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La tarde del Loco: canciones, familia y 90 minutos de lucha

En un partido sin goles, Abreu se robó las miradas en Florida, en una tarde que comenzó con sus arengas y en la que terminó siendo el último en irse tras las fotos con los niños
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11 de agosto de 2019 a las 05:03

En una tarde sin goles y sin grandes emociones, “el Loco” Sebastián Abreu se robó las miradas en Florida, porque volvió a ser titular desde su regreso al fútbol local, porque su equipo, Boston River, enfrentó a Nacional, el club de sus amores, y también por la expectativa de que el gran público pudiera verlo en acción para conocer cómo es su rendimiento con casi 43 años.

Por todo eso, no fue un día más para el minuano. A las 15:00, el plantel se reunió y partió rumbo al Estadio Campeones Olímpicos, donde los rojiverdes estrenaron su localía, la que mantendrán hasta fin de año.

La llegada a Florida fue especial. Según contó un dirigente antes del partido, el Loco encabezó el canto en el ómnibus cuando se acercaban a la ciudad. “Hasta la inventó él a la canción porque no tenemos canciones”, comentó.

Tras el partido, el minuano señaló a Referí que ese momento fue un poco “por el estado de ánimo y de pasarla bien con la banda”. “Creo que hay que tener el estado de ánimo alto, el disfrutar el día a día, llegar a la cancha con esa ilusión de ser un privilegiado. ¿Cuántos quisieran tener la oportunidad de poder estar en Boston River, jugando en Primera división, contra Nacional? Entonces, muchas veces nos olvidamos de que tenemos un privilegio que muchos quisieran y no todos lo pueden hacer”, dijo Abreu.

Ya en el vestuario, antes del partido, el delantero encabezó la arenga antes de salir a realizar el calentamiento, mientras que en el ingreso al palco principal del estadio floridense se vendía la nueva camiseta de Boston River, con el número del Loco, el 113, y con la firma estampada en el pecho. ¿El precio? $ 1.500.

La salida a la cancha del rojiverde lo tuvo entre los últimos de su equipo, causando confusión con el zaguero Emiliano Álvarez, su compañero que tiene una altura y look parecido al que tuvo Abreu tiempo atrás, con pelo más largo y barba.

El minuano conformó la pareja de ataque con Diego Coelho, el hijo de Fabián, su ex compañero en Nacional. En el comienzo, se lo vio dando órdenes constantemente, algo que se repetiría durante todo el partido. Marcelo Tapia, el volante que estuvo más cerca de él, fue uno a los que más le habló.

Pidió que le tiraran pases largos y tuvo una falta a Guillermo Cotugno contra el sector de la hinchada tricolor. Los albos chiflaron al juez, Daniel Fedorczuk, pero con el Loco estuvo todo bien. A los 33’, tuvo un cabezazo que pasó cerca, pero sin peligro.

En el segundo tiempo el partido tuvo más intensidad y Abreu tuvo más juego como lanzador, bajando unos metros. De esa forma, intentó meter pases de primera para Coelho o quien llegara por la izquierda, luego hizo una a lo Juan Ramón Carrasco, dejando pasar la pelota, pero su compañero no lo entendió, lo que lamentó con un golpe de manos. Y luego, metió un gran pase al vacío para Bruno Foliados, pero lo ahogó Luis Mejía en gran forma.

Tuvo un cruce con Rafa García en la que terminaron yendo al piso y el árbitro los advirtió a los dos, pero no le dio importancia. “Son situaciones de partido. Él quiere ganar, yo quiero ganar. Somos temperamentales pero tenemos una relación. Terminó el partido, nos dimos un beso y un abrazo y a seguir mirando para adelante”.

Con sus 42 años, el atacante aguantó los 90 minutos sin inconvenientes y con mucha lucha. “Es mentalidad positiva, disfrutar, confianza en el entrenador, saber aprovecharte en la parte práctica en el funcionamiento. Y después en lo personal seguir con la rutina de los últimos 15 años: entrenar a la tarde con personal trainer, alimentación, estudio de genotipo, la sangre, qué alimentación te sirve y cuál no, entrenar con especificidad en lo que es la parte del delantero. Hay un sinfín de cosas que te llevan a seguir disfrutando, la metodología de entrenamiento ha cambiado mucho y eso ayuda para que a nuestra edad nosotros nos podamos sentir bien y ser competitivos, sabiendo de las limitaciones que tenemos”, dijo al explicar su fórmula.

Para el Loco también fue un partido especial porque tuvo a su familia en las tribunas. Su esposa Paola, su hija Valentina y los gemelos Franco y Facundo lo alentaron. Diego, su hijo mayor, quien juega en las formativas de Defensor, no estuvo porque está defendiendo a la selección de México.

“Esa fue una de las cosas que me llevó a quedarme en Uruguay, sobre todo los gemelos. Diego vivió la etapa de los 6 ó 7 años de entrar a la cancha, pero los gemelos no porque en 2013 me fui y no han tenido esa chance de esa imagen y ese recuerdo. Ahora con 10 años van a acordarse de lo que fue venir a Florida y los partidos venideros”, señaló a Referí.

Cuando la fría noche se hacía sentir en Florida y la mayoría de los hinchas se habían retirado, unos 30 niños esperaban en el vestuario de Boston River para ver a Abreu y sacarse una foto. El Loco salió, se tomó su tiempo para posar con todos los que le pidieron y hasta firmó camisetas de Nacional. “No hay que olvidarse que uno también fue niño”, dijo, antes de subirse al ómnibus junto a sus compañeros.

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