El resultado electoral en primera vuelta de la elección presidencial en Chile, significó un punto de inflexión con relación al influyente predicamento político de los partidos tradicionales en el poder desde el retorno a la democracia, arrastrando al país a la estela regional de incertidumbre e inestabilidad. Una fragmentación política con influencia de posiciones extremas, deviene en una polarización que pone en juego la gobernabilidad y dinamita el necesario entendimiento para recuperar el brillo que la nación trasandina tuvo en la década de los 90 y más.
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