La figura de Diego Aguirre es indisociable del épico enfrentamiento entre Peñarol y Nacional. Conocido como el hombre de las hazañas imposibles, su leyenda se forjó en los momentos más decisivos del clásico uruguayo. Sin embargo, al despojar el mito y confrontar su trayectoria con la fría estadística, el historial del actual director técnico aurinegro revela una gran paradoja: su legado no se mide por la cantidad de victorias, sino por el valor incalculable de aquellas que sí consiguió.
Desde su debut como director técnico en Peñarol en 2003, Aguirre dirigió 26 clásicos ante el eterno rival. El balance numérico es modesto y ligeramente negativo: La Fiera cosechó seis triunfos, logró 10 empates y sufrió 10 derrotas. Una frialdad en los números que contrasta profundamente con la percepción popular de un estratega infalible en la rivalidad máxima del fútbol uruguayo.
El culto a las finales: donde se forjó la leyenda
La verdadera grandeza de Diego Aguirre como técnico de Peñarol radica en su instinto para las instancias definitorias. De sus escasas seis victorias, varias tienen el peso de campeonatos. La Fiera es el entrenador de las finales, la garantía de épica:
- Campeonato Uruguayo 2003: se coronó campeón superando a Nacional en la final.
- Campeonato Uruguayo 2009-10: repitió la gesta, ganando nuevamente la final por el título nacional contra el mismo adversario.
- Torneo Intermedio (julio pasado): si bien el clásico por la final terminó en empate, el resultado global permitió a Peñarol obtener el título del Torneo Intermedio en el Estadio Centenario, sumando otra copa a su palmarés en una instancia decisiva frente a Nacional.
Esta capacidad para ganar los partidos que definen títulos es lo que ha cimentado su mística, una mística tan fuerte que, incluso el año pasado, obtuvo un Campeonato Uruguayo sin tener que disputar la final contra el eterno rival. Para los hinchas, Aguirre es sinónimo de gloria cuando el trofeo está en juego, a pesar de que la media de victorias en partidos de fase regular sea baja.
El ciclo reciente: la urgencia de revertir la tendencia
La necesidad de Diego Aguirre de mejorar su récord, se acentuó tras su regreso a fines de 2023.
En este nuevo ciclo, las estadísticas son particularmente desfavorables para el equipo aurinegro, lo que exige una reacción inmediata de cara a los próximos desafíos.
Desde finales de 2023, Aguirre dirigió 10 clásicos. El balance de este tramo reciente evidencia una clara superioridad tricolor:
Esta racha se ve agravada por el hecho de que Nacional logró encadenar tres victorias consecutivas sobre Peñarol, una de ellas en un partido amistoso, lo que añade presión a la figura del entrenador. Pese a que el empate en la final del Intermedio sirvió para la conquista del título, la tendencia en los enfrentamientos directos muestra una deuda pendiente que el entrenador debe saldar.
No obstante ello, en los últimos tres clásicos, Diego Aguirre se mantiene invicto contra Nacional, ya que el 9 de febrero empató 1-1 por el Torneo Apertura en el Gran Parque Central, el 6 de julio fue 0-0 en la final del Torneo Intermedio que ganaron los aurinegros 5-3 en los penales, y el último, la lacerante goleada por 3-0 en el Estadio Campeón del Siglo del 9 de agosto pasado por el Torneo Clausura.
Los orígenes del clásico: su historia como jugador
La relación de Diego Aguirre con el clásico comenzó mucho antes de sentarse en el banco de suplentes. Como jugador, el delantero disputó 19 partidos contra Nacional. Al igual que en su rol de técnico, las cifras reflejaban una paridad tensa: logró cinco victorias, empató siete y sufrió siete derrotas.
Pero participó de clásicos épicos, como el que le ganaron con ocho jugadores contra 11 a los tricolores en 1987, y en enero de ese mismo año, pese al 0-0, ganaron por penales el título del Campeonato Uruguayo de 1986, anotando su penal.
La carrera de Aguirre en el clásico es un estudio de contrastes: un historial global que raya en lo neutro, pero una capacidad inigualable para alzarse con la gloria cuando los focos se encienden en las finales. El desafío ahora es trasladar esa eficacia legendaria a la regularidad de los enfrentamientos para revertir la inercia negativa del último ciclo y ratificar, con victorias, la confianza de la hinchada.