Fútbol > EL TAPADO DE LA FECHA

Martín Correa, como el Loco Abreu pero sin plata

El puntero de River ya jugó en 10 equipos y en broma se define así; fue a probar suerte a México, pero lo deportaron
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13 de marzo de 2018 a las 05:00

El avión llegó a México a la hora 14. Martín Correa llegaba con toda la ilusión de ir a jugar a ese país. Pero en migraciones lo pararon en seco. Le preguntaron por qué viajaba y contestó que iba a jugar al fútbol. Le pidieron el contrato que, obviamente, aún no lo había firmado. Lo encerraron en el aeropuerto con gente que había transportado drogas. La pesadilla fue larga.

Quienes lo tuvieron detenido, no se dieron cuenta de que se había quedado con el celular. Los que sí se dieron cuenta fueron los que estaban encerrados con él y le pedían que se lo dieran para llamar para afuera. Pidió para ir al baño y mandó un mensaje a su madre María para que se enterara de esto. Con el paso de las horas, llegó una azafata y le dio algo de comer. Durmió en el piso y a las 6 de la mañana, le dijeron que lo deportaban a Uruguay. Lo trataron como a un delincuente. Era un jugador de fútbol que, como miles, quería tener un sueño. No lo dejaron. Correa sufrió todo eso con solo 21 años y en soledad.

"Fue lo peor que me pasó en mi vida. Pasé un susto bárbaro", recuerda el jugador a Referí.

Y agrega: "No quería jugar más al fútbol".

Su vida en este deporte fue muy vertiginosa. Ya lleva 10 equipos distintos. "Le dije a un amigo que soy como el Loco Abreu, pero sin plata", cuenta y se ríe.

Su papá falleció cuando él era un niño y lo crió su mamá y también sus abuelos maternos. Vivía algunos días en una casa y otros en otra. Ese abuelo, Darcy, fue quien más creyó en él.

"Había estado en Fénix, después un año sin jugar porque me daba vergüenza ir a probarme a los equipos. Mi abuelo le pidió a un amigo que me llevara a Wanderers, entonces fui con él", explica.

El amigo ya estaba en el plantel de los juveniles, pero no hacían más pruebas en el club. Cuando llegaron, todos los gurises se subieron al ómnibus para ir a entrenar, pero a él no lo dejaban. Su amigo intercedió, lo dejaron, y al final, firmó con los bohemios.

Salvador Capitano lo subió a Primera y debutó con 18 años, compartiendo equipo con Chapita Blanco, Guglielmone y Maximiliano Rodríguez. Lo ascendieron antes que a Gastón Rodríguez, Maximiliano Olivera, Guzmán Pereira y Santiago Martínez. Llegó Daniel Carreño como técnico, jugó ante Nacional, pero lo bajaron a Tercera y su representante lo llevó a esa divisional de Peñarol. "Me iba a ver Diego Aguirre, pero justo se fue. Me quedé con Tito Goncálvez y fuimos campeones de Tercera. Ganamos un clásico en el Palermo con dos goles de Jonathan Rodríguez. En ese plantel también estaban Guillermo Varela y Rodrigo Pastorini, entre otros".

Recuerda que en La Teja, donde vivió siempre, cuando tenía 15 años, estuvo mucho en la calle. Y como pasa en todos los barrios, había muchachos en la barra que elegían delinquir. Seis de ellos fueron presos por distintos robos. "Me abrí de ellos. Me di cuenta que no tenía nada en común y tuve otros amigos de novela. Es que a esa edad, hacía lo que quería, porque mi vieja laburaba y yo estaba mucho rato solo", indicó.

Había dejado el estudio en primero de liceo. Pero su novia Natalia influyó mucho para que terminara el ciclo básico. "Hace dos años lo terminé. Depúes hice un curso de diseñador web y ahora me anoté en uno de inglés. Soy más responsable", dice.

Estuvo en Canadian y le pagaron un mes solo. Le costaba vivir el día a día económico, pero se ayudaron con su novia para seguir. Al final, como pasa –casi– siempre, terminó cobrando el año entero mucho después.

Recaló en Villa Española en la B con Jorge Casanova como DT. Le fue "muy bien" y ascendieron. Hace casi dos años y aún no pudo cobrar el premio. "Me dijeron que lo cobramos por estos días, aunque no es demasiado dinero". Lo que más recuerda es que se subieron a un ómnibus y saludaron a todo el barrio. "La gente salía a aplaudirnos. Fue un momento único", comenta.

Con Torque también le tocó ascender a Primera. Ese premio ya lo cobró con el dinero de ayuda de Manchester City.

"Cuando jugaba en Villa Española y enfrentábamos a Torque, pensábamos que lo del City era todo mentira. Pero cuando llegué allí, era todo bárbaro. Faltaba aire acondicionado donde entrenábamos y lo consiguieron, lo mismo cuando pedimos un televisor. Desayunábamos todos juntos, nos daban proteínas para después del entrenamiento –que en otros clubes, me las tenía que comprar yo– y teníamos nutricionista".

En las vacaciones, un amigo lo invitó a pasar unos días en Brasil. El amigo es Nicolás "Diente" López, quien se crió con él, la rompió en Nacional y juega en Inter. Martín tenía ofertas para seguir en Torque, ir a Liverpool o River. "Nicolás me dijo que no me apurara, que eligiera bien. Así llegué a River, un club serio". Y el domingo se presentó con su primer golazo para ganarle a Rampla.

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