Agro > INFORME GANADERO

Sigue siendo fuerte la extracción en la ganadería

La actividad de exportación de vacunos en pie y la faena se mantienen en volúmenes muy importante; se trata de señales que ponen de manifiesto que la ganadería está ante serios problemas
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02 de febrero de 2018 a las 05:00
Por Blasina y Asociados, especial para El Observador

La ganadería no escapa a los problemas generales de competitividad que afligen al resto de los sectores del agro. Con un dólar perpetuamente en $ 28, exportar es remar en un dulce de leche cada vez más espeso. No fue incluido en el paquete de medidas inicialmente planteado, pero ponerlo en una mesa de trabajo para analizar su situación se hace ineludible.

Es un sector que contribuye masivamente al prestigio de Uruguay como país. Donde quiera que uno vaya en el mundo, cuando diga Uruguay le dirán "very good beef". Ha logrado muchas cosas, y tantas otras tiene por conseguir. Ha organizado nada menos que el último congreso mundial de la carne a entera satisfacción. Pero como los demás sectores que exportan e intentan agregar valor, tiene problemas que si no son atendidos se agravarán. Problemas estructurales de dificultad de agregado de valor.

Éramos pocos y llega la sequía

Además se enfrenta ahora a una situación de incipiente sequía que agrega un riesgo serio a la producción y que debe ser observada con atención.

No estaría demás ir organizando una red de raciones y suplementos para los productores, en un verano Niña y con muy poca agua prevista para este mes de febrero.

Pero pronósticos son pronósticos y quien sabe, tal vez llueva. Aún así, deberían observarse síntomas ineludibles de que los problemas de competitividad también atosigan al sector históricamente clave de la economía uruguaya.

Básicamente el problema transversal que tienen todos los sectores: agregar valor se ha vuelto cada vez más difícil. Las mochilas de costos hacen más viable exportar terneros que colitas de cuadril trazadas. Y entonces año tras año se exporta más ganado en pie. La faena permanece alta, pero por encima de las posibilidades del stock.

La libertad del criador para exportar su producción al mejor postor, es su derecho inalienable y ha promovido una saludable apuesta a retener vientres y criar. Pero con las actuales condiciones, la faena es muy difícil que crezca en este año y los siguientes. Las exportaciones de carne, como las de tantos otros productos, no crecerán por un buen tiempo. Y si la sequía aprieta, en el mediano plazo la exportación puede bajar.

La suba tanto de la faena como de la exportación en pie el año pasado, que llevó a una salida adicional de 100 mil vacunos –de 2,56 a 2,66 millones– es la mayor extracción desde 2006. Pero con una proporción cada vez mayor de extracción sin pasar por la industria.

Y en el comienzo de 2018 la tendencia se mantiene. Mientras en enero de 2015 y 2016 las exportaciones en pie fueron mínimas, en este año siguieron en un ritmo fuerte, parejo con la actividad de todo 2017, que marcó un récord de ganado exportado en bodegas, sin castrar y pronto para su faena islámica.

Es interesante notar que puede haber una acentuación en la salida de ganado del campo uruguayo con destino a Medio Oriente este año.

En 2017 se incorporó la venta de terneras y vaquillonas a la de terneros y novillitos y se sumó también a partir de diciembre Iraq como mercado. Pasado lo más duro de la guerra con Isis, los iraquíes buscan reacomodar su abastecimiento de alimentos.

La libre exportación en pie ha cumplido un papel fundamental en preservar condiciones de rentabilidad aceptables que nunca holgadas para los criadores, la red de productores socialmente más vulnerables de la ganadería.

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Invernadores complicados

A la vez, le ha complicado grandemente la actividad a los invernadores, aquellos productores que compran ganado para engordar. A los invernadores la suba de los costos los complica grandemente. Tienen todo caro, empezando por el ternero. Se hacen más primarios, menos engordadores, más ciclo completo, pero en cierta medida eso es un retroceso, un ir para atrás ante la adversidad. En lugar de ser un engordador de más escala y especializado, engorda menos y mantiene un rodeo de cría. Y de repente en vez de terminar sus novillos con 500 kilos, los vende con 350 kilos a un corral. Adaptaciones a lo difícil que es agregar valor.

La incidencia de la exportación en pie mantiene desde hace años una relación de reposición adversa para la invernada. Mientras los terneros se pagan establemente US$ 2, los novillos gordos no llegan a US$ 1,70 por kilo.

La salida de terneros en pie estimula a la cría, ayuda a que el productor retenga vientres, entore más y trate de producir más. Pero eso no se traslada a una mayor cantidad de novillos y en este momento, en pleno entore, esa relativa escasez de ganado con la que tendrá que convivir la industria a partir del segundo semestre del año puede agudizarse.

La situación sería virtuosa si Uruguay lograra un salto en la producción de terneros, pero eso para la próxima primavera se hace dudoso.

En muchas zonas del país ante los calores y la falta de agua las ovejas han dejado de ovular. El stress lleva al organismo a cancelar esa gran inversión energética que significa una preñez y un posterior amamantamiento.

En el corto plazo la producción aumenta: ante la presión climática los productores venden ganado y alivian a las pasturas. Por eso la faena de vacunos de las últimas dos semanas fueron una advertencia: más de 50 mil cada semana, subiendo y bastante por encima de la faena del año pasado.

Los mercados siguen estando ahí. Es destacable que con faenas tan importantes los precios no hayan caído y por el contrario hayan persistido en una tendencia moderadamente ascendente que traían.

Pero la industria está ante años de no crecer en la cantidad de ganado faenado y demorará bastante la captura de mercados como la posible ampliación de cuota en la Unión Europea o la apertura de Japón.

De modo que Uruguay viene creciendo en un ramo de exportación que es la de menor valor agregado, típico de los altos costos de agregar valor y que determina que aunque crezca la producción de terneros, cae la disponibilidad de novillos.

La extracción –advierte el anuario de Opypa– es difícilmente sostenible y la combinación de altas faenas y alta salida de ganado vivo obliga a reflexiones múltiples.

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El riesgo de sequía se agrega


Mientras circulan algunos informes argentinos que plantean un febrero en el que hay que prepararse para lo peor, lo que se ve en los mapas muestra que por lo menos la primera quincena de febrero traerá lluvias por debajo de lo normal. Algunas lluvias que puedan caer no impedirán que en el balance la situación se vaya agravando.

Puede ser un ingrediente no previsto y una muestra más de la vulnerabilidad del agro. Además de la faena de vacunos puede caer el rendimiento de la soja y su atractivo en las zonas del litoral.

Una merma en el resultado del entore en curso, que genere una menor parición en primavera y una menor oferta de esa producción en otoño de 2019. Como los sectores que fueron atendidos en el primer paquete de medidas, la ganadería deberá repensar el marco del negocio para volver a crecer en la próxima década.

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