Forlán, Lugano, Tabárez y Suárez, en noviembre de 2013 en el Complejo de la AUF

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Tabárez: un legado que trascendió a la pelota

Tabárez llegó a la AUF en 2006 con un proyecto que había madurado lentamente; revolucionó el fútbol desde las juveniles, se apoyó en los éxitos de la mayor para andar en su propia isla de la selección, hasta que sucumbió este viernes
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19 de noviembre de 2021 a las 16:02

Después de 15 años, ocho meses y 13 días, Óscar Washington Tabárez dejó de ser el entrenador de la selección uruguaya en el ciclo más extenso que registra la historia de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) para un entrenador del combinado absoluto.

Luego de 221 partidos en la selección, en sus dos ciclos (1989-1990 y 2006-2021), a los 74 años concluye en la AUF la carrera del entrenador que generó una nueva matriz en las selecciones nacionales y una nueva identidad para los combinados celestes, al tiempo que en lo deportivo devolvió a Uruguay a los últimos tres mundiales, alcanzó el cuarto puesto en Sudáfrica 2010, el título en la Copa América Argentina 2011 y lo hizo transitar durante una década en el top 10 del ranking FIFA.

El técnico fue cesado este viernes luego de una mala racha de resultados que transitoriamente dejan a Uruguay fuera de la zona de clasificación para el Mundial de Catar 2022 y de un desgaste general que lo llevó a salir por la puerta de atrás. 

Tabárez no supo elegir la mejor forma de despedirse, desaprovechó la ocasión de marcharse en 2018, y lo pagó con esta triste y dolorosa salida, pero su legado, con el que transformó el fútbol será reconocido después que pase el tsunami del gana-pierde de un partido de fútbol.

Un guiño político y un DT con un plan

Tabárez volvió a la AUF como entrenador el 6 de marzo de 2006 en la última decisión que adoptó el presidente Eugenio Figueredo, en un gesto de quien presidió a la Asociación durante nueve años que se interpretó como un guiño al gobierno que no veía con buenos ojos la gestión del dirigente. Cinco meses después se alejaría de la sede de la calle Guayabos.

El entrenador llegó aquella tarde de marzo a la AUF con una carpeta que contenía un documento que se titulaba: “Proyecto de Institucionalización de los procesos de selecciones nacionales y de la formación de sus futbolistas".

Tabárez

El contenido lo había analizado en profundidad con sus colaboradores y con Daniel Pastorini, un dirigente que fue clave para su llegada a la selección. Aquellas ideas que daban vueltas en su cabeza definitivamente tomaban cuerpo.

La llegada de Tabárez a la AUF se desarrolló en dos niveles. Por un lado lo tangible, los resultados, el gana o pierde de cada partido de la selección mayor, por otro el trabajo silencioso con el que dio forma a la nueva matriz que quería para el fútbol uruguayo y que penetró en los lugares más sensibles de la sociedad, en los niños y en el hincha, quienes se embanderaron con el sentimiento por la celeste, que tras largos años de fracasos deportivos miraban con descreimiento.

Fue en este último aspecto en donde el proyecto se transformó en una revolución para las selecciones juveniles de Uruguay que entrenaban uno, dos y hasta no más que tres meses antes de los torneos. Los ciclos no tenían continuidad y la AUF se preparaba exclusivamente para jugar los campeonatos. Luego se desintegraban las selecciones, hasta la siguiente competencia.

El plan de Tabárez comprendía dar continuidad al trabajo de la sub 20, sub 17 y sub 15 con ciclos de hasta dos años, que comenzaban un año antes de los Sudamericanos y si Uruguay clasificaba al Mundial se extendía durante 20 meses. Así ocurrió desde entonces, porque hasta 2013 Uruguay no faltó a ningún mundial juvenil.

Paralelamente, comenzó a gestar un cambio en la forma en que los futbolistas observaban a la selección mayor.

En mayo de 2006, dos meses después de haber firmado contrato y de recibir la sugerencia de Figueredo, que no fuera a dirigir los cinco partidos de la gira por Estados Unidos, Belgrado y Túnez, Tabárez se encontró con el desinterés de los futbolistas más destacados de ese momento por la selección, que priorizaron su descanso tras la culminación de la temporada europea a defender.

El esfuerzo que hacían por ponerse la camiseta celeste chocaba con la desorganización de la AUF, los viajes en clase turista y los reclamos de los hinchas que les destrataban porque no lograban éxitos. Uruguay había faltado a los mundiales de 1994, 1998 y 2006. Solo había concurrido al de 2002, a través del repechaje.

Aquella primera gira tuvo la particularidad que en el primer entrenamiento que realizó en Estados Unidos Tabárez no tuvo 22 jugadores para realizar el movimiento y debió completar el trabajo en la cancha con hinchas. 

Además, debido a las renuncias de los jugadores, recurrió a juveniles del fútbol local, que comenzaban a destacarse en Primera división, para poder tener durante la gira un plantel que le permitiera completar el banco de suplentes. Allí surgieron Jorge Fucile, Maximiliano Pereira, Ignacio Ithurralde, Juan Surraco y Diego Godín.

Así empezó a rodar la selección que en los últimos 15 años tuvo grandes transformaciones, con particular foco en el sentido de pertenencia y respeto como base para llegar a los objetivos.

Tabárez con Forlán

Los pilares de la primera conferencia

En su primera conferencia de prensa, Tabárez habló sobre el Uruguay que imaginaba en el estreno con un 1-4-3-3. Esa idea le duró poco. No consiguió los resultados en la cancha y rápidamente se fue amoldando a la realidad que le imponían los jugadores que tenía. Así nació el 1-4-4-2 (o 1-4-4-1-1 con Forlán a las espaldas de Suárez, como único puntero), hasta que finalmente con la nueva generación de volantes con buen pie que se comenzó a integrar a partir de agosto 2017 (el primero fue el debut de Federico Valverde) al 1-4-3-2-1, que es el sistema que utiliza actualmente.

Además de los cambios tácticos que fueron marcando su evolución, hubo algo en lo que Tabárez no negoció y a lo que apostó desde aquella primera exposición ante los medios, en la que dejó marcado el perfil de futbolistas que quería. ¿Cuál era ese perfil? "La persona en primer lugar", dijo, y enseguida deslizó una idea que con los años permitió comprender la visión del DT: "Un joven talento debe entrenar y prepararse para desafíos de la vida. El joven debe estudiar, no debemos entorpecer eso, debemos favorecerlo, debido a que ello acrecienta las posibilidades deportivas del talento". Y puntualizó: "Los dobles horarios van a ser replanteados".

Hasta ese momento, los dobles horarios eran una moneda que no se negociaba en el fútbol y los libros ocupaban un papel secundario. El objetivo era generar máquinas que jugaran al fútbol. Una década después, cambió la mirada y en la actualidad no se conciben futbolistas que no estudien.

En aquella primera presentación de 2006, Tabárez también habló de un tema clave: la competencia. "Es importante jugar partidos, una organización de selecciones y fundamentalmente a las selecciones juveniles que deben salir a buscar competencias internacionales". En los hechos eso se transformó en que Uruguay fue ganando espacios a nivel internacional. Entre los años 2000 y 2009, entre partidos oficiales y amistoso ante selecciones europeas de primer nivel, Uruguay jugó cuatro partidos en total, uno con Italia, uno con España y dos con Francia. Desde 2010 a 2017, entre amistosos y oficiales, Uruguay triplicó los encuentros ante las potencias y jugó 13: dos veces con España, que era campeón del mundo, cuatro con Italia, tres con Francia, dos con Alemania, una con Inglaterra y Holanda. Eso le valió a Uruguay fortalecerse e ingresar en el top 10 de FIFA en el que se mantuvo durante una década.

Esta experiencia que para Tabárez era muy importante se comenzó a truncar luego del Mundial de Rusia 2018 porque los europeos formaron un bloque cerrado en el que juegan entre sí y no se enfrentan a otras selecciones, y por la pandemia del covid-19.

Finalmente habló del cambio de mentalidad con la selección. "Que sepan qué es la selección, que van como privilegiados y que lo devuelvan con ganas y orgullo". Así recuperó la adhesión a la camiseta celeste y el compromiso de jugar por Uruguay, aspecto que no está en la consideración diaria porque volvió a formar parte del ADN de los futbolistas uruguayos.

En paralelo transcurrió su recorrido con la selección mayor a la que lo dirigió en tres mundiales, con el cuarto puesto en Sudáfrica 2010, la eliminación en octavos de final en Brasil 2014 y el quinto lugar en Rusia 2018.

Ganó la Copa América de Argentina 2011 y disputó otras cinco en las que la actuación no colmó las expectativas en 2007, 2015, 2016, 2019 y 2021.

Tabárez con Forlán

Dirigió los Juegos Olímpicos de 2012 en una de las experiencias más deslucidas, porque preparó a un equipo durante un mes, llevó a Suárez, Cavani y Arévalo Ríos como refuerzos mayores para el combinado sub 23 y quedó eliminado en primera fase.

Jugó la Copa de las Confederaciones en 2013. 

En 2018  recibió los Récord Guinness por la mayor cantidad de partidos dirigidos en una selección y por la mayor cantidad de participaciones en la Copa Mundial por un entrenador con el mismo combinado y se transformó para el fútbol del mundo en un ejemplo.

Hasta este viernes fue el entrenador con mayor actividad ininterrumpida en una selección.

El adiós

Con su particular estilo, escurridizo con la prensa, porque pierde el humor cuando se enfrenta a los micrófonos, construyó un imperio que resistió todo, estuvo por encima del poder de turno en esa isla, y permaneció alejado de los constantes cambios de presidentes, desde Eugenio Figueredo, José Luis Corbo, Washington Rivero, Sebastián Bauzá, Wilmar Valdez, Edgard Welker, Pedro Bordaberry, hasta que finalmente terminó su vínculo con la AUF bajo la gestión de Ignacio Alonso.

Tabárez cierra su histórico ciclo de la peor forma, ganando un punto en los últimos 15 jugados, con tres goleadas, con un equipo que se le terminó cayendo y para el que no encontró revulsivos, y con una selección que definitivamente se le había agotado, aunque con los cuatro partidos de 2022 podía perfectamente llegar a Catar 2022.

Se va derrotado y esa es la historia que cuenta por estos días, en donde el impacto de su salida tiene una repercusión mundial y queda un detalle, el más difícil de manejar y que no supo resolver de la mejor forma: elegir la mejor forma de despedirse, que lo pagó con esta dolorosa salida, por la puerta de atrás, pero su legado, con el que transformó a la selección uruguaya será reconocido después que pase el tsunami del gana-pierde de un partido de fútbol y será el punto de partida para construir el futuro desde una base más sólida que la que había en 2006.

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