Diego Alonso protagoniza Togo
Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > RESEÑA

Togo: ¿vale la pena la película con la que Netflix desembarcó en Uruguay?

La primera producción local de la plataforma se estrenó este miércoles, está dirigida por Israel Adrián Caetano y protagonizada por el argentino Diego Alonso
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05 de octubre de 2022 a las 05:00

Y un día, Netflix descubrió Uruguay. El ojo que todo lo ve de la plataforma apuntó al país por una vez, y todo lo que hizo falta para que eso sucediera fue una pandemia global. Uno de los efectos menos previsibles de la irrupción del covid-19 fue una zafra de la industria audiovisual nacional, favorecido por unas condiciones sanitarias relativamente amables en comparación a los países vecinos (en particular Argentina) que hizo del país, y sobre todo de Montevideo, una plaza de rodaje atractiva durante los últimos dos años.

La pandemia también trajo a Uruguay al cineasta Adrián Caetano. El director nacido y criado en Montevideo, pero que desarrolló casi toda su carrera en Argentina, salvo excepciones como la serie Uruguayos campeones, volvió a su tierra natal y desarrolló la película Togo, que este miércoles se estrena en Netflix como “la primera película uruguaya” del servicio de streaming.

Togo es un cuidacoches, que vive en la calle y tiene un pasado como boxeador frustrado. Su prometedora carrera deportiva se truncó en su juventud después de ser atropellado y sufrir una lesión permanente en una de sus piernas, que lo obliga a caminar con un bastón que es uno de sus rasgos identitarios. A Togo lo quiere todo el barrio, y este retribuye lavando los autos y custodiando las casas de los vecinos.

Pero el barrio se pone espeso cuando aparece una barra de narcos de poca monta pero con mucha ambición, dispuesta a usar a los cuidacoches como vendedores aunque estos no quieran. La amenaza de este grupo se topa con el orgullo y la dignidad de Togo, que se niega a trabajar para ellos, y se cruza con la aparición en la cuadra de Mercedes, una adolescente de familia acomodada que se escapa de una crisis doméstica y se convierte en una suerte de hija adoptiva/aprendiz del cuidacoches, que además tiene a una hija biológica internada en una clínica para adictos en recuperación.

Togo se estrenó en Netflix este 5 de octubre

Con este relativamente sencillo conflicto y punto de partida se genera una película que tiene bastante de wéstern en sus planteos y en su tono. El Togo interpretado por el argentino Diego Alonso (conocido por su papel como “el Pollo” en la serie Okupas) bien podría ser uno de esos pistoleros retirados encarnados por Clint Eastwood que tiene que retomar las armas con reticencia para salvar a su pueblito o a su granja de una tropa de bandidos con los que los sheriffs del pueblo no pueden.

Este hombre noble, recio, tosco y corajudo, pero con una sensibilidad relativamente escondida bajo esa coraza, se pondrá sobre los hombros el destino de su cuadra. El duelo será bastante previsible y sin demasiados matices, pero confeccionará una trama lo suficientemente entretenida como para no aburrir, y que seguramente complacerá a un público amplio, aunque será olvidada poco tiempo después, algo que también aplica a un 90% de las producciones de Netflix de la última década.

La historia está contenida no solo en su escala —no deja de ser una historia barrial—, pero también en cuanto a locaciones y en su despliegue, algo que seguro es una consecuencia de las limitaciones impuestas por la pandemia. Más allá de que los contados metros cuadrados del barrio Palermo y el entorno de la sede del club Atenas, que son la gran locación de la película, serán reconocibles para cualquier montevideano, la historia podría transcurrir en casi cualquier otra ciudad y no cambiaría demasiado, quizás en un afán internacionalista que impone la producción para una empresa de alcance mundial como Netflix.

Como excepción cuentan unos momentos “candomberos” protagonizados por Togo, que tienen un toque ritual y tribal bastante llamativo.

Quizás el mayor mérito de Togo es que exista, y que haya abierto las puertas del país a una de las principales productoras del mundo audiovisual actual, y que de hecho está actualmente trabajando en una adaptación de La sociedad de la nieve que también cuenta con producción local y que marca un paso todavía más ambicioso del vínculo. Eso, y también que ofrece una hora y media de entretenimiento que funciona, dentro de los esquemas de una película de género eficaz, aunque atada al molde.

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