Camilo Speranza, nuevo DT de Liverpool, mano a mano con Referí: volver a vivir en Uruguay tras 20 años, el elogio a José Luis Palma y su experiencia con Pezzolano
El DT negriazul recordó los trabajos que tuvo en Barcelona antes de estudiar para ser DT y valoró el "trabajo debajo de la superficie" de los grupos encabezados de Pezzolano
27 de diciembre 2025 - 16:16hs
Camilo Speranza, el nuevo DT de Liverpool para 2026
Tras la salida deJoaquín Papa, entrenador del año para la encuesta Fútbolx100 de Referí,Liverpool decidió repetir la fórmula que le rindió en 2025: ir a buscar a un colaborador de su extécnico Paulo Pezzolano. Encontró a Camilo Speranza, que al igual que Papa se estrenará como DT principal de Primera División en el negriazul.
La historia de Speranza tiene muchos vaivenes. Criado entre Nuevo París y Punta Carretas, llegó a Primera como jugador de Rentistas pero su carrera duró poco, tras un paso corto por la segunda de México. El “miedo” a cómo seguiría su carrera y su situación económica lo llevaron a mudarse con su pareja y luego esposa a España, en 2005.
Al principio de su experiencia en el extranjero no quiso saber nada con el fútbol. Lavó autos, cargó diarios en aviones, entre otros muchos trabajos, hasta que con la estabilidad económica se dio cuenta que quería su vida cerca de la pelota. Estudió para ser DT en Cataluña, en medio del boom del Barcelona de Guardiola, dirigió clubes de las divisiones inferiores catalanas y fue parte de academias del propio Barcelona.
Pasó por Nueva Zelanda y luego estuvo durante cuatro años en Ecuador. Pezzolano se lo llevó a Valladolid, donde ascendió a LaLiga, y luego al Watford, donde conoció la Segunda inglesa, todas experiencias que entiende son locas para aquel niño que empezó jugando en una placita de Nuevo París con el Lanza México 68.
La oferta de Liverpool le cayó como anillo al dedo tras la salida de Inglaterra, y le permitió volver a vivir en Uruguay después de 20 años junto a su hijo de 17, que solo había visitado tres veces el país, así como también tener su primera experiencia al frente de un equipo profesional.
De las emociones del retorno a su patria, su llegada a Liverpool, la admiración de un aspecto de José Luis Palma y de su carrera, habló en esta entrevista con Referí.
¿Cómo se da esta llegada a Liverpool?
De una forma bastante orgánica. En Liverpool están muy contentos con las semillas que fue dejando plantadas el “Papa” Pezzolano. Creo que marcó un antes y un después en la historia de Liverpool. En octubre de 2024 viene Joaquín Papa para acá, que también era parte del cuerpo técnico de Paulo allá en España, y le fue bien. En el momento en que se empieza a concretar la salida de Joaquín para Ecuador, también se da que nosotros salimos de Watford y bueno, encajaron los tiempos a la perfección.
Yo llevo bastante tiempo persiguiendo esta oportunidad de ser el primer entrenador. Nunca me imaginé que fuera a ser en Uruguay, nunca me imaginé que fuera a ser en Liverpool, pero se dio y aquí estamos.
¿Por qué crees que Liverpool, y otros equipos, buscan a entrenadores que trabajaron con Pezzolano?
Hay muchas cosas que la gente ve, y muchas cosas que no se ven. Y yo estoy convencido de que lo que más atrae a los clubes del trabajo del Papa o de Martín (Varini) o de Joaquín, es todo aquello que está por debajo de la superficie. El día a día, la organización interna, cómo son tipos que son capaces de sacar el máximo partido a las estructuras que van generando los clubes y en ocasiones ayudando a que los clubes formen esas estructuras.
Yo siempre digo, lo que pasa los domingos en la cancha es un fotograma suelto de una película. La película transcurre todos los días. Nosotros estamos ahí, llegamos a las seis de la mañana, nos vamos a las tres, cuatro o cinco de la tarde, y el domingo es un ratito. Que indudablemente es lo más importante, es lo esencial, es lo que le da sentido a todo esto, pero es el cómo llegamos a cada uno de esos fotogramas lo que realmente importa.
¿Cómo fue tu primera charla con José Luis Palma, un dirigente con fama de tipo duro?
Yo a Palma no lo conozco, más allá de conversaciones que hemos tenido. Yo soy de los que creen que a las personas se les conoce en la adversidad, ojalá no lo tenga que conocer nunca. Y yo no tengo por qué decirlo, pero me parece un personaje muy interesante Palma.
Es un tipo que ha levantado una empresa sumamente exitosa y sumamente rentable en un país chico como Uruguay. Un tipo que está hace 25 años al frente de un club, y que bajo su mando, obviamente con la ayuda de muchas otras personas, se ha transformado completamente. Cuando yo era chico Liverpool era un club muy modesto en cuanto a su infraestructura, en cuanto a sus aspiraciones deportivas. Un club que muchas veces estaba más luchando por mantenerse a flote, y creo que hoy en día la realidad es bien distinta.
No tengo que chupar las medias. Tengo claro que si gano partidos soy lindo y si pierdo partidos soy feo y no tengo ni idea. A veces en medios de comunicación dicen la bromita de las reuniones a las cinco de la mañana con Palma, y entiendo que es un comentario sin maldad. Yo lo que digo es que un tipo que se levanta a las 3 de la mañana todo el día, a las 4 está laburando y que a las 6 está teniendo una reunión, a mí me parece admirable.
Mi abuelo, mi bisabuelo, gente que construyó este país, se levantaba a las cuatro, cinco de la mañana a laburar. ¿En qué momento nosotros como sociedad empezamos a interpretar que un tipo que se levanta a las 4 de la mañana para ir a laburar es merecedor de un comentario jocoso y no merecedor de la admiración? El raro es el que se levanta a las 4 de la mañana para trabajar, qué cosa más extraña. A mí me parecen formas muy dignas y muy loables de llevar adelante la vida.
José Luis Palma, presidente de Liverpool Football Club sosteniendo su premio de Fútbolx100
José Luis Palma, presidente de Liverpool Football Club sosteniendo su premio a "Mejor dirigente de la liga AUF 2025" de Fútbol x 100
Joaquín Ormando
¿Cómo es volver a vivir en Uruguay después de 20 años? ¿Qué sensaciones encontraste?
Tengo la suerte de que unos pocos días después de haber llegado, vino mi hijo. Mi hijo tiene 17 años y nació en Mataró, en el hospital de Mataró, en Barcelona, por accidente. No tenía que haber nacido ahí, debió haber sido en otro hospital, pero por accidente lo hizo. Llegó a Uruguay cuando tenía seis meses. Después vino a los seis años, después vino a los nueve y ya no vino más. Entonces, poder descubrir algunas cosas o reconectar con lugares y con personas de la mano de mi hijo, la verdad que ha sido una experiencia preciosa.
Tuve la suerte de que al poco tiempo de llegar, los amigos de mi padre, que falleció hace un par de años, me invitaron a un asado y pude ir con mi hijo. El otro fin de semana mis amigos me invitaron a un asado y también fui con mi hijo y pudo conocer. Y la verdad que reconectar con todo eso me parece precioso. Lo estoy intentando llevar a los lugares por los que viví, a los lugares que yo recorrí cuando tenía esa edad.
¿En qué barrio creciste?
Cuando tenía seis meses, me fui a vivir en Nuevo París, en la calle Triunfo, esquina Santa Lucía, y ahí viví hasta los 12 años, cuando me mudé a Punta Carretas. Mis padres compraron una casa muy vieja y que necesitaba muchas reformas, pero que estaba en una ubicación privilegiada en la esquina de la iglesia de Punta Carretas, un mes antes de que se inaugurara el Punta Carretas. A los 19 años me fui para Pocitos, hasta que a los 23 años me fui a Barcelona.
¿Qué recordás o qué balance hacés de tu carrera como futbolista?
Primero jugué baby fútbol en el Lanza México 68, que es el cuadro de Nuevo París. Salimos campeones en el año 91, y después campeones del campeonato de campeones. Estuve dos años en Wanderers, después novena y octava las hice en River Plate, mientas compaginaba con la Escuelita del “Profe” Santos, de Defensor. Séptima y sexta los hice ahí, con Gustavo Ferrín, que es un gusto volver a compartir con él. En el primer año de quinta pasé a Salus, en el 98, y después paso a Rentistas. Llegué a jugar un par de partidos en Primera División y quedé libre. En 2002 jugué en la Mutual, con el “Turco” (Alejandro) Apud, y en el 2003 me fui a México.
Fue un paso por el fútbol sin pena ni gloria. Sentí que se me podía ir la vida en eso. Me daba un poco de miedo y me preocupaba mucho. Primero, no haber llegado a donde yo me había planteado llegar como jugador. Sentía que con 23 años era difícil que se te dé de construir una trayectoria profesional importante, y eso a mí me generaba mucha frustración.
En aquel entonces estaba en pareja con la que luego fue mi esposa durante muchos años y me preocupaba encontrarme a los 28, 29, 30 años jugando al fútbol sin haber generado un ingreso económico que me permitiera iniciar un proyecto o sostenerme sin una experiencia laboral, sin una capacitación. Y ahí fue cuando tomamos la decisión pensando en construir un futuro juntos, de irnos juntos a Barcelona.
En una entrevista dijiste que cuando llegaste a Barcelona no querías saber nada con el fútbol. ¿Cuándo vuelve ese amor?
Cuando llegamos a Barcelona fuimos un apartamento compartido. Rentábamos un cuarto en el apartamento. Ella tenía un trabajo muy sacrificado, yo tuve varios trabajos que no disfrutaba. Al principio sufrí mucho estar lejos de mis amigos, de mi familia, de mi país, pero después te vas adaptando y vas estabilizándote económicamente. Una vez que encontrás esa estabilidad económica, empezás a hacer preguntas un poco más existenciales.
Yo tenía 25 años. Habían pasado dos años y me empecé a preguntar “¿quedan 50 años de esto? ¿Así va a ser el resto de mi vida? Trabajos que no me gustan, quedar quemado el viernes a la tarde para ver si vivo un poquito el fin de semana. Yo no quiero eso para mí. Y en esa búsqueda de hacer algo que me mueva fue que pude conversar con un querido amigo mío que siempre me ayuda en momentos de decisiones difíciles, y retomo el camino del fútbol. Y ahí fue cuando empecé con los cursos de entrenador, año 2008.
Camilo Speranza durante su etapa en las academias del Barcelona
Foto: Barcelona
¿Cuál fue el trabajo que hoy lo pensás y decís “no puedo creer lo que hice”?
Bueno, tuve un trabajo bastante divertido. Lavaba autos en un estacionamiento subterráneo de un shopping. Es un trabajo curioso jajaja, te metés en los autos de la gente, es un espacio muy íntimo, uno no va pensando que se va a meter alguien ajeno a revolver la porquería que dejamos en el auto, y en un momento yo era ese ajeno.
Después en una Navidad no me alcanzaba para comprarle un regalo de Navidad a mi mujer y mi hijo, y me fui a una empresa de trabajo temporal. Me consiguieron trabajo cargando fardos de diarios en un avión, un diario en catalán que se vendía también en las Islas Baleares. Me tenían a pie de pista sin calzado de seguridad, sin chaleco, sin nada. Pasaban los aviones a 50 metros por la pista y yo estaba ahí cargando, con unos horarios que no sabés lo que eran jajaja. Era como trabajo por horas. A veces empezaba a trabajar de 1 de la mañana a 2 de la mañana, y después de 4 a 6. Mi esposa me preparaba una viandita, me ponía una frazada en el auto y me iba al estacionamiento del aeropuerto a dormir hasta que se hiciera el siguiente turno.
¿Con qué te quedas de tu paso por Nueva Zelanda y por Ecuador?
Tuve la suerte de llegar a Guayaquil City, un club que dirige desde su fundación Pool Gavilanez, que jugó en Uruguay, no sé si mucha gente sabe. Estuvo en 2003 en Alianza, jugó con mi hermano (Emiliano Speranza), siempre mantuvimos el contacto. Esto es muy chiquito. Me propuso ser su asistente cuando yo estaba en Nueva Zelanda.
Nueva Zelanda es un país con una calidad de vida extraordinaria. Estaba viviendo con mi hijo, con mi exmujer, y ellos tenían una vida muy linda. Y es un país extraordinario, pero el fútbol es un deporte menor. No se ha desarrollado, está por debajo siempre del rugby y del cricket. Yo sentía esa necesidad ya por aquel entonces de un entorno más competitivo. Apareció la oportunidad en Ecuador y para allá. Cambiamos Auckland por Guayaquil. Yo llego a mediados de 2019 y en el año 2020 conseguimos la clasificación a la Copa Sudamericana, que fue hasta ahora la única clasificación a una copa internacional del club.
En el año 2021 paso a Independiente del Valle para trabajar en el filial, Independiente Juniors, y ahí pude ver que se nos venía la noche. Estos tipos tienen un perfil físico brutal, y Ecuador siempre fue un país de un fútbol muy libre, en el sentido de que las capacidades físicas de los jugadores eran las que imponían las condiciones. Siempre fue un fútbol muy desordenado, muy de transiciones, de gente que corre, y correr mucho no siempre es sinónimo de correr bien. Por ahí en Independiente yo empecé a ver que se estaba cocinando algo que para nosotros los uruguayos debería ser preocupante, y es que estos tipos estaban empezando a interpretar el juego desde otro lugar, y ahora ya no solamente son unas bestias físicas que corren, te chocan y te pasan por arriba. Ahora entienden las ventajas, saben cuándo hay que dar un pase para el costado, cuándo hay que darlo para atrás, cuándo hay que darlo para adelante, cuándo hay que jugarse un uno contra uno, cuándo no.
Camilo Speranza, el nuevo DT de Liverpool para 2026
Camilo Speranza, el nuevo DT de Liverpool para 2026, junto a Paulo Pezzolano
¿Ya hiciste el balance de tu experiencia con Pezzolano?
Lo primero es que muy loco. Yo nací en Nuevo París y mi primer partido fue en la placita del Huevo, con cinco años, con la camiseta Lanza México de 68. Y un día estoy saliendo al Bernabeu a ver el calentamiento de mi equipo, o conseguir un ascenso a Primera División de la forma que lo conseguimos con el Valladolid.
Estás ahí porque te tocó, porque fueron una serie de coincidencias y carambolas. Porque también en su momento, cuando pude haberte dado la toalla o decir “esto es muy complicado” porque laburaba de ocho de la mañana a cinco de la tarde, después me iba al curso de técnico, y después en los fines de semana, que en realidad descansaría, tenía que irme yo mismo, con mi cámara, a grabar al rival del próximo fin de semana, y después ir al partido de mi equipo. No estaba en casa en todo el fin de semana, y fueron muchos años de eso. Yo no vi crecer a mi hijo, realmente. Entonces empezás a poner todas esas cosas en su lugar y decís “qué locura, me tocó a mi”.
Yo siempre agradeceré a estos tipos, a Paulo, a Pool, también a Felipe Sánchez, que fue quien me llevó a Independiente de Valle, que hoy en día Felipe trabaja como entrenador institucional en la Real Sociedad, porque me hicieron entrenador. Yo tuve la suerte de estar al lado de estos tipos, haciendo un máster, por el que muchísima gente estaría dispuesta a pagar muchísimo dinero, pero que a mí me pagaban. Entonces, la suerte que yo he tenido es muy difícil tenerla.
En un video de tu canal de YouTube dijiste que la función de los jugadores depende de dónde estamos, quién tiene el balón y qué podemos hacer con él. ¿Nos equivocamos al seguir hablando de posiciones?
No sé si nos equivocamos, porque al final lo importante es que cuando hablamos nos entendamos, que cuando hablamos vos y yo, que a lo mejor yo soy entrenador y estoy todo el día pensando en esto desde ese lugar y vos sos periodista, estás todo el día también pensando en esto desde otro lugar, nos podamos comunicar. Al final, lo maravilloso de este juego es compartirlo, somos todos parte de él.
Lo importante es que cuando yo me dirijo a mis jugadores, el jugador me entienda. Yo no voy a llegar al vestuario de Liverpool a decirle a un jugador que juega de lateral izquierdo “vos ahora jugás de no sé qué, boyador, por izquierda”. Es de burro. Lo que importa es lo que cree el jugador. Sí, juega de lateral, pero tiene distintas funciones.
Cuando decimos esas cosas, que ya no hay posiciones, sino que hay roles, lo que intentamos es transmitir que tenemos que abrir la cabeza y no limitar a los jugadores. Muchas veces los limitamos con ideas que están relacionadas a esas posiciones fijas. Porque lo que sucede es que nuestro cerebro es muy eficiente generando etiquetas. Le damos etiquetas a las cosas. Muchas veces, sobre todo cuando están en etapas de formación, y el niño que juega no tiene capacidad de abstracción, le decimos que es defensa y el tipo cree que si se cruza la mitad de la cancha se desmaya.
Lo que intenta hacer, en Cataluña se usa mucho, es ayudar a los jugadores que están en esos procesos formativos a que entiendan que el juego es una unidad continua, es indivisible. Siempre tenemos que estar haciendo algo en cada momento. Cuando el equipo tiene la pelota tenemos que hacer ciertas cosas y cuando el equipo no tiene la pelota tenemos que hacer otras cosas para recuperarlo.