“Mi vieja era la sombra de mi padre. Era vendedora de la Tienda El Polvorín y ayudaba a mi papá en el estudio”, agrega Julio.
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Alfredo Testoni cuando era novio aún de Susana, con quien años después se casaría y formaría una familia
Alfredo tenía 31 años, trabajaba ya en el diario El Debate, luego de haberlo hecho en El Pueblo, y se fue a Brasil en aquel Mundial junto a Trifón Ilich y Enrique Álvarez, como periodistas.
Pero antes, hubo un niño Alfredo, que hizo de todo para ayudar en casa a sus padres y a sus otros tres hermanos. Había que dar una mano económicamente y debido a ello, solo cursó hasta segundo año en la escuela.
Su papá Eligio, había llegado a Uruguay desde Bologna, Italia. También su mamá María era italiana, de Calabria, al sur de Nápoles. Se conocieron en Montevideo. Ambos tenían un restorán que se llamaba “Il Cappelletti” en la Plaza Cagancha. Mientras tanto, el niño Alfredo lustraba zapatos en la plaza.
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Otra foto histórica de Alfredo Testoni en el partido entre Uruguay y Brasil en Maracaná 1950; se terminó el partido y el Mono Schubert Gambetta va a tomar la pelota con la mano
Además de ese restorán, sus padres tenían otro local en la rambla de Pocitos en el que vendían pasta, pizza y fainá, y como sucedía en aquella época, también contaban con un puesto de frutas y verduras. Su mamá se encargaba de hacer pizza y fainá, y su padre, la pasta.
“El viejo cruzaba a la playa con una bandeja llena de pizza y de fainá y volaba todo enseguida”, dice Julio.
A su vez, recuerda que Alfredo también vendió diarios. “Siempre decía que con lo que se recaudaba en un día de venta de diarios, la familia comía un día”.
Cuando a los 15 años entró al diario El Pueblo, hacía de todo. Un día le dijeron: ‘Andá a sacar una foto que viene un escritor español’. Julio cuenta que “la sacó fuera de foco y la publicaron fuera de foco. Pero este escritor fue a agradecer, porque interpretó que la foto era brillante y que captó lo que él quería. No se dio cuenta de que no estaba en foco”. Fue totalmente autodidacta.
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Alfredo Testoni vestido como nadador, aparece a la izquierda de la foto; a la derecha, su hermano César
Mientras trabajaba, también tenía en sus ratos de ocio, amor por la natación y las piscinas de Trouville, en la rambla, lo vieron como campeón nacional de pecho defendiendo a Neptuno. Entrenaba todos los días a las 6 de la mañana en la bahía de Montevideo. Allí competía también su hermano César, mientras que un tío suyo, era arquero de la selección uruguaya de wáter polo.
La pelea con Obdulio Varela y el asado 40 años después
A Maracaná, Testoni llevó dos valijas y una máquina colgada al hombro. Ingresó al estadio a la hora 11 y el mismo ya estaba repleto.
Así expresa su libro cómo fue equipado al partido más importante de los últimos mil años. “Llevó tres máquinas: una Rolley, una Spigraf y una tercera inventada por él mismo con una lente especial y un equipo de máquina que se llamaba Graflex conformado por lo que podía ser un teleobjetivo”.
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Alfredo Testoni en el Mundial de Brasil de 1950
Claro que tomó fotografías antes y después de la gesta histórica, pero del partido, solamente sacó 12 fotos.
Una vez que terminó el partido en Maracaná, Alfredo tomó fotografías que también son históricas, y se fue hasta el diario Sport de Río de Janeiro para revelarlas.
Cuenta su hijo Julio que “los reporteros de ese medio le decían que jamás interpretaría el dolor que (los jugadores con la victoria) le estaban causando al pueblo brasileño. Todos lloraban”.
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Una foto distinta: el Mono Schubert Gambetta, con la cámara de Alfredo Testoni, saca la fotografía de Uruguay en el debut del Mundial de Brasil 1950 ante Bolivia en Belo Horizonte; es la única toma en la que aparecen Juan Carlos González (en el medio, abrazando a Eusebio Ramón Tejera y quien luego se lesionaría y sería sustituido en el torneo por el propio Gambetta), y el Patrullero Ernesto Vidal, de puntero izquierdo. El Patrullero se lesionó y no pudo jugar el encuentro decisivo en Maracaná, por lo que es el gran olvidado de las fotos históricas de aquel equipo.
Y agrega: “Mi padre no veía una estrella más (en el escudo de la camiseta). Veía un Uruguay con uruguayos de clase media, con una dignidad y una forma de ser que lo hacía único en esa época. Le daba un valor esencial al ser uruguayo de ese momento, más allá del resultado. No era un festejo. Era mucho más que un festejo”.
Poco antes del partido definitorio de Maracaná, se había producido una pelea entre Alfredo y Obdulio Varela, nada menos. El reportero gráfico entró a tomar fotografías y vio al gran capitán martillando los tapones con un tres pies de un zapatero. Cuando el jugador lo vio, se paró enseguida: “Dame la película o te parto esto en la cabeza”, le dijo.
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La foto de Obdulio Varela que tomó Alfredo Testoni, martillando los tapones en un tres pies de zapatero, que llevó a que se distanciaran durante cuatro décadas
Alfredo no se amilanó. Era alto y estaba cumpliendo su trabajo. Hizo lo que nadie se animaba: le dijo que no a Obdulio, pero con otra amenaza: “Si te acercás, te rompo la cámara en la cabeza”.
Su hijo Julio dice: “Si no hubiera entrado Juan López a separarlos, no sé qué hubiera pasado. Capaz que Obdulio no hubiera jugado si mi padre lo golpeaba. Nunca lo sabremos”.
Cuando Testoni tomó la fotografía del equipo de Uruguay posando previo al encuentro ante Brasil, aprovechó que Obdulio estaba en uno de los flancos de la foto y, adrede, lo cortó a la mitad, es decir, en su foto, sale la mitad del capitán celeste.
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El fotón de Alfredo Testoni del 1-1 transitorio que anotó Juan Alberto Schiaffino para Uruguay ante Brasil en Maracaná 1950
Pasaron cuatro décadas para que volvieran a hablarse. “Cuarenta años después, en 1990, Obdulio llamó a mi padre y lo invitó a comer un asado. Papá me contó que se dieron la mano y dieron por concluido el asunto. No se habló más de Maracaná”.
Y agrega: “Nadie se reprochó nada. Fue una reunión sin rencores y sin reproches”.
Su amistad con Damiani que lo ayudó en el Mundial de 1954
“Siempre tuvo amor por sentirse orgulloso de ser reportero gráfico y fue uno de los fundadores de la Asociación de Reporteros Gráficos del Uruguay (ARGU)”, cuenta Julio.
Y agrega: “Era un psicólogo de la vida, un tipo encantador y se hizo amigo de los jugadores y de Juancito López, una persona muy querible. Era un elegido”.
Cuatro años después, en el Mundial de Suiza 1954, cuenta Julio que su padre “le daba los rollos a un amigo al término de los primeros tiempos, para que los enviara por avión hacia Uruguay. Ese amigo era el Cr. José Pedro Damiani, quien fue su compañero de banco en la Escuela Haití”.
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La foto del recuerdo tras el título que Uruguay le ganó a Brasil en el Mundial de 1950 en Maracaná: Obdulio Varela levanta en andas a Alcides Edgardo Ghiggia, y semitapado, aparece Juan Alberto Schiaffino
“Tuve el privilegio de haber contado con un maestro de la fotografía como mi padre, que me haya enseñado la profesión de la que viví toda mi vida, hasta hoy”, explica.
Testoni no solo fue un reportero gráfico de fútbol, sino todo lo contrario. Dedicó su vida además a su estudio en el que retrató a decenas de personajes conocidos como actores, políticos y también, se hizo amigo de Joaquín Torres García a quien fotografió, al igual que a su taller. Está en la historia más importante del arte uruguayo.