El equipo no podía salir ni mucho menos generar en ataque.
Fue ahí cuando Carneiro apareció abierto por izquierda y pasó al medio. Apenas después de pasar, Méndez le fue con los tapones de punta y lo impactó en el tobillo, doblándoselo peligrosamente.
Fue una jugada de uso de fuerza excesiva, merecedora de tarjeta roja. Porque el golpe fue pleno y el contacto se dio en una zona peligrosa poniendo en riesgo la integridad física del rival. No se trató de un pisotón a un pie plantado en el piso. Fue un impacto pleno, sin plegar, recoger ni frenar el impulso del pie a una zona de articulación. Muy peligrosa.
Burgos puede llevar parte de la culpa, pero el error fue compartido en mayor medida por Jonathan Fuentes, quien estuvo a cargo del VAR.
El resto del partido de Javier Burgos fue impecable
Antes y después de esa incidencia, Burgos tuvo un manejo de partido impecable. Tuvo coherencia a la hora de sancionar las faltas y también de administrar el uso de tarjetas. Con diálogo abierto con los jugadores, pero también con firmeza supo llevar el clásico. El juego jamás se le salió de las manos y siempre lo tuvo bajo control.
Con todo lo que había en juego eso es muy meritorio.
En ese sentido, a los 18' amonestó al ayudante técnico de Nacional, Ribaír Rodríguez, como para que de afuera no le complicaran el partido adentro.
A los 29' no advirtió un pisotón de Lucas Rodríguez sobre Pedro Milans. Fue un error de apreciación menor, de esos que demuestran que en la enorme toma de decisiones que adopta un juez por partido, es imposible acertar en el 100%.
A los 33' vio mal una acción de juego de Juan Cruz De los Santos en una subida de Javier Méndez al ataque. El delantero de Nacional le sacó el pie y Méndez se lanzó al vació haciéndose comprar una falta que en realidad no existió.
Esa se puede decir que fue la única vez que Burgos se dejó llevar por las exageradas simulaciones en las que incurre el futbolista promedio, ese que en lugar de atacar la ventaja busca tirarse ante contactos insuficientes (como para generar derribos) de modo tal de buscar tiros libres y sanciones disciplinarias.
En el inicio del juego, Burgos no le cobró falta a nacho Sosa en un enganche de este al borde del área de Nacional y luego tampoco le cobró falta a Pedro Milans sobre De los Santos, en un corte de este hacia el área. Y estuvo bien el juez en ambas. A los 60' hizo lo propio con Leo Fernández.
Con el mismo criterio, muy cerca del final, tampoco cobró falta de Sebastián Coates sobre Leandro Umpiérrez cuando en una gran acción ofensiva de Peñarol, el juvenil escapaba contra Luis Mejía. En esa incidencia, Peñarol también protestó segunda amarilla para Lucas Villalba, por falta sobre Leonardo Fernández. Burgos actuó con la coherencia de cobrar cuando realmente los contactos fueran suficientes para derribar a jugadores y no cuando estos aprovecharan cualquier contacto para exagerar caídas. Porque en definitiva eso debería ser el fútbol. Un deporte de contacto y no una pobre actuación teatral.
Sí hubo actuación de parte de Maximiliano Olivera cuando fue a disputar por banda una pelota donde tanto él como Carneiro fueron con la pierna en alto. Restó el defensa y Carneiro lo impactó en el abdomen. Olivera acusó un golpe en la cara y Burgos amonestó al delantero de Nacional. El asistente que vio la zona de impacto y dónde acusó el golpe el lateral de Peñarol era Richard Trinidad. También se puede entender que Carneiro asumió, por imprudente, la posibilidad de que lo amonestaran.
Burgos amonestó bien a García por protestarle un saque de banda, en dos ocasiones. Nuevamente buscó aplacar los ánimos de los jugadores mostrando autoridad.
A los 46', apenas iniciado el segundo tiempo, Peñarol protestó segunda amarilla para Carneiro por saltar con los brazos extendidos a buscar un saque lateral, golpeando en el rostro a Eric Remedi. Estuvo bien Burgos en no sacar amarilla porque el golpe fue totalmente casual y no hubo un solo movimiento corporal tendiente a agredir al rival.
A los 56', Luciano Boggio golpeó con el juego detenido y con la mano, a Olivera. Fue una agresión mínima y por eso le sacó amarilla.
A los 58' también amonestó correctamente a Arezo en una jugada donde quedó demostrado que con la amarilla a Méndez se quedó corto. Fue a restar Emiliano Ancheta y Arezo llegó tarde pegándole con la punta del botín. Bien sacada la amarilla por entrada temeraria.
A los 62' amonestó bien a Lucas Rodríguez y luego Fernández buscó que le sacaran nueva amarilla en una salida del volante de Nacional sobre el banderín del córner de la Damiani contra la Guelfi. Hubo un contacto absolutamente casual de la mano en la cara de Fennández.
A los 65' se le pudo terminar el partido a Luciano Boggio por un pisotón a un rival, teniendo ya la amarilla por el toque en la cara a Olivera. Con el criterio que tuvo para ver las amarillas, esa incidencia no la vio bien Burgos. Fue una jugada que en relación a la de Méndez, pasó totalmente desapercibida.
A los 69', Peñarol protestó en forma totalmente desmedida dos posibles penales: primero por un remate de Maximiliano Silvera donde Coates asumió el riesgo de tirarse a bloquearlo y, consiguientemente, ampliar el radio defensivo con sus manos. Nada de eso pasó, la pelota le dio en los pies y le pasó debajo del cuerpo.
La acción prosiguió y luego remató desde el otro ángulo del área Arezo. La pelota dio en el brazo izquierdo de Coates. ¿Penal? De ninguna manera. Coates movió claramente el brazo atrás de su cuerpo y cuando le pegó lo tenía bien pegado al mismo.
A los 72', Burgos amonestó a Olivera después de advertirle que no le hablara ni le protestara más. Nuevamente impuso su autoridad a un jugador muy señalado por protestar cada incidencia de los partidos.
Olivera protestó para que no expulsaran a Javier Méndez quien bajó a Maximiliano Gómez en la primera pelota que este tocó en el partido. Amarilla -la segunda- inobjetable y roja tardía para Méndez que tuvo un clásico para el olvido. Es más, jugó 50 minutos regalado en cancha.
Las últimas dos decisiones de Burgos también fueron acertadas: amarilla a Millán por cortar ataque prometedor de Arezo, en jugada que terminó en tiro libre al palo de Fernández, y no cobrar falta de Coates en intento ofensivo de Umpiérrez.
Los ánimos terminaron acalorados al final. Varios jugadores de Nacional se molestaron con Maxi Olivera por dichos en la cancha. Lucas Villalba dio mucho de sí para que Burgos le mostrara segunda amarilla y que lo expulsara, por lo que el árbitro mostró presencia, personalidad, carácter y orden hasta una vez terminado el clásico.
La no roja a Méndez fue el gran error que cometió, compartido con Fuentes, y eso lo privó de salvar el clásico con una nota muy alta.