ajuste acumulado de 1,8% del PIB, permitiría estabilizar la deuda al final del período, pero admitiendo un crecimiento adicional, que ya acumula un incremento de 25% del PIB desde 2014. Según dijo, el programa presentado por el gobierno se parece más a la segunda alternativa.
Cichevski señaló que las restricciones y definiciones políticas del gobierno determinan que, en la práctica, el diseño del plan de ajuste fiscal resignó la posibilidad de introducir un ajuste por el lado del gasto, que tendría efectos inmediatos y ciertos.
En cambio, dijo, se optó por un ajuste por el lado de los ingresos, cuya efectividad es diferida y su concreción está sujeta a incertidumbre. La mejora fiscal planteada se sustenta en un incremento de la recaudación de la Dirección General Impositiva (DGI), por 1,5% del PIB, de los cuales el 50% se explica por un incremento de la eficiencia recaudatoria del fisco y el 50% restante por las modificaciones tributarias planteadas.
Los riesgos de la estrategia fiscal
En ese contexto, la consultora subrayó los riesgos de la estrategia fiscal adoptada por el gobierno.
Como primer punto, se expresa que en la medida en que se optó por la vía de los ingresos, la corrección fiscal comienza recién en 2027 y se concentra en los últimos años del período, quedando expuesta al ciclo electoral.
Además, se menciona que el ajuste se apoya en un aumento de la recaudación, cuya efectividad está sujeta a incertidumbre, porque requiere aprobación del Parlamento y por la incertidumbre propia de las fuentes de ingreso incremental, elemento que es difícil de cuantificar con la información publicada en la Exposición de Motivos que acompaña el Proyecto de Ley.
También se expresó que el cumplimiento del programa fiscal requiere que se materialicen las proyecciones de crecimiento económico para el período, que tienen un sesgo “levemente optimista”, principalmente para 2028-2029.
“El nuevo equilibrio de inflación en un contexto global desafiante”
Otra parte de la presentación puso foco en la inflación –hoy levemente por debajo de la meta de 4,5%–, y en cómo la política monetaria del Banco Central (BCU), deberá gestionar el riesgo de sobrecumplimiento de ese objetivo.
El economista de CPA Ferrere destacó que favorecida por la debilidad global del dólar, la inflación se ubicó por debajo del nivel objetivo en agosto. La firma prevé que cerraría el año 2025 en 3,7% y manteniéndose por debajo de la meta de 4,5% hasta mediados de 2026.
Se proyecta que el BCU continuaría reduciendo la Tasa de Política Monetaria hasta alcanzar el nivel neutral (7,25%) en el transcurso del próximo año, aunque la velocidad de convergencia de la TPM estará condicionada por el avance de los acuerdos salariales y la evolución de las expectativas de los empresarios, que han mostrado ser rígidas a la baja (hoy en 6%).
Asimismo, Cichevski enfatizó en que “el BCU deberá gestionar el riesgo de sobrecumplimiento de la meta de inflación en los próximos trimestres, agravado por riesgos a la baja sobre el dólar, en un contexto de correctivos salariales asimétricos que podrían inducir riesgo de ajuste sobre el empleo”.
Guerra comercial, oportunidades para Uruguay, y recorte de tasas en EEUU
El economista Alfonso Capurro, afirmó que “la etapa más intensa de la guerra comercial habría quedado atrás, pero sus impactos en inflación y en comercio internacional todavía están en proceso”.
Según explicó, el contexto global es menos amistoso que a comienzos de 2025, pero el nuevo equilibrio global también genera reconfiguraciones de comercio con oportunidades para Uruguay por el desplazamiento que sufren algunos competidores como Brasil. El país vecino ha quedado virtualmente excluido del negocio de exportación de carne a Estados Unidos, gravado con un arancel de 76,4% para la carne por fuera de cuota.
En ese escenario, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), recortó el miércoles sus tasas de interés de referencia por primera vez este año, en un cuarto de punto –al rango de 4%- 4,25%– en línea con lo esperado por el mercado y ante el deterioro del empleo.
Capurro señaló que la inflación en Estados Unidos continúa elevada y se acerca al 3%, lo que tensiona el mandato dual de la Fed. Además, apuntó que la decisión de la Fed está enmarcada en un contexto en el que su independencia se ha visto amenazada, un riesgo que no está necesariamente incorporado en los precios de mercado.
Un eventual proceso de “dominancia fiscal”, dijo, en donde la política monetaria se vuelve funcional al financiamiento del Tesoro podría derivar en un equilibrio con tasas “subóptimas” de corto plazo, inflación elevada y dólar más débil.
En este contexto, explicó, la mayoría de los precios de exportación se mantienen debilitados, con excepción del oro que actúa como activo de refugio. Asimismo, el precio de la carne se mantiene tonificado ante las restricciones de oferta en EE.UU. y demanda global firme.
Según Capurro, “el escenario para el precio de la carne es un shock externo favorable para Uruguay que se ha ido consolidando en los últimos meses. Con los precios actuales, en 2025 la cadena cárnica volverá a ser el principal sector exportador del Uruguay”, afirmó.