Los cancilleres Francisco Bustillo y Carlos França se fueron sin hacer declaraciones porque no había algo para decir. O, en realidad, lo que había para informar el lunes 18 de octubre en el Palacio Santos no era cómodo para ninguno de los dos. De hablar con la prensa, el jefe de Itamaraty y el dueño de casa hubieran tenido que buscar algún recurso diplomático para disfrazar lo que había sido la historia de un desencuentro. Y por eso eligieron el silencio.
Esta nota es exclusiva para suscriptores.
Accedé ahora y sin límites a toda la información.
¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá