El senador Gustavo Penadés, hoy en el ojo de un inesperado huracán que se llama Romina Celeste, no es un parlamentario cualquiera. Desde hace años, el dirigente herrerista se ganó en el Palacio Legislativo el lugar de negociador y componedor nato, de esos a los que su Partido Nacional y ahora su gobierno recurren para zanjar diferencias, tender puentes, deshacer entuertos.
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