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3 de diciembre 2023 - 5:01hs

A esta altura, después de haber sido líder de la Tabla Anual por gran parte de la temporada, después de conformar el plantel con mayores recursos y profundidad del medio local, y después de haber cambiado a diestra y siniestra a sus entrenadores, con este Peñarol 2023 solo cabe hacerse una legitima pregunta: "¿Quieren estos jugadores ser campeones uruguayos?"

Y la respuesta es clara. Nítida. Clarísima. No quieren. Están haciendo una fuerza bárbara para no ser campeones.

Es el plantel más caro del medio y también el más largo. Tenía servida la consagración de la Tabla Anual con una ventaja que llegó de ser hasta de nueve puntos. Pero es tan frágil y limitada la expresión colectiva de este Peñarol que nada de eso le alcanza ni le va a alcanzar para ser campeón. 

Pasaron cuatro entrenadores sin poder darle orden ni forma al equipo. Entonces, el problema no son los técnicos. Son los jugadores. 

Leonardo Carreño Diego Aguirre

Basta con repasar lo mostrado ante Racing este sábado y ponerlo en contexto con la temporada para sacarle la radiografía al plantel. 

Guillermo De Amores hizo un buen partido y un aceptable torneo. Nada tuvo que hacer en el gol de Tomás Verón Lupi.

Leonardo Carreño Guillermo De Amores

A Pedro Milans, que hizo un gran primer semestre con Alfredo Arias, lo marearon. De la noche a la mañana Darío Rodríguez lo convirtió en suplente de un Matías Aguirregaray que es una sombra desde hace dos años. Y es bueno recordar que retornó a Peñarol para cubrir la salida de un lateral explosivo, potente y con gol, como Giovanni González. O sea, una incoherencia tremenda. 

Peñarol lleva meses jugando sin laterales. Porque Lucas Hernández no es ni la décima parte del jugador que dejó el club en 2019. Y ni el gol de arremetida en el clásico puede maquillar el pésimo año que tuvo, un año donde se le vio en una condición física inverosímil en sus primeros partidos.  

Leonardo Carreño Lucas Hernández

Hernán Menosse por ganas y Léo Coelho, con sus altibajos, no han sido de los puntos más bajos del equipo. Pero jamás le dieron al equipo un aire de solidez defensiva. 

Leonardo Carreño Léo Coelho

Maximiliano Olivera parecía poner la casa en orden, pero basta con recordar su partido ante Montevideo City Torque para dejar en claro que tampoco fue una solución. 

Damián García, Sebastián Rodríguez y Matías Arezo se salvan. Por el partido hecho ante Racing y por los antecedentes. 

Arezo arrancó a todo tren. Pero como siempre pasa, el ritmo con el que se llega de Europa dura un suspiro en el fútbol uruguayo. Porque el fútbol uruguayo absorbe, se come y arrastra a todo lo que se mueve. Al final, todos terminan jugando fútbol uruguayo: lo insoportablemente lento, lo aburrido, lo predecible, lo entrecortado. A esta altura el ex River Plate parece estar suplicando con cada gol que se lo saque de acá.  

Leonardo Carreño Matías Arezo

Rodríguez podría pelear el título a mejor jugador de la temporada. Pero claro, cuando un equipo depende tanto de un solo jugador termina siendo la referencia a anular para todos los rivales. 

Peñarol trajo como rueda de auxilio en ese sentido al Cepillo González.

Pero su representante Edgardo Lasalvia, un tipo frontal y sin dobleces, dijo claramente en la semana que al jugador lo marearon las luces, la noche, las mujeres.  

¿Se puede dar el lujo Peñarol de tener jugadores que no cumplan con los estándares mínimos de profesionalismo?

Contra Fénix el Cepillo entró y le cambió la cara al equipo. Pero con esa interna puesta en la palestra pública por su propio representante, el jugador ni pisó la cancha contra Racing cuando el equipo no se le caía ni media idea. 

El argentino Ángel González es una perla más de la gestión de Pablo Bengoechea para contratar jugadores. Un porcentaje de aciertos muy bajo en todo su ciclo. 

Leonardo Carreño Ángel González

Speedy, que no es tan Speedy que digamos, arranca con la pelota con unas ganas bárbaras. Pero no sabe para dónde ni para qué. No ha metido un pase fino en tres cuartos. Y mucho menos pedirle algún gol. 

Kevin Méndez volvió a tener una oportunidad. A Aguirre le bastaron 45 minutos para ver por qué los demás entrenadores lo tenían fijo en el banco. 

Brian Mansilla entró y ratificó que no. Ha tenido un montón de oportunidades para desarrollar su talento y asentarse en Primera. Pero lamentablemente no ha podido demostrar estar a la altura de un grande como Peñarol. 

Bruno Bentancor, que esta vez no entró ni al banco, es otra clara muestra de un juvenil que no dio la talla. 

Ignacio Sosa, suplente para la mayoría de los entrenadores del aurinegro este año, no ha mostrado en Peñarol todo el buen fútbol desplegado en Fénix o la selección sub 20. Porque a veces los actores de reparto tienen que hacer algún protagónico. Y eso no es fácil. 

Leonardo Carreño Ignacio Sosa

¿Abel Hernández? ¿Camilo Mayada? Alguien en Peñarol debería explicar por qué tantas lesiones en tan corto tiempo.

¿Carlos Sánchez? Ya va dos partidos sin pisar el banco. Y mejor ni mirar para atrás y recordar por qué se contrató en febrero a un Diego Rolan que llevaba meses de inactividad. 

Toda esa limitación individual jamás puede materializarse en un colectivo fuerte. 

Por eso este Peñarol es inestable, un saco de nervios, un barco sin timón. 

Hace unos meses toda la culpa era de los jueces. Ahora se terminaron las excusas. Los jugadores de Peñarol juegan tan mal individualmente considerados que como expresión colectiva lo único que transmiten son unas ganas bárbaras para no salir campeones uruguayos. 

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