El área de trigo no crecerá tanto como se esperaba hace dos meses, pero será un área importante cerca de las 330.000 hectáreas, como en la campaña pasada.
Las dificultades para levantar la cosecha de verano y posteriormente arreglar las chacras, junto a una perspectiva de precios menores a los esperados recorta los estímulos.
En el caso de la cebada, se espera mantener la superficie de la última campaña.
La colza, a consecuencia de un otoño muy lluvioso que demoró la siembra, retrocede por debajo de las 132 mil hectáreas de la zafra 2023/24 y se encamina a la menor zafra en los últimos seis años.
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Blasina y Asociados
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¿Qué pasará tras la cosecha de invierno?
Los movimientos del mercado en las últimas semanas, las perspectivas climáticas y las nuevas proyecciones de oferta y demanda mueven el tablero de cara al verano.
Por un lado, se va confirmando un escenario bajista de los granos de verano, soja y maíz. Por otro lado, la demanda de China por carne sigue firme.
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) hizo una fuerte corrección al alza de la estimación de importaciones de carne vacuna de China para este año: desde 3,45 a 3,90 millones de toneladas.
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El precio del novillo firme
La fuerte baja en el precio de los granos hasta el menor rango de valor desde 2020 contrasta cada vez más con la firmeza del precio del ganado gordo en Uruguay.
El novillo especial alcanzó los US$ 4 por kilo luego de más de un año y es el más caro de la región, un dólar arriba de Brasil y Paraguay, aunque eso pueda obedecer a una restricción de la oferta que puede ser transitoria, la relación carne/grano se ha vuelto más favorable a la pecuaria.
¿Vale la pena achicar área agrícola para hacer más ganadería?
Según Gonzalo Ducós, coordinador ganadero de Fucrea, “la buena ganadería compite muy bien con la soja a US$ 350. La cuenta que tenemos que hacer es el margen bruto por hectárea de ganadería y agricultura; la comparación de cada negocio que pelea por esa hectárea”.
Pasar de agricultura a ganadería es plausible en los casos de productores que hicieron soja por los buenos precios (en 2021 y 2022) o porque la sequía les borró las pasturas en los dos últimos años.
“Yo creo que sí va a haber un freno en el área agrícola, pensando en que el negocio no está”, asume el asesor de Fucrea, “y volveríamos al escenario de hace cinco o seis años”.
De todos modos, advierte, “pasarse a ganadería bien hecha insume una inversión grande y hay un escenario complejo por delante”, porque “no está fácil para la carne tampoco” y los precios actuales del gordo “no creo que sean sostenibles”.
China está comprando más carne que nunca, pero a los precios más bajos en tres años. Y está cambiando su matriz importadora hacia orígenes de precios más bajos como Brasil, Bolivia o Colombia. La consecuencia es que en el primer semestre Uruguay le vendió 100 mil toneladas, la mitad que hace dos años.
La perspectiva de que China mejore como mercado para la carne uruguaya no está en el mapa, considera Ducós.
“Están logrando recomponer stocks a bajos precios, hay que volver a enfocar al mercado europeo y a Estados Unidos” y concentrarse en mercados como Corea o Filipinas, algo que “no estamos haciendo a la velocidad que se necesita”.
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Sistemas con base en soja a pastoriles
“Puede existir algún caso de productores con tierra propia que tomen la decisión de cambiar su producción por algo de menos riesgo, generando más área de pastoreo para su ganado, pero no veo un cambio porcentual alto de soja a pastoril”, consideró por su parte Enrique Oyharzábal, presidente de la Sociedad Agro-Pecuaria de Dolores.
“Me costaría más creer que en zona núcleo haya área agrícola que está en rotación que pase a ganadería”, sostuvo el referente para la zona oeste, “sí se puede dar en zonas alejadas del puerto donde el flete para los granos compite con el ganado”.
Desde su perspectiva, el cambio de agricultura a ganadería no es tan complejo y puede ser un negocio temporal “plantando un sudan o un sorgo forrajero en vez de hacer soja, captar ganado barato y vender a corral”.
Se cambia la inversión de US$ 1.000 por hectárea para hacer soja por US$ 300 o US$ 400 y se le pone ganado arriba. “Es un puente para pasar el verano, con riesgo infinitamente menor; quizá haya un porcentaje bajo de productores que sí lo haga”, indicó.
El pronóstico de clima con influencia de La Niña para la próxima primavera-verano “no es tan amigable”, dijo, “y puede complejizar bastante la producción de la soja, aunque también del ganado” si llueve por debajo del promedio.
La soja “podrá bajar 100 mil hectáreas pero no necesariamente a pastoril” como consecuencia del pronóstico que no ayuda “y el derrape de los precios que desincentiva la producción”.
Respecto al maíz, consideró que el área que salga de este grano pasaría más a sorgo que a soja con la perspectiva de producción bajo contrato para exportación.
Tanto para los cultivos de invierno implantados como para la próxima siembra de verano la preocupación más grande es la alta productividad que se necesita para alcanzar un rendimiento de equilibrio.
Pero no sería la primera vez, dice Oyharzábal, “que sembramos con una planilla de rinde de equilibrio desastrosa y terminamos con buenos resultados”.
Más allá de las consideraciones particulares, “lo que da fortaleza al agricultor es la rotación, respetar la rotación y la variedad de cultivos”.
Para Germán Bremermann, integrante del Comité de Dirección de Barraca Erro, con la soja en el eje de US$ 400 la tendencia sería a mantener el área aunque mencionó en Tiempo de Cambio de Radio Rural la posibilidad de que se ajuste levemente si las condiciones de mercado y las perspectivas climáticas no son tan positivas.
Probablemente en este segundo semestre las pasturas tengan una oportunidad mayor en las rotaciones agrícola ganaderas uruguayas. Al menos si el novillo sostiene los precios de las últimas semanas y la soja no se recupera.
El caso de Argentina
En Argentina, en el último trimestre, empresas agrícolas-ganaderas tuvieron en el último trimestre un resultado poco frecuente en más de una década.
“En los planteos que incluyen terminación sobre pasturas con suplementación, la ganadería rindió 20% más que la soja y 54% más que el maíz”, según un estudio de la Coordinación de Análisis Pecuario de la Secretaría de Bioeconomía.
“El margen de la invernada intensiva en el oeste superó al de todos los cultivos agrícolas de la zona, incluyendo la soja de primera”, subraya el informe, refiriéndose a la terminación de novillos para consumo de 400 kilos promedio mediante sistemas pastoriles con suplementación estratégica.
Influyó la baja de los costos, pero sobre todo, los bajos márgenes agrícolas.