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5 de octubre 2024 - 4:41hs

“Papá, no quiero jugar más al fútbol. Quiero dedicarme a estudiar”, le dijo Ian, su hijo mayor, cuando tenía 16 años. Hoy tiene 19 y estudia ingeniería de sistemas. Había llegado hasta la Séptima de Peñarol y luego pasó a la Sexta de Albion. El padre lo escuchó atentamente. “Entre otras cosas, quinto de liceo es mucho más difícil que cuarto, y me gusta lo que estudio”, insistió.

Su papá quería que siguiera jugando porque le veía condiciones. “Mirá que yo no quiero que necesariamente seas profesional en el futuro dentro del fútbol, pero me parece que está bueno que sigas haciendo las dos cosas”, le respondió.

La contestación de Ian, por su madurez, lo desarmó: “La decisión está tomada”.

Juan Castillo lo cuenta con orgullo. “Fue tremendo. El hecho de que mi hijo mayor hoy esté en la universidad y que haya ganado una beca, para mí es como si hubiera llegado a Primera división”, dice el exarquero de la selección de Uruguay a Referí.

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Juan Castillo de niño festejando un triunfo con el baby fútbol

Juan Castillo de niño festejando un triunfo con el baby fútbol

Su otro hijo, Mateo de 16, es capitán de la sub 16 de Albion, juega con los hijos del Loco Abreu y fue de los primeros de dicho club en ser citados a la selección sub 15 de Edgardo López Báez. Juega de lateral derecho.

Hace 28 años que Juan formó su pareja con Andrea y entre ambos formaron esta familia.

Pese a que no se considera de Montevideo y que muchos creen que es de Durazno, nació en la capital, en la ya extinta Casa de Galicia. Durante sus primeros dos años de vida vivió en Shangrilá y luego sí se mudó a la ciudad del centro del país en la que permaneció hasta los 14 años.

“No me considero de Montevideo, sino de Durazno porque viví prácticamente toda mi infancia allí. Fue la mejor etapa de mi vida por lejos, aunque claro, con la llegada de los hijos, está claro que uno espera que siempre lleguen mejores etapas. Viví una vida sana, la recuerdo con mucha felicidad. Vivía en la calle, iba de mañana a la escuela, hacía los deberes y salía a jugar toda la tarde: bolita, bicicleta, fútbol. Volvía, merendaba y me volvía a ir. Vivíamos con la puerta abierta, otra época. Gracias a mis padres, Alberto, quien era brigadier general de la Fuerza Aérea y mi mamá, María Rosa, que era auxiliar contable, y tenía una papelería y juguetería en Durazno, soy un privilegiado. Ellos me inculcaron los valores y yo se los transmití a mis hijos junto con Andrea”, explica.

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Juan Castillo jugando al baby fútbol en Durazno

Juan Castillo jugando al baby fútbol en Durazno

Juan, este Juan que habla distendido y con una sonrisa en varias respuestas, es aquel que, con solo cinco años, empezó a jugar al básquetbol como base.

“Me encantaba jugar, pero también empecé a jugar como puntero izquierdo en el baby de Santa Bernardina y me empezó a doler la cabeza cada vez que jugaba, lo que no me pasaba en el básquetbol. Un día me probaron en el arco y tenía el agarre de la pelota por la técnica y ya era medio salvaje para tirarme, y no salí más. Me encantó. Mi técnico había conseguido que siguiera en el básquetbol en Malvín, pero alguien me iluminó y me quedé en el fútbol (se ríe), porque en realidad me gustaba más el básquetbol”, cuenta.

En aquella época, era muy difícil ver fútbol en Durazno. “Teníamos televisión solo seis horas por día, de 5 de la tarde a 11 de la noche. No tenía ídolos, pero sí referentes en el arco, de los que miraba mucho, pese a que era chico. Eduardo Pereyra, (Fernando) Álvez, (Javier) Zeoli, (Jorge) Seré, porque me encantaba cómo volaba. Me gustaba el coraje de Pereyra, la técnica de Álvez y del Gallego (Óscar) Ferro, el saque de manos de Zeoli. Lo poco que teníamos de información, trataba de verlo. En el básquetbol tenía a Marcelo Capalbo como referente”, recuerda.

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Y cuenta que Mauricio Aguirre, su técnico de básquetbol de entonces –y por el que años después se hizo licenciado en Educación Física–, llevaba a todo el equipo a su casa a ver videos de la NBA que le llegaban. “Michael Jordan, ni que hablar, era un fenómeno. Pero también veía a Larry Bird, o a Magic Johnson”.

Ya de niño, Juan quería hacerse unos pesitos para pagarse sus gustos y le pidió a su mamá para ayudarla en la papelería y juguetería.

“Quería comer helado y entonces le pedí a mi madre para darle una mano. Cuidaba los juguetes y empecé a atender a la gente, y como le caía simpático, querían que yo los atendiera. Así me ganaba unos pesitos. De más grande, teníamos una señora que era una crack que limpiaba en casa, pero no iba todos los días, y yo limpiaba y me ganaba otros pesitos para poder irme de vacaciones. Nos organizábamos con mis hermanas Alejandra y Andrea”, cuenta.

Tiene varios recuerdos de aquella infancia feliz. Entre ellos, los deportivos.

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Un recuerdo de Juan Castillo en su juventud, defendiendo el arco de Defensor Sporting

Un recuerdo de Juan Castillo en su juventud, defendiendo el arco de Defensor Sporting

“En tres eventos lloré por el fútbol: dos de niño y uno de adulto. El primero fue con el gol de Diego Aguirre en 1987, cuando anotó ante América de Cali para que Peñarol fuera campeón de la Copa Libertadores. Estábamos viendo con toda la familia el partido y tras ese gol, salimos con el auto de papá en caravana por Durazno”, explica.

Otra de las veces que lloró fue cuando Daniel Fonseca le anotó en la hora a Corea del Sur en el Mundial de Italia 90, para clasificar a la segunda ronda. “Ese fue otro episodio que me emocioné. No sé por qué estaba solo en casa”.

El tercer episodio por el que lloró, ya era jugador de la selección de Uruguay, y lo hizo en plena cancha. La celeste se jugaba todo contra Colombia para mantener chances de clasificar a la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010.

“Ganábamos 1-0 y nos empataron sorpresivamente. Cuando llegó el 2-1 transitorio de Andrés Scotti, me abracé con el Ruso (Pérez) y los dos lloramos. Después ganamos 3-1 y seguimos en carrera, aunque había que ganar más partidos”, dice.

Cuando jugaba al baby, su padre le había transmitido lo mismo que años después, él le diría a Ian. No le quería poner la presión de que fuera profesional en el fútbol. “Mi papá iba a verme al baby y no decía nada, ni una palabra. Mi mamá no fue nunca porque se ponía nerviosa”. Pero sí recuerda un partido entre la selección de Durazno y la de Flores en Trinidad que era un clásico por un título y allí su papá tuvo que intervenir. “Me empezaron a tirar piedras contra Flores en Trinidad. Allí mi papá se acercó hasta el arco y les pidió que no tiraran piedras. La Guacha (Alfonso) Domínguez nos fue a saludar. Fuimos campeones de visitantes y ¡nos tuvo que escoltar la Policía cuando éramos niños y jugaba en la categoría gorriones! (se ríe)”.

Campeón con Defensor Sporting y el llamado de Gregorio Pérez para ir a Peñarol

Su padre trabajaba en la Comisión Nacional de Baby Fútbol que ahora es ONFI. Era veedor de los torneos y el profesor César Santos, encargado de las divisiones menores de Defensor Sporting, viajaba por distintos lugares del interior para captar talentos en gurises.

Entonces, casi sin proponérselo, comenzó su carrera como futbolista.

“El profe Santos era vivazo, uno de los pioneros en hacer eso –dice Juan–. Conoció a mi padre y le pidió que le recomendara jugadores. Yo estaba en Durazno y le pidió que fuera a entrenar lunes y viernes. Empecé en Octava en noviembre de 1991. Cuando nos mudamos a Montevideo, me tuve que acostumbrar al bondi. Me tomaba cuatro ómnibus entre ida y vuelta, con 45 minutos solo de ida. Entrenábamos en el Complejo del Ejército. César Payovich fue quien dio el visto bueno con el profe Santos para que me quedara, y con Daniel Alonso ––padre de Iván y de Matías– fui campeón en Quinta en Las Acacias con Nicolás Olivera en el equipo. Atajaba Elduayen en Peñarol”.

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Juan Castillo en el arco de Defensor Sporting

Juan Castillo en el arco de Defensor Sporting

Cuando jugaba en Cuarta, al mismo tiempo estudiaba Educación Física y su técnico, Rudy Rodríguez, lo dejaba ir exclusivamente a jugar los partidos y que no entrenara, porque sus horarios coincidían con sus estudios”.

Debutó en Primera división en 1999 con Juan Ahuntchain “Fue en un partido contra Paysandú Bella Vista en el Charrúa, que empatamos 1-1. Se habían lesionado (Fernando) Baleato y Emilio Haberli y me tocó jugar. Luego, en 2000, fuimos campeones en la Liguilla y me tocó estar en el banco”, recuerda.

Entonces habla de esa experiencia con los violetas: “Fue divino, con toda la expectativa de poder jugar en Primera. Yo disfruté las formativas porque no tenía el concepto de ser profesional; ni mi padre me obligó. Nunca me puse esa mochila porque sabía que tenía que estudiar, aunque entendía que tenía condiciones”.

Pero llegó Manuel Keosseian como entrenador al club y Juan lo encaró. Seguía siendo tercer golero y quería saber su futuro, porque entendía que estaba para más. Ante la negativa del técnico, decidió buscar otros horizontes e irse a préstamo. ¿Cómo se dio?

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El arco de Defensor Sporting con Juan Castillo

El arco de Defensor Sporting con Juan Castillo

”Álvaro Regueira había sido campeón en 2000 en la Cuarta con Huracán Buceo, y le dieron la Primera. Me llamó porque me conocía de Defensor Universitario ya que al mismo tiempo, yo alternaba en la Liga Universitaria. Entre 1996 y 1999 jugaba en la Liga”, cuenta.

Entonces recuerda una anécdota: “En 1999, concentrado en Primera con Ahuntchain, me iban a buscar para jugar en la Liga. Jugaba el partido de las 10 de la mañana, volvía, almorzaba con el plantel de Primera y a las 16 estaba en el banco. Eso lo podía hacer porque Ney Castillo era presidente de Defensor Universitario y (Eduardo) Arsuaga era el presidente de Defensor y eran muy amigos”.

Dice que ese mismo año “fue cruel, porque tenía natación como materia, a las 6 de la mañana y salía a las 5 de casa o me quedaba en la casa de un amigo que quedaba más cerca de Bohemios, que era donde nadábamos. Allí íbamos en bicicleta. Imaginate: él en el cuadro y yo pedaleando (se ríe a carcajadas). A las 14.15 teníamos que estar en la práctica docente, y después me iba a practicar a Defensor Sporting. Era muy cansador”.

Luego de Huracán Buceo, volvió a Defensor Sporting y su muy buen desempeño en el arco, llamó la atención de un ícono de Peñarol.

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Juan Castillo como arquero de Peñarol

Juan Castillo como arquero de Peñarol

Así lo cuenta: “Estaba en la ferretería de un amigo y me sonó un celular. ‘Soy Gregorio Pérez. ¿Le gustaría jugar en Peñarol?’, le dijeron del otro lado del móvil. ‘¿¡Cómo?! ¿¡Cómo no me va a gustar?! Soy hincha de Peñarol’, le contesté. Así se dio mi llegada al club”.

A su vez, recuerda una anécdota con el presidente de entonces, el Cr. José Pedro Damiani.

“Con Damiani habíamos negociado una prima de tres cuotas y pasaba el tiempo y no me la pagaba. Un día estábamos concentrados y hablé con Gregorio en donde está el león en Los Aromos en la entrada. Le conté lo que me pasaba y me dijo: ‘Andá a hablar por el teléfono de línea que tenemos, y pedí con el contador. Decile que si no te paga, el fin de semana siguiente no jugás. ‘¿Cómo Gregorio? ¿Está seguro?’, le pregunté asombrado. Y me dio el visto bueno. Llamé al contador y empezó a decirme que la situación económica del club no era la mejor, y le dije que si no me pagaba, no jugaba al siguiente fin de semana. ‘¡No me puede faltar el respeto así!’, me contestó. Yo le respondí: ‘No le falté el respeto, solo le digo que si no me paga, no juego’. El lunes me estaban llamando para cobrar. Fui, charlé con él y cobré. Gregorio era un crack en todo”.

Tuvo un segundo pasaje por Peñarol, luego de haber salvado del descenso a Danubio con grandes atajadas. Leonardo Ramos, el técnico danubiano, le pidió por favor que no se fuera, pero Juan se decidió por el retorno a los aurinegros.

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El vuelo de Juan Castillo para evitar un gol en el arco de Peñarol

El vuelo de Juan Castillo para evitar un gol en el arco de Peñarol

“Venía de Danubio, al que salvamos del descenso y anduve muy bien. Me ofrecieron un año y medio más de contrato y Leo Ramos me dijo: ‘Quedate que este año vamos a salir campeones’. Peñarol jugaba Copa Libertadores y también Sudamericana y me decidí por volver. Al final, Danubio fue campeón uruguayo. Leo tenía razón”, cuenta con una sonrisa.

En ese momento, Peñarol había contratado como técnico a Diego Alonso –quien batió el récord, debido a que solo dirigió ocho partidos y quedó eliminado de la Copa Sudamericana ante Cobreloa– y Juan comenzó como titular.

Así lo recuerda: “Jugué unos partidos y me sacó. Lo quería agarrar del cogote. Vino el Tito (Goncalves) como técnico, volví a la titularidad y ganamos 3-2 el clásico. Después, en uno de los dos clásicos del verano, fue que se armó lío en pleno partido y varios se agarraron a las piñas. Yo agarré a (Carlos) Discoteca Núñez para que no se peleara más, porque había comenzado el problema. Ese clásico de verano le costó el puesto a Tito y llegó (Jorge) Fossati”.

Aquí se puede ver el video en el que Juan Castillo trata que Carlos Núñez en el clásico de verano que se produjeron incidentes:

Embed - Pelea Nacional Vs Peñarol Copa Antel 2014

Cuenta que el nuevo entrenador le comentó un hecho insólito: “Me dijo que los dirigentes le habían ofrecido a nueve goleros y él les dijo que si tenían un golero del nivel de (Gianluigi) Buffon para competir conmigo, que se lo trajeran, sino, que no le trajeran nada. Salimos segundos en el campeonato y luego Fossati me dijo que no me iba a tener en cuenta. Con lo que me había contado, Peñarol iba a contratar a un golero del nivel de Buffon y terminaron trayendo a (Pablo) Migliore…”.

Antes de terminar segundo en el Uruguayo, en su segundo pasaje por Peñarol, Juan Castillo ganó el clásico 5-0 ante Nacional. Sin embargo, dice que no fue el que más lo marcó.

“Ese clásico marcó más al hincha que a mí como jugador. No porque no lo valore, sino porque del otro lado, tenía amigos. Me ponía en la piel de ellos y decía, ‘no quiero estar en la piel de ellos ni a palos’. Disfruté mucho más el 4-1 –el de los dos goles de Egidio Arévalo Ríos– y el 3-0 –con dos goles de Silvio Mendes– con Gregorio, que ese 5-0”, dice.

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Los recortes de distintos diarios, incluyendo varios de El Observador, que tiene Juan Castillo en su casa

Los recortes de distintos diarios, incluyendo varios de El Observador, que tiene Juan Castillo en su casa

Ladislao Mazurkiewicz, uno de los mejores, si no el mejor golero de la historia uruguaya, fue con quien trabajó cuando defendió a Peñarol. “Mi padre siempre me dijo que fue el mejor golero que vio en el fútbol y cuando yo jugaba, aprovechaba para ir a Los Aromos y verlo a él. Me entrenaba a mí y te hacía sentir lo que significa la responsabilidad de ser arquero de Peñarol”, cuenta.

La selección, el Mundial de Sudáfrica 2010 y el título de la Copa América 2011

Jorge Fossati, en 2005, fue el primero que lo citó para la selección de Uruguay para un amistoso ante México. “Me calenté con él porque fuimos los del medio local más el Loco Abreu, Vicente Sánchez y Richard Núñez, que jugaban en México, y además de mí, como golero citó al Loco (Sergio) Navarro, quien era amigo suyo. Llegamos a México y el profe (Alejandro) Valenzuela dijo ‘vamos a entrenar para sacarnos el viaje de encima’ y el Loco Navarro no fue. Al rato llegó con el mate y se sentó a tomar. Y en vez de jugar yo, Fossati lo puso a Navarro. Yo pensé: ‘Bueno, jugaremos 45 minutos cada uno’. Cuando volvimos al vestuario, sentí olor a cigarrillo en el entretiempo, ¡y era Navarro el que fumaba! Al final, no jugué. Por suerte, después vino el Maestro (Óscar Tabárez) y se puso la casa en orden”.

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Juan Castillo conserva una de las camisetas de la selección de Uruguay en una especie de museo que tiene en su casa, con varias casacas

Juan Castillo conserva una de las camisetas de la selección de Uruguay en una especie de museo que tiene en su casa, con varias casacas

Fue Tabárez quien lo hizo debutar en la selección en un amistoso ante Sudáfrica en 2007 que terminó 0-0. De a poco se fue ganando su confianza en base a grandes rendimientos, por lo que fue titular en ocho partidos de las Eliminatorias para el Mundial 2010.

El último de ellos, fue el que él mismo contó del llanto con el Ruso Pérez, en la victoria ante Colombia en el Centenario.

Entonces habla de aquel Mundial inolvidable por lo que sucedió, más allá del cuarto puesto. Es que fue una inyección para muchos niños y adolescentes que nunca habían visto a la selección uruguaya llegar tan arriba.

“Fue divino porque tuvimos un mes de preparación en Uruguay. Luego, conseguimos el hotel de Kimberley en Sudáfrica, solo para nosotros. Tuvimos una convivencia extraordinaria, pasamos mucho tiempo juntos y fue majestuosa la fortaleza que logramos como grupo”, recuerda.

El partido que todos recuerdan más es el que Uruguay le ganó a Ghana en definición por penales. Todo el estadio de Johannesburgo, el mismo en el que Juan había debutado ante Sudáfrica con la celeste tres años antes, quería que ganara el único elenco africano que quedaba en cuartos de final. Nunca había llegado un seleccionado de ese continente a semifinales. Y Uruguay hacía 40 años que no lo conseguía, desde México 70.

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Juan Castillo en la actualidad en su domicilio

Juan Castillo en la actualidad en su domicilio

Ghana se puso en ventaja y Diego Forlán empató con un golazo, pero hubo que llegar hasta el último minuto del alargue. Allí fue cuando Luis Suárez la sacó con la mano en la raya y fue expulsado. Era penal para los ghaneses y lo pateaba Asamoah Gyan, un fenómeno en la materia.

Juan cuenta que “Celso (Otero, entrenador de arqueros) nos había mandado los CD (ahora se hace todo por Whatsapp), con los rematadores de penales de ellos, y Asamoah Gyan, en todos, miraba al golero, esperaba que se tirara y lo tiraba al otro palo. Entonces pensé: ‘Nando (Muslera) no tiene chance de atajarlo. Vamos a hacer las valijas, porque nos vamos del Mundial’”.

¿Qué pasó? Que Asamoah Gyan erró el penal –que pegó en el travesaño– y todo el banco de Uruguay y los que estaban en la cancha, celebraron. “En ese momento, sufrí una descompensación. Cuando lo erró, salté de la alegría, se me aceleró el corazón y se me aflojaron las piernas. No quedé inconsciente. Justo estaba al lado el Dr. (Alberto) Pan y de Walter (Ferreira), y ellos me ayudaron enseguida”.

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Juan Castillo entrenando con la selección de Uruguay y la recordada pelota Jabulani, en el Mundial de Sudáfrica 2010

Juan Castillo entrenando con la selección de Uruguay y la recordada pelota Jabulani, en el Mundial de Sudáfrica 2010

Después de que el Loco Abreu la picó en la definición, todos comenzaron a correr de alegría en Uruguay. Pero él, mientras corría a saludar a Muslera, se agachó para consolar a Richard Kingson, el golero rival, quien estaba liquidado por haber quedado eliminado.

“Soy el único que tiene camiseta de Ghana de ese partido. Cuando el Loco picó la pelota, salimos como locos a festejar, los dos arqueros suplentes –Martín Silva y yo– fuimos con Nando (Muslera), y vi que el golero rival estaba arrodillado con las manos caídas. Frené, lo abracé, le dije ‘vamo’ arriba’ en español y seguí de largo. Cuando nos íbamos, Seba Eguren quien lo había ido a saludar porque habían jugado juntos en Noruega, me trajo su camiseta, que me la quiso regalar”, explica.

Y habla de lo que fueron los festejos de la gente en Uruguay. Solo en Montevideo se calcula que más de un millón de personas salió a la calle para saludar a la caravana o estar en el Palacio Legislativo en los festejos finales, en los que se les entregaron medallas.

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Juan Castillo con la camiseta de Richard Kingson, el arquero de Ghana en el Mundial de Sudáfrica 2010; es el único integrante de aquel plantel que tiene una casaca de ese rival

Juan Castillo con la camiseta de Richard Kingson, el arquero de Ghana en el Mundial de Sudáfrica 2010; es el único integrante de aquel plantel que tiene una casaca de ese rival

“La familia y los amigos nos habían comentado cómo se vivía el Mundial acá en Uruguay. Pero aquel regreso fue algo inolvidable. Tremendo. Hasta que no lo vivís, no lo podés entender”.

Juan recuerda una anécdota increíble que vivió para estar con la selección uruguaya. Se venía el primer partido luego de ese cuarto puesto en el Mundial 2010. Era un amistoso ante Angola en Portugal.

Se acuerda y enseguida sonríe: “Jugábamos con Angola en Portugal y yo tenía un partido con mi club de entonces, Deportivo Cali contra Junior en Barranquilla. Las conexiones de avión que me habían dado para llegar a Portugal, eran muy complicadas. Entonces hablé con mi técnico: ‘Profe, quiero ir a este partido de la selección uruguaya. Si vamos ganando 2-0, le pido por favor si me puede sacar, así viajo para estar con mis compañeros’, le dije.

20241004 Juan Castillo celebrando en el Mundial de Sudáfrica 2010 junto a Diego Forlán, Luis Suárez y Egidio Arévalo Ríos
Juan Castillo celebrando en el Mundial de Sudáfrica 2010 junto a Diego Forlán, Luis Suárez y Egidio Arévalo Ríos

Juan Castillo celebrando en el Mundial de Sudáfrica 2010 junto a Diego Forlán, Luis Suárez y Egidio Arévalo Ríos

Y prosigue: “Empezó el partido y recuerdo que (Jorge) Casanova me hizo un gol de cabeza. Íbamos perdiendo 2-0 y no podía creerlo. Hasta que faltando 20 minutos, el técnico ordenó mi cambio. Arranqué y piqué desde el arco, saludé al golero que entraba por mí, me bañé en 5 minutos, me subí a una camioneta que me puso el club y llegué 40 minutos antes de que saliera el avión. Tenía que ir de Barranquilla y llegar al avión de Bogotá, para que me llevara a Madrid y de allí, otro hacia Portugal. Llegué con lo justo. Recuerdo que fue un partido que, como no jugaba el local, no había casi nadie en las tribunas”. Juan hizo todo esto, y estuvo en el banco de suplentes. Ese era el sentido de pertenencia que tenía ese grupo.

Luego llegó la Copa América 2011 en la que Uruguay se coronaría campeón en Buenos Aires.

“Si seguíamos con la fortaleza que veníamos mostrando, era difícil que no la pudiéramos ganar. No fue fácil clasificar en la serie. El partido clave fue contra Argentina, más allá de lo que venía después. Recuerdo que ahí, en Santa Fe, donde le ganamos a ellos, vino el actor Dady Brieva a saludarnos especialmente. ¡Y eso que habían perdido!”, dice.

Y añade: “El título lo vivimos con mucha emoción, cerca de casa, con la gente acompañando en todos los partidos. El título fue divino. Nos quedamos festejando en la cancha ya vacía y la vuelta a Uruguay volvió a ser para el recuerdo, con los festejos de la gente. Se llenó el Estadio Centenario”.

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Uruguay campeón de América en 2011; Juan Castillo aparece en el festejo a la derecha de la foto

Uruguay campeón de América en 2011; Juan Castillo aparece en el festejo a la derecha de la foto

Jugó con “el trío dinámico” integrado por Luis Suárez, Diego Forlán y Edinson Cavani. Así lo define: “Sabíamos que teníamos a esos tres tigres arriba. El objetivo es que no te hagan goles, pero sabíamos que los teníamos a esos tres por cualquier cosa. Igual así y todo, fue durísimo y con los tres, casi quedamos fuera de Sudáfrica en las Eliminatorias. Tuve el privilegio de verlos crecer, sobre todo a Suárez y a Cavani, porque Diego es más de mi generación”.

Era gran parte del proceso Tabárez, pero recibió un golpazo, tras quedar fuera del plantel que concurrió al Mundial de Brasil 2014.

Así lo resume: “El dolor más grande fue no ir al Mundial de Brasil 2014 por los primeros seis meses que me condenaron en Peñarol. Yo había recuperado mi nivel en el segundo semestre, pero el Maestro no me llevó. Había estado toda la Eliminatoria. Creo que me merecía estar en ese grupo”.

El final del jugador, el ayudante técnico y formador de arqueros

Jugó entre otros en Botafogo, Colo Colo y Deportivo Cali, y cuando se fue de Querétaro de México, no coincidió con un crack mundial, por pocos días.

“Estuve cerca de jugar con Ronaldinho en México. Me fui y él llegó a Querétaro. Hubiera estado bueno. En mi carrera, enfrenté a (Juan Román) Riquelme, (Carlos) Tévez, (Lionel) Messi, entre otros”.

Como futbolista se retiró en 2018 tras haber jugado en Fénix con Juan Ramón Carrasco como técnico.

20241004 Juan Castillo en familia junto a su esposa Andrea y sus hijos Ian y Mateo
Juan Castillo en familia junto a su esposa Andrea y sus hijos Ian y Mateo

Juan Castillo en familia junto a su esposa Andrea y sus hijos Ian y Mateo

Así cuenta su experiencia con el entrenador: “Veía cosas que no me gustaban de la forma que tiene de tratar a los jugadores. Tuve que fumarme cosas para no ir al choque. Le hice ver mi parecer en una discusión”.

En 2004 obtuvo la licencia Pro de técnico y hace poco terminó la licencia B de entrenador de goleros, y en días le darán la A. Tras su retiro, fue ayudante técnico de Diego Forlán cuando este se hizo cargo de Peñarol.

“Hicimos una pretemporada en Los Ángeles que estuvo muy buena. Cuando vivís esas cosas y más en Peñarol, te ilusionás porque tenés todo, con jugadores muy buenos. Pero nos agarró la pandemia y mandábamos los trabajos por Zoom. Volvimos a la presencialidad y los futbolistas no se podían pasar la pelota entre ellos. Yo hice cosas de madera parar que pudieran hacer algo. Un montón de condicionantes que conspiraron para que no tuviéramos el rendimiento que hubiéramos querido. No nos dieron mucho margen. Le tendrían que haber tenido más paciencia a Diego como técnico”, explica.

Este año dirigió a Rampla Juniors de manera interina y ahora es preparador de arqueros en el club.

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El cuerpo técnico de Juan Castillo en Rampla Juniors

El cuerpo técnico de Juan Castillo en Rampla Juniors

Pero, además, trabaja en el Centro Deportivo Integral Enfoque, cuyas cabezas son Andrés Scotti, Diego Godín, Mario Rebollo y Vicente Sánchez.

Juan cuenta una experiencia que le sucedió hace dos años y por la que por suerte y con apoyo de familia y amigos, pudo salir adelante.

“Con Rebollo (quien fuera ayudante técnico del Maestro Tabárez durante el proceso) tengo un agradecimiento especial porque es mi patrón. Yo estaba con depresión (se emociona) y ese apoyo fue fundamental y voy a estar agradecido de por vida. Con ayuda de mi familia, médicos y amigos, pude salir”, explica.

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Un paseo por Buenos Aires: Juan Castillo junto a su esposa Andrea y sus hijos Mateo e Ian

Un paseo por Buenos Aires: Juan Castillo junto a su esposa Andrea y sus hijos Mateo e Ian

Y continúa: “Ellos (Rebollo y Andrés Scotti) me fueron a buscar a mi casa y como estaba en la playa, fueron hasta allí. Lo único que les decía era que no. En 2022 pasó esto. Me agarré covid y era ayudante técnico de (Diego) Jaume en Rentistas. Empezamos la pretemporada, me agarré covid. Me fui a mi casa por una semana y no salí más durante cinco meses por este tema de la depresión. Haciendo tratamiento pude salir con mucho apoyo. Andrés y Mario Rebollo me fueron a buscar para que dirigiera la escuelita de fútbol. Estuvimos una hora caminando en la playa y les dije que no. Pasó un mes y medio y por suerte, ya estaba mejor. Lo llamé a Mario pensando en que no tenía más chance, y me dijo: ‘Venite mañana’. ¡Cómo no voy a valorar a estos amigos!”.

Juan hoy disfruta de su familia y del fútbol, ese por el que tanto apostó y que tanto le devolvió. Sus hijos y su esposa son el orgullo por el que tanto luchó en su vida.

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