Embed - Entrevista al psicólogo, Roberto Balaguer | Salud y Bienestar
Empezaste a publicar hace muchos años cuando el impacto de la tecnología no era ni la sombra de lo que podemos ver hoy. ¿Cuánto cambió desde Hiperconectados hasta ahora?
Te salgo un poquito hacia otra área. Yo escribí un libro en el año 2003-2004 y me llevó como ocho años publicarlo. Me había interesado muy tempranamente por algunos temas que en general en el mundo académico, en el mundo de las ciencias sociales, se les prestaba poca atención y realmente lo retuve y terminé editando en Buenos Aires.
¿Qué libro es?
Se llama Psicoanálisis para un mundo digital que acá nunca se vio. Lo publiqué en Buenos Aires porque era un mercado un poco más abierto y receptivo a estas cosas y ahí por ejemplo yo hablaba de cuál es el punto donde decís “bueno, dejo de ser humano y paso a ser un ciborg”. Nosotros estamos muy acostumbrados a las prótesis mecánicas: si alguien se rompe una cadera le ponen una prótesis, lo mismo con la rodilla. Pero cuando empezamos a hablar de nanotecnología, cuando empezamos a hablar de que esa tecnología podría llegar a ser capaz de penetrar nuestros cuerpos y de además empezar a trasladarse ya no del cuerpo sino al área más sensible que es el cerebro y ampliar capacidades naturales, ampliarlas "a la N". Hoy por hoy vos tenés posibilidades de lograr cosas que hace 30 años eran sólo teóricas. Una era por ejemplo la posibilidad de descargar mi mente en un ordenador.
¿Cómo es eso?
Eso no lo dije yo, eso lo dijo Raymond Kurzweil en el año 1990, en un libro llamado En la era de las máquinas inteligentes. Él habla de la singularidad y dice que en 2030, las inteligencias artificiales van a superar a las inteligencias humanas. Hace unos pocos meses Elon Musk habló del 2029 como fecha de esta singularidad. Eso quiere decir que vamos a lograr generar un software que sea capaz de superar la inteligencia humana en todas sus dimensiones.
Hoy está la posibilidad de que vos cargues con todas tus imágenes, audios, videos, mails, toda tu información a un agente inteligente, de inteligencia artificial, y esa inteligencia pasa a ser una suerte de segundo self tuyo. Esto por ejemplo genera la potencialidad, ya no de estar en múltiples lugares como ahora. Estamos hablando de la posibilidad de una interacción no mediatizada por mí. Puedo liberarme y decir que si vos querés una consulta con Roberto Balaguer psicólogo clínico y yo cargo eficientemente y exhaustivamente todo ese software, podrías tener una consulta con alguien muy similar a mí, sin necesidad de que yo estuviera presente. Muchas personas pueden preferir al de carne y hueso, ese que huele, que te abre la puerta, que te saluda, que te da un beso. Ahora vos seguramente lo que más necesitas es que yo te ayude con las con otras cosas.
Me genera esta duda, si vos ayudás a un montón de gente desde lo que hacés, puede pasar que "más vos", ayuden a más gente.
Son más "yo Roberto" multiplicado, con lo cual voy a saturar el mercado y en un momento voy a hacer la Coca-Cola de los psicólogos. Suponete que me fuera tan bien, para decir que el 80% de las consultas las tiene Roberto Balaguer. Seguramente hay un piquete en mi puerta.
Pensaba que había una parte que podía ser usada para el bien.
Yo hago el bien. Solo que me quedo con el 80% del mercado. Mis "yoes" están bastante bien entrenados como para que en determinados casos, en determinados perfiles de pacientes, me quede con el 80% de los pacientes. ¿Qué tal? Y yo comiendo provolone en La Casa Violeta, mientras mis yoes trabajan para mí. Me va a llevar mucho trabajo ese entrenamiento, pero técnicamente ya es posible.
Y visto desde las relaciones sociales, con inteligencia artificial generativa puedo generar una conversación virtual y armar el diálogo con ChatGPT. Capaz que me ayuda incluso a vencer la timidez o algún miedo. Pero ¿si después me hago dependiente y no puedo volver a ser yo?
Lo que pasa es que ahí, una cosa interesante es que empieza a cambiar la concepción de quién soy yo. Estos son los niveles de profundidad que provocan este tipo de situaciones. Que vos decís, bueno, ¿cuál soy yo?, ¿el de carne y hueso o el del software? Hace unos cuantos años se creó una aplicación llamada Réplica. La gente la puede descargar, la puede bajar y puede hacerse un amigo virtual o un novio virtual. Como un australiano que tiene un robot social y se casó y vive muy feliz, porque entre otras cosas no le llevan la contra. Esta mujer es una rusa que llega a Estados Unidos con su amigo. El amigo fallece en un accidente de tránsito y ella queda muy deprimida y decide tomar todos los materiales que tenía de su amigo, los carga y arma lo que hoy sería un ChatGPT, un agente, con el nombre del amigo y empieza a interactuar con él. Empieza a interactuar, lo empieza a cargar, lo empieza a entrenar y en un momento realmente se vuelve muy ominoso, porque ella siente que está hablando con este muchacho que técnicamente falleció, pero que dejó todo un legado de maneras de ver el mundo, de pensar, de hablar, que se actualizaban en ese intercambio. Entre otras cosas, esto también pone una barrera distinta en qué es la vida y qué es la muerte. Porque si yo tengo la posibilidad, como algún episodio de Black Mirror, de volver a tener una relación, un vínculo con alguien que es prácticamente similar a aquel que falleció, ¿realmente falleció? Falleció el cuerpo, pero en realidad todo lo otro permanece. Entonces todas las preguntas que esto genera son fascinantes, pero hay que estar dispuesto a decir “yo entiendo algunas cosas, otras no” y otras tengo que explorar antes de decir que no. Lo que veo muchas veces es que en general lo que más aparece es el pánico moral de que toda tecnología va a traer aparejado riesgo, peligro, inseguridades y ponemos el no y empezamos a buscar después las razones por las cuales ponemos el no. Empezamos a racionalizar nuestro gran miedo y eso termina siendo un obstáculo para pensar las nuevas situaciones, para dirimirlas e incluso hasta para legislar en torno a ello.
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Foto: Inés Guimaraens
Ahora, si cambia la vida, la muerte y el amor, cambia todo, tenemos que barajar y dar de vuelta.
Suponete que en lugar de provolone en La Casa Violeta, vendieran memoria. Entonces vos venís a almorzar y pensás que estás medio mal de la memoria y preguntás a cuánto está el giga. Y bueno 200 pesos, o 2000 dólares o 20.000 dólares, tengo para 4 megas nomás. Pero yo que tengo más dinero si me compro 4 teras, empiezo a registrar todo con memoria fotográfica porque eso lo tengo incorporado. ¿Sigo siendo yo?, ¿cuál es la capacidad anémica que me deja de ser yo y paso a ser otro yo?, ¿cuál es el punto donde dejo de ser Roberto y paso a ser el cibor Roberto? Si uno de mis software trata a un paciente y lo trata mal, ¿es mala praxis mía o de él?, ¿cómo vamos a legislar eso?
Hay robots sociales que son más humanos que los humanos y esto puede sonar espantoso, pero es verdad Hay robots sociales que son más humanos que los humanos y esto puede sonar espantoso, pero es verdad
Parece que se está lejos de acompañar este debate con una legislación acorde.
Lo cual es una macana. Porque si empezás a pensar antes, tenés más posibilidades de llegar a mejores resultados. Entonces, esperar que llegue para recién ahí ponernos a legislar y a definir, implica riesgos. Riesgos de que en el camino sucedan cosas que no previste. Siempre me atrapó ver los posibles caminos de lo que pueda pasar. Algunos los puede visualizar otros no, pero tratar de anticiparse, eso me resulta fascinante.
Lo mencionamos un poco al principio, pero en eso fuiste precursor, como también en los casos de ciberbullying, que sigue vigente.
Más que nunca. Yo me metí en estos temas a raíz de los primeros casos de ciberbullying, a fines de los 90. Habría 40 millones de personas conectadas en el mundo versus 4.000. Y con 40 millones de personas, y en Uruguay que eran 10, ya había casos de ciberbullying. Porque los chiquilines se apropiaban de eso para llevar a cabo las cosas que hacen los chiquilines. Y entre las cosas que hacen los chiquilines es hablar mal de los otros, criticar, hacer bromas. Mi primer libro lo escribí en 2003 que se llamó Internet, un nuevo espacio psicosocial. Y les trataba de explicar a mis colegas que esto no es un tema de computadora, de red, esto tiene impacto en todas las áreas. Como hablamos recién: en la concepción de la vida, de la muerte, de lo humano., de las emociones. A mí me atrapo siempre. No me atrapa saber de lo que ya hay, me seduce mucho tratar de imaginar qué es lo que viene. Y lo que viene es realmente inquietante porque hay un punto donde los humanos cuando lleguemos a esa fecha realmente vamos a tener que pensar cuál es el valor agregado que el humano le da al funcionamiento. Y la respuesta no es tan sencilla. Nosotros nos parapetamos en que lo humano es inalcanzable. Y hay robots sociales que son más humanos que los humanos y esto puede sonar espantoso, pero es verdad. Hay robots más empáticos que muchos humanos. Todos podemos pensar en personas que son nacidas de un útero y criados a base de carne, pollo y pasta y que son muy poco empáticos. Y de repente un software que fue diseñado por gente, ingenieros que no vieron ni pollo ni pasta ni útero lograron operacionalizar lo que es la empatía y hacer que vos te sientas mejor charlando con ese robot social que con una persona. Entonces, ¿qué es lo humano? Además los japoneses, por ejemplo, hace ya muchos años que desarrollan todo lo que tiene que ver con el tacto, que no es solo el robot frío, sino que es un robot que tiene una temperatura parecida a la corporal y una textura parecida a la corporal que hace que realmente sea difícil por momentos discriminar si es o no es humano.
En cuanto a esos robots más empáticos que los humanos, en sociedades envejecidas, en pandemia, quedó demostrado que las personas mayores murieron solas, ¿no es una solución que te acompañe un robot social que por lo menos disminuya la angustia que da la soledad en el final de la vida?
En la vejez, la soledad es un factor terrible. Entonces, si vos me decís, hay una mascota, hay un robot, hay lo que sea, que va a hacer que esa persona sienta que no está sola en el mundo... Pensá que la persona que llega a pasar los 80, 90 años, tiene a la mayoría de sus amigos ya fallecidos, la mayoría de sus lugares de pertenencia están desactivados porque ya no trabaja más, porque al club seguramente no vaya y a otros lugares donde iba ya no están presentes y el único punto de conexión es, en el caso que lo tengan, la familia.
Las emociones son claves y la gestión de las emociones es clave para que la gente tome las decisiones adecuadas Las emociones son claves y la gestión de las emociones es clave para que la gente tome las decisiones adecuadas
Es intensa la soledad lleva a la dependencia de los otros. Entonces tener a alguien que sea capaz de hacerte sentir mejor, sea lo que sea, para mí siempre va a ser bienvenido. Porque las personas somos limitadas en nuestro tiempo, las formas de vida hoy no son la forma de vida familiar de otros tiempos donde los viejitos mantenían su lugar en la familia. Hoy no funciona así. Ese es un nicho clave para la robótica social, porque justamente es un lugar donde las personas valoran mucho ser escuchadas, que les tengan paciencia, que no le hablen mal, ser capaces de mostrar sus vulnerabilidades sin encontrar un rezongo, un reto o un apurate, que el mundo va más rápido que vos.
Volviendo al ciberbullying... es difícil de detectar, salvo la intervención del adulto en un dispositivo o una máquina. Ahora que está todo el mundo conectado, todo el tiempo lo que hago, lo proyecto y eso es peor. Porque el adolescente a veces no tiene cómo defenderse si ya le están pasando cosas que no sabe canalizar y además lo atacan de todos lados, siente un nivel de angustia altísimo.
Además, hoy un altísimo porcentaje de los fenómenos de bullying suceden a nivel de las redes. Empiezan en lo material, pero pasan a lo virtual, y de lo virtual a lo material, es un círculo continuo que además agrega la permanencia 24-7. Vos del bullying podías zafar, podías no ir al colegio, podías no ir al liceo, al club, podías hacer un camino de 10 cuadras para no pasar por la casa del que te tenía ahí. Acá no, no hay lugar donde escaparse. Te podés mudar, cambiar de liceo, de país y en algún momento, tarde o temprano, te van a dar la captura. Además va a haber gente que no te conoce, que no tiene ningún vínculo, que va a agregar cosas porque le parece gracioso, porque la gente despersonaliza, entonces todo es a modo de chiste, todo parece que no pasa nada. Y hay que ser muy, realmente muy guapo, para aguantar una andanada de esas, cuando viene la cosa muy pesada. No es nada sencillo.
Hoy tenés una cantidad de herramientas disponibles para la gente para hacer el mal, de forma sencilla desde tu casa sin enfriarte, sin ser visto, sin nada
Hoy tenés una cantidad de herramientas disponibles para la gente para hacer el mal, de forma sencilla desde tu casa sin enfriarte, sin ser visto, sin nada
Sumado a que muchas veces es anónimo.
Claro, además está el factor anonimato. En los humanos el anonimato es terrible. Hasta el más bueno cuando sabe que lo que potencialmente puede hacer y que puede no ser visto, cambia sus decisiones. Cambian la tuya, la mía, la del más bueno de la clase, todos. Es bastante terrible porque eso permite que bajo el anonimato uno sea capaz de decir y hacer las barbaridades más grandes con total impunidad a sabiendas de que es muy difícil que te den la captura. Delitos informáticos tiene un listado tan enorme de cosas tan graves que si vos vas con una situación de acoso difícil que se resuelva a corto plazo.
El bullying tradicionalmente era masculino, 9 de 10 casos eran varones. En el caso de ciberbullying esto cambia, las mujeres que no serían capaces de decirlo cara a cara, aprovechan las redes para ventilar intimidades, para esparcir rumores, para hacerse pasar por otros, usurpar identidades y generar peleas, mostrarle a alguien del grupo que se está perdiendo determinada actividad social y que quedó excluido. Y para el género femenino quedar excluido es algo muy doloroso, en el caso del varón es mucho más duro la humillación, el ser vulnerable, el ser agredido frente a los otros. En cambio en las mujeres es mucho más importante la exclusión social, el ostracismo, que terminan doliendo tanto como un golpe físico o como un insulto. Entonces hoy tenés una cantidad de herramientas disponibles para la gente para hacer el mal, de forma sencilla desde tu casa sin enfriarte, sin ser visto, sin nada.
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Foto: Inés Guimaraens
También es un momento donde los más jóvenes no eligen subir todo en redes y optan por compartir publicaciones más efímeras.
Hay una mayor conciencia, hay un mayor cuidado. Hay que diferenciar lo público de lo privado, de lo íntimo. De repente hay mayor exposición de cosas privadas, pero no necesariamente de cosas íntimas. Y de repente hay generaciones que sí mezclaban lo privado y lo íntimo, mostrando algunas cosas. Es decir, la apertura es transversal a todas las generaciones, es más un tema de personalidad, que a pesar de que los jóvenes sean más impulsivos y lo social sea lo más importante, hay mayores probabilidades de que pasen esas cosas. Pero sí hay mayor conciencia Pero a la vez hay una paradoja, que es que determinadas muestras de cuestiones personales terminan redundando en ser alguien conocido, alguien famoso, y que a la postre eso termina siendo el camino del éxito.
Las instituciones están más atentas a este tipo de agresiones ya sea que sucedan o no dentro del local de estudio.
Yo siempre hago la comparación. Antes cuando los chiquilines se peleaban en la puerta del liceo la pregunta era, ¿tenían un uniforme? Los dos eran de la comunidad educativa, pero estaba como la chicana, que a veces tenían los directivos para diferenciarse si estaban en modo civil o modo educativo. Entonces si iban en modo civil, ellos no tenían nada que ver, sin embargo si vestían uniforme era problema de la institución. Hoy eso ha cambiado y ya las instituciones saben que una pelea de redes, que un abuso, que un acoso forma parte de las dinámicas sociales y vinculares relacionadas con el centro de estudio.
Vos das charlas frecuentes en los liceos ¿qué es lo que plantéas allí?
Lo más importante de todo esto, lo que genera más complicación está vinculado a las decisiones que se toman. Si vos tratás de controlar lo que hacen tus hijos, yo no me niego, estoy técnicamente de acuerdo, lo que tenés que saber es que en algún momento se te va a escapar. Hay un capítulo de Black Mirror de una mujer que le pone un chip a la hija, a la nena chica y con eso logra el seguimiento, todo lo que ve la mamá lo ve en una tablet, es terrible. Vos tenés que apostar a la confianza, al vínculo, a la comunicación, de manera tal que tus hijos sean capaces de tomar buenas decisiones. Tan difícil y tan simple como eso. Porque controlar a los malos no vas a poder. Controlar los contenidos durante un tiempo sí, pero siempre va a haber un lugar donde no haya filtro, donde eso se terminará y vas a tener acceso a eso. Lo que sí podés controlar es las decisiones que toma. ¿Subo esto o no lo subo? ¿Me puedo llegar a arrepentir si subo esto? Si la respuesta es no sé, no lo hagas. Si la respuesta es seguro no me voy a arrepentir, subilo tranquilo. Si la respuesta es no sé si me puedo llegar a arrepentir, tampoco lo hagas, pensalo.
Las emociones son claves y la gestión de las emociones es clave para que la gente tome las decisiones adecuadas. Eso quiere decir no subir una foto, no compartir, por más que te presionen, no mandar una foto íntima, no subirte al carro en las agresiones a otro. Una cantidad de cosas que podés hacer de manera tal de ser cuidadoso con lo tuyo. Porque la identidad digital te va a perseguir, tu reputación digital se va a alterar y eso queda, queda perenne, no hay lugar donde escaparse.
¿Los efectos de haber sufrido bullying te acompañan toda la vida?
Si vos rastreas con la gente con sus distintos acontecimientos te das cuenta que ese punto en el cual le pasó eso dejó una marca muy importante, que modeló la personalidad, que hizo que tomara tales o cuales decisiones, que se parapetara en tal o cual lugar con respecto a los otros. Entonces, sí, te persigue internamente, te hace que vos en algún caso quieras cortar con esa gente o como en Relatos Salvajes alquilar un avión (para estrellarlo) e invitar a todos los que te hicieron bullying.
En alguna etapa y alguna medida la mayoría sufrimos bullying y también somos gracias o a pesar de eso. Pero teníamos la opción de cambiar de grupo o de vínculos, ahora la salida parece ser más difícil, justamente por lo que hablamos antes de las redes sociales.
La puerta más grande para todo esto es un adulto. Cuando no está esa puerta, ahí es donde se complica. Cualquier chico por más que le pasen estas cosas, si tiene un adulto confiable, que le pueda decir, “mirá, yo traté de solucionarlo, hice esto, lo otro, nada resulta, dame una mano”, dos terceras partes del problema desaparecen en ese mismo momento. La salida a veces no es sólo que se solucione, sino poder contarlo y poder ser acompañado y que alguien te diga, “mirá a mí también me pasó y cuando me pasó hice tal o cual cosa”, vamos a ir al liceo, al colegio, a la escuela, al jardín, a lo que sea y hablar. Porque lo peor es que te pase eso y sentir que no tenés a nadie porque todos te dan la espalda porque todos te están señalando y se están burlando. Eso es lo terrible. Ahí es donde se disparan todas las potenciales soluciones malas y patológicas.
También está cómo se paran los familiares de quienes le están haciendo bullying a otro.
Vos tenés de repente en una familia dos hijos y te llaman porque uno hizo bullying y vos en realidad fuiste a la entrevista porque quería decir que al chico le hacen eso o viceversa. El bullying, entre muchas cosas, es una manera de no respetar al otro. Entonces hay familias que no entienden cómo puede ser si criaron a los dos de la misma manera. Tiene que ver con el respeto al otro, a la diferencia. Siempre le digo a los chiquilines que no tienen ninguna obligación de ser amigo de todos. Yo no soy amigo de todos mis compañeros de escuela, de liceo, ni de facultad, pero sí trato de respetarlos. No tengo ninguna obligación, pero sí tengo el derecho y la responsabilidad de ser respetuoso con ellos. Me guste o no me guste. Nada me da derecho a atacarlo por eso. Si tengo derecho a defenderme, si me ataca. Pero las diferencias no me dan derecho. Tengo el derecho a no ser amigo, a no invitarlo a mi casa, a eso sí, pero atacarlo no.
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Foto: Inés Guimaraens
En eso de estar siempre con los temas que van a surgir, me quedé pensando en el libro que editaste en Buenos Aires, que aun sigue vigente, pero parece que se publicó demasiado temprano.
Era como a destiempo, como otras cosas que pasan. Fuera de lo que estamos hablando yo me recibí en el año 92 y de mis primeras actividades anteriores a recibirme fue tener una sociedad en una empresa de tecnología con dos socios, amigos analistas de sistemas. Y lo que creamos en el año 94, por esto de adelantarse al tiempo, y el famoso time to market. En el año 94 creamos una aplicación para reserva de hoteles, hicimos la presentación en el hotel Plaza Fuerte, pero fueron muy pocos hoteles porque no entendían mucho el sistema de reservas, lo más interesante es cómo se llamaba esa aplicación, se llamaban Bookings. En el año 95 gente un poco gente y y avezada le sacó la “S”.
Hablamos al principio un poco de ser ciber-humano, pero cuáles son las inquietudes reales de futuro, ¿tenés otro libro para escribir ahora?
Yo escribí 10 libros en un periodo relativamente corto de tiempo. Y siempre cuando me preguntan esto, les digo, ¿vos te acordás de la película Forrest Gump? Cuando Forrest está corriendo va de una costa a otra y cuando para, todos se quedan calladitos. Creen que va decir algo importante y él dice “me cansé”. Esto es un poco lo mismo, o sea, escribir un libro, para el que no sabe, es una experiencia que lleva muchas horas. Le roba tiempo a muchísimas cosas, hoy por hoy quizás no tengo esas prioridades, no tengo necesidad, no tengo ganas. Sí, capaz que tengo cosas para decir, pero capaz que prefiero decirlas así en contextos como éste. No tengo ganas de momento, capaz que mañana cambio, y tengo un libro que todavía no se ha escrito pero se llama 2030.
Estás hablando mucho en redes y en charlas tanto públicas como privadas.
También tengo mi pata clínica y hoy por hoy mucha necesidad de distintos temas vinculados con salud mental y entonces no es estoy solo vinculado a manejo de tecnología, educación en redes y tips para eso, sino cosas más concretas de salud mental, de bienestar, de manejo.
"La gente al final de la vida, cuando se le pregunta de qué cosas se arrepiente, se arrepiente del tiempo que no pasó con la gente querida" "La gente al final de la vida, cuando se le pregunta de qué cosas se arrepiente, se arrepiente del tiempo que no pasó con la gente querida"
¿Creció la necesidad de consulta?
Todo se explotó después de la pandemia. Hay mucha más conciencia de la importancia del bienestar, de la salud mental. De hecho está en la agenda política. Porque la pandemia generó mucha más conciencia de la importancia de atender eso, no como algo superfluo, no como algo, "si tengo tiempo", sino como algo bien importante, porque es sostén del día a día.
Entonces, en ese sentido tengo convocatorias para algunos temas que me siento que puedo ayudar. Hace 32 años que yo soy psicólogo, que trabajo en la educación, que investiga hace 25 años; sobre algunas cosas de repente sí tengo para charlar y para pensar.
¿Salud mental y bienestar exactamente qué significan?
No tengo que estar enfermo para empezar a hacer tal cosa, sino que tengo que estar mucho más sano para alejar la enfermedad. Y hace un buen tiempo que el foco está puesto en el bienestar. En qué cosas son buenas para mí hoy, mañana y siempre. Y aprender es una de ellas, la actividad física, el tener tiempo libre, la meditación, lo social, el ocio, la curiosidad, el contacto con la naturaleza. Hay una cantidad de cosas que están al alcance de casi todos, pero que a veces la vorágine nos va llevando y nos va dejándolas de lado. Y a veces te reencontrás con eso en la enfermedad. Pero la idea del bienestar es justamente tener una vida lo más equilibrada posible en todas las áreas de trabajo, educación, salud, de manera tal de que sea equilibrado, que vos te levantes y digas: “está bueno el día de hoy”. Creo que hay factores culturales que en nuestro caso operan en contra. Hay lugares en el mundo donde el horario laboral está mucho más claro, más preestablecido, se trabaja de 8 a 4, de 9 a 5. Acá los horarios suelen ser excesos, los sueldos son magros, entonces hay que hacer multitarea y y terminás todo el día enroscado en actividades. Que si te gustan, genial, porque lo que estás haciendo es bueno. Aún así, muchas veces te ocupan, no es el 8-8-8: 8 de sueño, 8 de trabajo, 8 para uno. Yo no lo he logrado, no voy a mentirle a la gente. No lo he logrado porque no he hecho lo suficiente para lograrlo o me gustan muchas otras cosas. En el teórico, eso sería lo que te permitiría como tener espacio, tiempo para los vínculos, la familia, los amigos. Los amigos son un sostén social importante para los avatares de la vida, tener a alguien que te acompañe, en las buenas y en las malas sobre todo. Porque en las buenas está lleno de gente, en las malas es mucho más complicado.
Son cosas que hay que hay que valorar. Porque la gente al final de la vida, cuando se le pregunta de qué cosas se arrepiente, se arrepiente del tiempo que no pasó con la gente querida. Entonces, si vos ya sabes el final de la película, deberíamos ser más inteligentes como para adelantarnos a eso y decir, bueno, “yo el día que me encuentre en esa situación, por lo menos que tenga la menor cantidad de reproches posible”. Algunos voy a tener seguro, pero que no sean un listado interminable, a lo Borges, “me olvidé de vivir”. Hay que acordarse de vivir. Por más que lo que hagas te encante, te fascine, te salga bien, hay que tener tiempo para otras cosas.