Mauricio Larriera sigue apostando por su fútbol en Peñarol

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Larriera es el técnico de la marca registrada que pide renovación para 2022, pero debe ganar el Uruguayo

Larriera es el técnico de la marca registrada que le dio identidad a Peñarol, tachó a Nacional, clasificó a una semifinal internacional luego de 10 años y pide renovación para 2022, pero debe ganar el Uruguayo
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01 de octubre de 2021 a las 01:07

No fueron meses fáciles para el técnico de Peñarol, Mauricio Larriera. El hecho de haber llegado a un club grande, le cambiaba el panorama al cual estaba acostumbrado. Es un mundo diferente.

A eso hay que sumarle la “presión” de haber sido el elegido de uno de los máximos ídolos del club en los últimos 30 años como es el director deportivo, Pablo Bengoechea.

Larriera vivió momentos complicados en los que estuvo a punto de ser cesado. En esta misma Copa Sudamericana le sucedió al inicio cuando ganaba cómodamente 2-0 ante Cerro Largo en el Parque Viera, se apresuró con cambios inentendibles, y el rival le empató el partido en la hora.

Si no ganaba el partido de vuelta en el Estadio Campeón del Siglo, se hubiera despedido esa misma noche del 13 de abril de la conducción carbonera.

Sin embargo, supo capear el temporal muy bien durante todo este lapso.

Esa falta de costumbre a un club grande hizo que comenzara a calentar motores en su primer torneo, el Clausura correspondiente al Uruguayo 2020 pero que comenzó en enero de este año.

El primer partido que dirigió Larriera a Peñarol fue en enero pasado ante Cerro en el Tróccoli

Allí fue conociendo los pormenores de un vestuario diferente, de tratar con futbolistas de trayectoria, de peso, y también aprendió.

En ese torneo no logró llegar a la definición y para colmo, el eterno rival se consagraría bicampeón uruguayo.

Ya para el segundo campeonato al frente del equipo, en el Apertura, su equipo mostró algunas mejoras y sobre todo, identidad. Perdió puntos de manera insólita y quedó relegado en la tabla, pero su apuesta futbolística la mantuvo siempre.

Le dio cabida a los jóvenes en un plantel que tiene un promedio de edad muy bajo para lo que ha sido históricamente Peñarol en los últimos años.

Sin dudas que su mejor momento lo vivió en esta Copa Sudamericana de la que se despidió en la noche del jueves en Curitiba.

El equipo jugó partidos brillantes, de gran nivel futbolístico y de enorme factura técnica.

Así sucedió, por ejemplo, ante Corinthians, al que supo golear 4-0 en Montevideo luego de haberle ganado en Brasil 2-0. También goleó a otros rivales de menor enjundia como Sport Huancayo (5-1) y River Plate de Paraguay (3-0).

Pero el punto más alto, el fútbol que más le gustó al hincha que supo disfrutar del resultado, se vio en el clásico ante el eterno rival, Nacional, en el Gran Parque Central.

Aquella noche del 15 de julio, Peñarol ganó 2-1 pero por lo mostrado en la cancha, debió golear.

El técnico de Peñarol aprendió con el tiempo a manejar un grupo de un club grande

Careció de eficacia, algo que también le faltó este jueves a la noche en Curitiba y, sobre todo, el pasado jueves en el Estadio Campeón del Siglo.

Pero superó al clásico rival revirtiendo un momento complicado y luego a Sporting Cristal para llegar a las semifinales de un torneo internacional luego de 10 años que Peñarol no lo lograba.

Si bien demostró que sigue aprendiendo -hasta de sus propios errores como a veces le sucede con las variantes que entran desde el banco- fue fiel a sus principios y no varió el esquema de un equipo que es muy ofensivo.

En este lapso supo aprovechar como nadie las virtudes de cuatro futbolistas que anduvieron muy bien y en Curitiba aparecieron muy poco: Agustín Álvarez Martínez, Pablo Ceppelini, Facundo Torres y Agustín Canobbio.

Además de ellos, también potenció al capitán Walter Gargano, el timonel de la mitad de la cancha.

Agustín Canobbio fue uno de los que explotó con Larriera como entrenador

El gran debe que tiene Larriera son los errores defensivos que cometen sus zagueros y que le han costado carísimos al equipo. Ahí es donde seguramente deberá mejorar y ver si tiene variantes.

El técnico, de a poco, se fue ganando la confianza y el corazón del hincha. Y lo hizo con sus convicciones.

Como él mismo dijo en la noche del jueves luego de la eliminación, quedó satisfecho con la forma en la que se disputó esta Copa Sudamericana. Y es cierto: hay formas y formas de quedar eliminados o de clasificar. Por algo también sostuvo -una vez más- que este plantel lo representa.

El trabajo de Larriera se puede resumir en una palabra: identidad. Eso es algo que no es fácil de conseguir y menos de mantener en un equipo. Él lo logró.

Hoy, pese a la derrota y a los errores, se puede decir que Larriera es quien merece los aplausos.

Pero esto es fútbol y de los resultados se vive. Mucho más en un equipo grande. Si bien por lo mostrado hasta hoy, pide renovación hasta 2022, dependerá obviamente de si gana o no el Uruguayo. Si lo consigue y toma viento en la camiseta, podrá mejorar aún más lo que ya hizo en Peñarol. De lo contrario, se sumará a una lista de entrenadores que debieron irse sin conseguir títulos.

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